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viernes, 3 de septiembre de 2010

Restaurando Los Muros Y Las Puertas En Mi Vida


Restaurando Los Muros Y Las Puertas  En Mi Vida
Nehemías 2:13-17

2:13 Y salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y a la puerta del Muladar; y observé los muros de Jerusalén que estaban derribados, y sus puertas que estaban consumidas por el fuego. 
2:14 Pasé luego a la puerta de la Fuente, y al estanque del Rey; pero no había lugar por donde pasase la cabalgadura en que iba. 
2:15 Y subí de noche por el torrente y observé el muro, y di la vuelta y entré por la puerta del Valle, y me volví. 
2:16 Y no sabían los oficiales a dónde yo había ido, ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había declarado yo a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles y oficiales, ni a los demás que hacían la obra. 
2:17 Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio.





Un muro común y corriente es lo que separa algo de o encierra algo. Generalmente un muro es para protección y resguardo, pero al mismo tiempo también tiene puertas o entradas a un lugar especial.
Nehemías sintió pasión por aquello muros destruidos de una ciudad donde Dios había llevado a su pueblo. Su pueblo del cual era desobediente y necio, pero que siempre hay alguien que sabe reconocer el porqué de nuestra vida y existencia. Este es el llamado para ti en esta ocasión: “venid y edifiquemos”
Los muros en nuestras vidas personales deben de estar en perfecto estado, con todo y sus puertas, pero sucede que parecen estar deteriorados o destruidos por nuestro propio orgullo, soberbia, egoísmo, negligencia, etc. Generalmente estos muros deben de manifestarse en:
1.       Nuestra personalidad
2.       Nuestra familia
3.       Nuestro hogar
4.       Nuestro trabajo

¡Cuántas veces hemos perdido un buen puesto de trabajo por el mal carácter, por alguna negligencia o descuido, por haber querido ser más que el jefe o patrono, etc.!
 ¡Cuántas veces no hemos terminado en divorcio por la falta de perdón, por no haber pedido perdón o por no saber dar perdón, por la falta de comunicación, por no cuidar pequeños detalles, etc!
¡Cuántas veces, más de alguno de nosotros fue a parar a la cárcel aunque sea por unos días por desobedecido a nuestros padres, por andar en mala compañías, por andar de metiche, etc.

Con el paso del tiempo, que corre más rápido que nosotros, esto nos cobra la factura, y estos muros están deteriorados o por el suelo. Muchos no tienen el ánimo o no se atreven a restaurar aquella relación con la familia, con la esposa o esposo, con el jefe, con el amigo, o con nosotros mismos, o con quien sea.
En el trasfondo de este mensaje lo que pretendo es que empecemos a restaurar esos muros y puertas que algo bueno nos ha de dejar y aunque quizás por nuestras propias fuerzas  aunque queramos volver a dejar algo como en su estado original, siempre queda una huella especial ya sea por fuera o por dentro pero con la ayuda de este poder del Espíritu Santo podemos borrar esa huella, esa pequeña raíz de amargura o mal recuerdo para poder perdonar y estar en paz con quien se deba de estar en paz.
En El Mapa de Nuestra, que es la Biblia, encontramos unos pasajes que nos hablan de aquellas personas que están luchando por restaurar esos muros o puertas, entre ellos:

1.       El famoso hijo pródigo.
 En el libro de Lucas encontramos a este muchacho restaurando el muro de ese sitio privilegiado que tenía y que perdió por su soberbia y altivez.
15:18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 
15:19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 
15:20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó
El recordó lo bueno que es tener techo que le cubra del frío y del sol, de un lugar en donde se podía descansar, de un lugar en donde el tenía privilegios con la misma casa, con los de afuera, etc. Pero tuvo la valentía de reconocer su error y esa confesión dentro de si mismo cuando dice “me levantaré”  lo lleva a la acción, pues dice la Biblia “Y Levantándose” vino a su padre.
Este chico ya no traía orgullo, ahora trae un cambio de actitud, cambio de mente, cambio de forma de pensar.  Por lo tanto, este chico restauró ese muro de sus finanzas, ya no más en bancarrota, ya no más desprecio hacia él ni para con los demás de parte de él.
Él puso esa puerta de nuevo siendo la confianza o la comunión con el padre. Esa puerta que nosotros debemos de buscar levantar para tener acceso a que se nos oiga, de ser portavoz de un buen mensaje, algo así como ser atalaya de lo bueno,

