viernes, 18 de enero de 2013

EL FUNERAL MÁS SOLITARIO PERO EL MÁS LLENO DE GLORIA



EL FUNERAL MÁS SOLITARIO PERO EL MÁS LLENO DE GLORIA
Deut. 34:4-7
34:4 Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá. 
34:5 Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. 
34:6 Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. 
34:7 Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.

El día de ayer asistí al funeral del padre de un amigo de antaño, y que a ambos no los veía desde hacía mucho tiempo. Fue muy emotivo, a tal punto de que casi me hacía llorar,  por las declaraciones  que se hicieron sentir a favor de un hombre, que no recuerdo muy bien su edad, pero que recogía el sentir de una esposa y de cinco hijos que estaban agradecidos con él por su legado, su ejemplo, su entrega a la familia, el amor a su esposa  y su carisma de amigo.
Fue cuando ya habían pasado los años en su vida, cuando ya estaba casado y con todo sus hijos desarrollados que conoció de Cristo de la manera en que tú yo lo conocemos, pero en esos años de vida que lo conoció perfeccionó ese amor que manifestó de antaño:
1.       Con un trabajo de taxista, crió a sus hijos y les dio sus estudios, la herencia de que muchos padres desean dar a su hijos, y que algunos la rechazan.
2.       Les dio ejemplo a seguir, pues conoció a su esposa de joven y murió siempre con ella. No conocí de parte de mi amigo, su hijo, que tuviera infidelidades.  Y así partió de este mundo, pudiendo ver a sus hijos, cada uno con su cónyuge e hijos, poniendo en práctica, cada uno, sus habilidades y destrezas producto de sus estudios.
3.       La salvación llegó primero a uno de sus hijos, al mayor  y creo, estoy seguro, que ahora sus hijos y nietos gozan de la buena salvación, la única, la que vale, la que tiene promesa.
4.       Sacrificaba su propio bienestar, para que cada hijo tuviese algo que estrenar, algo que vestir, algo que calzar.
Y serían muchas más las virtudes de las que se pueden enumerar de este padre de familia, pero llega el tiempo en que Dios nos llama a su presencia y tenemos que irnos, de una u otra manera, sanos o enfermos, pobre o rico.  Este padre de familia murió siendo salvo, pero su cuerpo estaba sufriendo de una enfermedad que lo llevó a la muerte. Pero murió, ya no triste, sino alegre porque entendió de que es sólo una paso temporal, de la muerte a vida eterna.
Ahora, bien, algo parecido pasó con Moisés, un siervo que pasó mucho tiempo, fuera de su casa patriarcal, lejos del conocimiento del Dios de Israel, pero fue llamado a ser el líder de más de un millón de personas.  Conoció a Dios en una zarza ardiente, cuando tenía  cuarenta años, digamos que ya estaba con años avanzados. Pero su convicción a servir a Dios  y su humildad, después de todo un proceso fue tan grande que se ganó la gracia de Dios, hablando con él como cuando se habla a un amigo apreciado: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero.” Ex. 33:11,
Pero como a todo hombre, que en algunos momentos caemos en debilidades, Moisés no fue la excepción, y aún con ese grado de intimidad que tenia con Dios, no le fue pasado por alto aquel error de haber golpeado a la roca en el desierto(la Roca era Cristo), cuando la instrucción era clara de hablarle y no golpearle. Num. 20:1-13 Son momentos en que uno hace algo, y uno piensa que no va haber consecuencias, y que sí, muchas veces no las hay de inmediato, pasa el tiempo y no pasa nada y hasta se le llega a olvidar a cualquiera de nosotros en la mente, pero en el cuaderno de Dios todo está apuntado, para aquel convertido como para el que no. Son de esos  momentos que se nos da la  gracia y la echamos a perder en un arrebato de cólera, en un momento de infidelidad, en un momento donde podemos tomar lo ajeno sin pensar en las consecuencias, en un momento de dolor y tomamos venganza, etc .  Después, años después, aparecen aquellos malestares en el  vientre, en los riñones, en el hígado, producto de aquella vida desordenada.
Moisés no pudo gozar de la tierra prometida, tierra por al cual luchó sin descanso, derrotando reyes poderosos, gigantes, sino que sólo la pudo contemplar con sus ojos, y serían otros los que pasarían y uno de ellos tomaría su lugar.
Pero a pesar de esta situación, a lo cual  usted le puede llamar “castigo o disciplina” por parte de Dios a Moisés, Dios fue y sigue siendo ese amigo con Moisés. No lo abandonó, no lo desechó de su gloria, sino que ha sido el ejemplo que por miles de años se nos ha dado el ejemplo de un siervo humilde, de un hombre con poder y liderazgo. 
Fue Dios el único que asistió a su entierro, no hubo llantos, no hubo lamentos en ese momento de su funeral. ¡Qué maravilla! Que aunque ninguno de sus colaboradores, amigos, hijos o familiares lo sepultaron,  fue suficiente la presencia de Dios en su funeral, la gloria de Dios y Dios mismo estaban ahí. La Biblia nos dice que  “Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.” Deut. 34:7
Concluimos con esto amigo y hermano en Cristo:  Qué no importa qué hagamos, hay siempre consecuencias que tendríamos que ver si nos conviene o no hacerlas. Un traguito de licor, una salidita con alguien fuera del matrimonio, una noche de placer con este o con aquel, una sutraída de dinero de aquella cartera mal puesta, de una mentira en el trabajo, de varias cosas.   Muchos somos llamados a seguir a Cristo, como en mi caso, lo acepté a los 33 años, pero en los años anteriores, pude haber hecho algunas cosas que me pueden traer consecuencias en el futuro, sean legales, sean corporales, físicas, etc. Esas consecuencias las podemos sufrir ya estando en el evangelio y de seguro algo vamos a pagar, aunque la misericordia de Dios es tan grande que él es soberano y parar aquello que nos afecte. Decía el pastor López Bertrand, el primer pastor que conocí, que tarde o temprano Dios nos pasa la factura.  Lo único que nos consuela es que aunque Él nos pase la factura, no nos desecha, no nos margina de su presencia. Procura hacer siempre lo bueno, métete a practicar lo que la Palabra te predica en los sermones de tu iglesia, de tu pastor y comienza a darle honra Jesús y cuídate de ti mismo para que cuando llegue ese momento de partida de esta vida terrenal, sea el mismo Dios que esté en tu funeral, llenando con gloria esa reunión con la gente que queda agradecida por el legado que has dejado.
Oración:
Dios danos la sabiduría de oír tu voz y ponerla en práctica en vida, haciendo lo bueno. Gracias por darnos la oportunidad de conocerte, de servirte y de gozar de muchas maravillas que has hecho por nosotros y para nosotros. Gracias por darnos hijos, esposa, esposo, amigos, vecinos, compañeros, en donde podamos decir que tenemos razones para vivir, de un camino a seguir y de corazón para compartir lleno de una Palabra Buena. Si fallamos en algo Señor, danos la oportunidad de enmendarlo y que las consecuencias no sean para muerte sino para corrección de nuestro caminar. Amén  Dios les bendiga. Ps. Roberto González