2.      La Mujer Samaritana
A esta mujer la ubicamos en el libro de Juan:
4:39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho
Este muro tiene que ver con la imagen de nuestra personalidad con los adentro como con los de afuera de la casa. ¡Cuanta madre de familia aconseja a sus hijos e hijas para no caer en brazos de alguna muchacha loca o viceversa, o de andar en malos pasos con amigos de dudosa reputación.!
Un día de estos dimos un servicio en acción de gracias que una familia pidió por que un hijo joven había salido libre de las bartolinas de la Policía Nacional por presunta asociación ilícita por el asesinato de otro joven. Me gusto como el muchacho, en frente de la congregación dijo: Hoy vengo a darle gracias a Dios por haberme sacado de la cárcel y al mismo tiempo a ponerme a los pies de Cristo, pues él a través de mi madre y del pastor siempre me recordaban que tenía que venir a la iglesia, que cambiara de estilo de vida y ahora reconozco que me había alejado de Dios, pero que prometo estar nuevamente acá con ustedes…..!  Me emocioné tanto, pues esas parecieron palabras sinceras de corazón de alguien arrepentido. Ese es el tipo de muro que hay que levantar, que ya no piensen los demás que andamos en malos pasos, pues vamos a cambiar de amistades, de manera de pensar, dejar de ser rebeldes o necios.
Esta mujer dio un gran paso: Testificó que Jesús habló con ella y que le conoció su corazón, algo que nadie había hecho, ni sus maridos que antes había tenido.
En el caso de esta mujer samaritana, llevaba una vida desordenada, se metía con hombres casados, le gustaba la vida fácil, era como las muchachas del mundo de hoy en día; de apodo les llaman “Taxi” porque cualquiera se sube en ellas”. Jesús tuvo un encuentro con ella y le hizo ver su verdad de una manera caballerosa, amable y la reacción de ella no fue de sentirse señalada o descubierta para vergüenza, sino para gloria en ella misma y para dejar aquella mala relación que tenía en ese momento de su encuentro con Dios.
¿Cuál era su muro? Su mismo cuerpo, su personalidad y su dignidad ¿Cómo levantó su muro? Diciendo la verdad de lo que Dios había hecho en su vida.¿Cual puerta abrió  o restauró? Valentía de reconocer nuestros errores y delitos y hablar con la verdad, pues pudo decir la verdad hablando con toda la gente, aún cuando pensaban lo peor de ella,  pues la Escritura dice que muchos creyeron en Jesús por la palabra de aquella mujer.

3.      El caso del ciego de nacimiento
Como usted recordará, hubo un muchacho, ciego de nacimiento a quien Jesús le devolvió la vista ante la mirada incrédula de muchos críticos, los fariseos. Llegó un momento de cuestionar si en verdad era ciego a tal grado que mandaron a llamar sus padres para verificar el hecho.
Pero el trasfondo de lo que quiero realzar esto:
¡El que te sanó sabemos que es pecador! –le decían. Pero él con una sapiencia especial respondió:
Juan 9:25 Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. 
9:26 Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 
9:27 El les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oir; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? 
Otro muro que debemos de levantar es la autoestima. Algunas limitantes que podamos tener no tiene que ser impedimento para sentirnos seguros de si mismo, de sentirnos amados por las personas, por los amigos, por la familia. Este muchacho podía haberle dicho a aquellos fariseos, que él un pobre ciego, que nadie lo quería, etc. y que Jesús se acercó a él por alguna lástima u otro argumento haciendo sobresalir su débil estado, sin embargo respondió a aquellos religiosos: “Sí es pecado no lo se” como quien dice, no me fijo en los prejuicios que la gente dice de alguien, sino más bien me fijo en su actuar.  Le dio la Gloria a Dios, por su sanidad y supo hablar con autoridad, no como alguien amargado por que estuvo ciego toda la vida….

Y podemos seguir hablando de muchos muros y puertas que levantar o reedificar para que estemos en paz con todos. Y es que debemos de reparar el daño que hemos hecho, actuando, no de palabras, porque las palabras se las lleva el viento dice un viejo dicho. Hagamos el propósito de luchar por levantar ese muro de buen esposo, de buen hijo, de buen servidor, de buen empleado, de buen jefe, de buen amigo, etc.  Las puertas tales como la comunicación, la confianza, la verdad, la honestidad, la sinceridad, la bondad, etc. debemos también de restaurar siempre con la ayuda del ayudador por excelencia: “El Espíritu Santo”.
No dudes en contactarnos si tienes alguna petición. Pruebe creyendo a Dios y que Él se acerque a usted. Que pases un buen día ese es mi deseo.
DIOS TE BENDIGA.






lunes, 21 de junio de 2010

El Que Regresó Por Más


EL QUE REGRESO POR MÁS
Lucas 17:11-19
17:11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 
17:12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 
17:13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 
17:14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 
17:15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 
17:16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 
17:17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 
17:18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? 
17:19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

 

Aprovechando la celebración del Día Del Padre, encontramos este pasaje de 10 hombres enfermos necesitados de afecto.
ANTECEDENTES
La lepra era una de las enfermedades más terribles en la antigüedad. Comenzaba por unas ulcerillas en la piel que iban invadiendo todo el cuerpo; primero picaban mucho pero después dejaban de doler y la carne se iba cayendo. El hombre que pensaba que tenía lepra debía ir a que el sacerdote lo comprobase; éste le hacía volver al cabo de unos 40 días y confirmaba si tenía lepra o no la tenían.
Como la lepra en aquella época no podía curarse y era muy contagiosa, el enfermo era expulsado de su casa, de su pueblo y todas sus pertenencias quemadas. Se iba a vivir en cuevas con otros leprosos y salían a los caminos a pedir. Nadie se acercaba a ellos sino que desde lejos les arrojaban las monedas. Los leprosos tenían la obligación de gritar cuando alguien se acercaba “inmundo” para advertir de su estado y de mover unas carracas que producían ruido. Con ello aquellos que no les habían visto bien podían alejarse con prontitud. Su situación no podía ser más desesperada; obligados a salir de su medio, sin poder trabajar, sin poder relacionarse con nadie sano, vagaban sin esperanza de pueblo en
pueblo mendigando un poco de comida.
Algunos hombres en la actualidad se autoexpulsan de la casa, se van con otra mujer dejando a la esposa e hijos a la deriva, se olvidan de ellos; otros en aras de buscar mejoras económicas buscan prosperidad en otros países o regiones dejando como siempre a los hijos y esposa en aquel país donde se conocieron. La mayoría de historias que conozca me dan una conclusión: terminan abandonando a la familia y se casan con otra en aquel país donde emigró.  Tienen un tipo de lepra.
Pues bien, estos diez hombres estaban expulsados de su casa. Quizás ya hacía tiempo en que ellos no experimentaban un abrazo de sus hijos, de su esposa, pero era la ley, tenían que estar separados para salvaguardar a la familia.
La lepra, con el tiempo hace insensible a las personas, tal como el pecado en aquellos que lo practican a diario, puesto que una callosidad se va formando en ellos hasta tal grado que no sienten o no se sensibilizan con el dolor propio o con los demás. Leía hoy en la noche la triste noticia de que 13 personas habían sido asesinadas dentro de un microbús de transporte público, producto de una mano criminal de lo que se llaman pandilleros o saboteadores juveniles. Esto fue en una ciudad aledaña a la capital del país. ¿Te imaginas que estos malhechores no tienen sensibilidad por las demás personas y procuran su muerte como si fuera cualquier cosa? Ahorita andan huyendo, no tienen padre o madre cerca, así como también unos hermanos en quien confiar algo.  Pero aún así si uno de estos malhechores se arrepintiere de lo que lo que hoy  ha hecho, Jesús lo puede salvar y sanar.
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En la lectura que hemos tomado como base encontramos algunos puntos interesantes:
·         10 leprosos que puestos de acuerdo buscaron la sanidad de Dios. ¿Te podrías imaginar la baja autoestima de ellos, el deseo de ser aceptados, etc.?
·         Cómo Dios no rechaza a quien se le acerque, sin importar su origen, su credo religiosos, su condición  etc. fueron recibidos, escuchados y sanados
·         Experimentaron sanación siendo obedientes y durante el trayecto de su instrucción. Es decir no fueron sanados en el momento del encuentro con Jesús, sino más adelante.  Muchos de nosotros queremos las cosas en el instante en que le pedimos a Dios, pero muchas veces olvidamos lo primero: La obediencia. Dice Jesús Adrián Romero en una de sus alabanzas:  Mi obediencia es mi mejor adoración.
·         Nueve de ellos pusieron más en valoración el deseo de ir a su familia,  a su casa que de volver a Jesús a agradecerle el tremendo favor en sus vidas. Como pastor me he dado cuenta que muchos idolatramos a nuestros hijos, esposas, casa, etc. y los cambiamos por Dios.
·         Pero uno de ellos, se dio cuenta de muchas cosas,  a saber:
1.       Comprendió el tremendo poder de Jesús
2.      Sintió que Dios lo había utilizado para mostrar ese poder porque quizás todo el pueblo o ciudad lo conocía por su enfermedad, pero ahora todo pueblo sabrá que hay un Dios verdadero que sana y él es la prueba irrefutable.
3.      Se dio cuenta también que como hombre no estaba exento de más enfermedades y por lo tanto necesitaba de Jesús para más adelante: por alguna enfermedad estomacal, por sus riñones, por su corazón, por su circulación sanguínea, etc., entonces fue un hombre inteligente al regresar por más, por tal como lo dijo Jesús: “porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15: 5 Admiro este hombre su espontaneidad y reacción.  ¿Cuántas iglesias no estuvieran repletas de gente que han sido sanadas, que han sido restauradas en sus vidas familiares, en sus finanzas, etc, pero se quedaron solo con un milagro, solo con un toque de Jesús, cuando en realidad es perseverar hasta el fin del mundo o de nuestros días con Jesús.

Le invito entonces mi amigo, mi hermano, a que busque a Jesús siempre, recuerde y vuelva a recordar lo muchos de sus favores. No piense con la mente, no piense que Dios ya no le va a escuchar, usted llegue a clamar, usted llegue a donde está la familia de Dios y recuerde una cosa: “En el Depósito de Dios No hay Escasez  (Frase de Catherine Kullman)
Si me preguntara a mí en lo personal,  ¿porque sigue a Jesús, porque le sirve, porque le busca? Yo le diría: ¡porque es la luz del mundo y de mi vida!, ¡porque paga bien! ¡Porque a pesar de que me perturbo algunas veces, fallo algunas veces, Yo le busco y él se acerca….Santiago 4:8  así me dice: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”. ¡Soy interesado en Jesús! PORQUE ME AMA, ME AMA Y ME AMA.  Amén.

Oración:
Amado Padre Celestial, pongo a tus hijos en tu mano, a los que han leído con pasión y detenimiento este mensaje, aliméntalos y fortalécelos, perdona nuestra indiferencia, nuestras faltas, nuestra falta de devoción hacia ti. Haznos volver en donde quiera que estemos, pues tu nos nos rechazas, queremos más de ti, QUIERO MÁS DE TI, ayúdame a menguar en mi carne y haz que crezcas TÚ. Te lo pido en el nombre de Jesús.