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domingo, 1 de agosto de 2021

Una Segunda Oportunidad.

 

Una historia que contar.

Ayer sábado 31 de julio,  cuando salí de San Salvador, me topé con una gran trabazón, que me llevó más de media hora de retraso.  Me vine con el hermano Luis González, quien era el invitado a predicar este día en la Campaña “El Poder De La Palabra” Y cuando íbamos en el bypass de Usulután, en uno de sus redondeles, nos alcanzó y sobrepasó un motociclista, pero al dar la vuelta, perdió el control y se fue a estrellar con un paredón de tierra, quedando el cuerpo en una cuneta y la moto casi encima de él, nada más que llantas arriba y en sentido contrario. Nos bajamos a auxiliarlo, era un joven de 22 años,  no estaba fracturado, sólo atontado por el golpe, con algunas heridas y además un poco ebrio pues había tomado cerveza.  Mucha gente se acercó, como siempre los curiosos, y le preguntamos si estaba bien, y él respondía cosas incongruentes. Quería irse por su cuenta y le aconsejábamos que mejor fuera que vinieran por él que no estaba en condiciones de manejar. Llegó entonces un carro patrulla de la PNC y se bajaron dos agentes. Él se puso nervioso, pensando que lo iban a llevar preso. Uno de los agentes, un joven muy amable, le preguntaba lo mismo que ya le habíamos preguntado y las mismas respuestas daba. Se dieron cuenta que estaba tomado y fue entonces que el otro agente, un señor muy serio le exigió en tono fuerte  que se bajara de la moto pues ya se había subido en ella. Pensando que ellos se iban a hacer cargo del joven accidentado  nos dispusimos seguir nuestro camino, cuando el joven motociclista nos pidió que no lo dejáramos solo con los agentes. Seguidamente otra persona nos dijo: no podemos dejarlo abandonado, ayudémosle. Fue así que mi persona le dije a los agentes que yo era pastor, y si me podía hacer cargo para llevarlo a la iglesia y desde ahí que él llamara  a sus familiares. Ellos me dijeron que no, pues que había que llevarlo a un hospital para ver si no tenía golpes internos y que si yo me lo llevaba  podía morir y que si eso pasaba,  a mí se me haría la responsabilidad y  que además después de llevarlo al hospital habría que llevado a las bartolinas por andar ebrio manejando y que ya habían mandado a llamar a agentes de tránsito para que ellos le impusieran su castigo. El joven iba recuperando su control mental, pues de seguro estaba medio atontado por el golpe y él les explicaba con lágrimas en sus ojos,  que iba para La Unión, que trabajaba de electricista, que venía desde Hacienda La Carrera y que su hija lo esperaba.  El agente que era muy serio fue a hablar por la radio con los de tránsito, y acá viene lo bueno:

-Le dijeron: Dicen los de tránsito, que está bien, que te dejemos en manos del pastor, que entendiera que tenía una oportunidad de aprender la lección, que estaba con vida, cosa que otros motociclistas no la tenían, que había tenido suerte que mi persona se hiciera cargo de él.

-Me pidieron mis documentos al igual que al hermano Luis, el predicador invitado y me lo entregaron. Subimos la moto al pick up que andábamos, y nos venimos para la iglesia. El culto estaba programado para las 4:00 pm pero comenzamos retrasado media hora tarde ´por haber atendido este asunto.  Al pasarlo a mi cuarto pastoral hablé con él, comenzó a sentir un fuerte dolor en el tobillo derecho. El hermano Luis le explicó que era producto del golpe y le mandamos a comprar unos analgésicos para calmar el dolor. Le di mi teléfono para que hiciera todas las llamadas necesarias para que algún amigo o familiar lo viniese a traer.  Habló con varias personas y el común denominador era: no puedo o no tenía dinero para pagar un carro que lo viniesen a auxiliar.  Le dije que por eso no se preocupara que nosotros como iglesia lo íbamos a ir a dejar. Al final, sólo la esposa, hizo todo un esfuerzo para pagar un vehículo y fue ahí donde me dice: “Los amigos no existen cuando uno los necesita”, y le expliqué que en esos momentos sólo la madre o esposa son las que se rebuscan para ayudar al hijo o al esposo. Platicando con él me decía que era hijo de Dios pero en desobediencia, que ya no se estaba congregando desde hace varios años y  que su madre es cristiana. Fue ahí donde le expliqué que por causa de las oraciones de su madre, que por el amor de Dios que es fiel a nosotros es que estaba contando el cuento.  Fue tan productiva la plática y estando más lúcido, que oré por él y  cuando la esposa llegó a traerlo no quiso irse quedándose al culto, y escuchó atentamente el mensaje de principio a fin.  Dio su testimonio a la iglesia de cómo estaba con vida y le regalamos una de las Biblias que hemos recibido en donación.  Se fue tan agradecido por todo lo que habías hecho que me dio como ofrenda un puñado de cobre que había recogido, yo le expliqué que no me debía nada, que lo habíamos hecho por amor, por amor a Cristo. Pero él me insistió que era ofrenda al Señor que lo recibiera. Así que lo recibí. Le dimos un fuerte abrazo y nos despedimos indicándole que la iglesia estaba con las puertas abiertas para recibirle en cualquier momento.  Cuando llegó a su casa me llamó para indicarme una vez más que estaba tan agradecido con la iglesia y que ya no tomaría más. Fue una gran alegría para nosotros, para mi hermano Luis y mi persona, porque hicimos lo que en la Palabra de Dios leímos: que un samaritano auxilió a un herido que había quedado en el camino.  Aquella persona que nos dijo que no le dejáramos solo con las autoridades me recordó a la misma persona que llegó en el momento de mi accidente de hace 20 años,  cuando comenzaba a recobrar el conocimiento a indicarme que todo estaba bien, que no me ofuscara, que respirara lentamente, que llamara a mi familia  y me examinó mis piernas y me dijo “No tienes fractura alguna”, todo está bien  y cuando ya le había hecho caso, desapareció. Eso mismo paso con esa persona en este accidente, desapareció. Es el mismo Señor que ha llegado a indicarnos que todo está bajo su control.

Fue entonces que entendí el retraso de mi salida de San Salvador, que Dios todo lo hace perfecto aun cuando al que ayuda no le es fiel, que él nos iba a poner en la hora justa para ayudar a nuestro joven amigo.

Siempre es bueno hacer lo bueno, sin esperar nada a cambio, ayudando al prójimo en todo tiempo sea quien sea. DIOS LES BENDIGA.

jueves, 10 de julio de 2014

CUANDO AL HOMBRE LE FALLAN LOS FRENOS EN SU VEHÍCULO



CUANDO AL HOMBRE LE FALLAN LOS FRENOS EN SU VEHÍCULO
No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.
Salmos 32:9

Era el 29 de marzo de 2014, este año. Un joven,  representante de un equipo de fútbol contrató  un camión, de esos grandes para hacer un viaje a un lugar vecino para llevar a los jugadores y a seguidores del equipo  a un encuentro deportivo.  Todo parecía bien, risas, bromas aquí  allá, llegaron, jugaron y emprendieron el regreso. Era  sábado por la noche, este camión  transportaba entre 30 y 40 personas y perdió el control debido a una falla en el sistema de frenos, según informó la Policía.
En el percance murieron siete personas, entre ellas un menor de edad. Las autoridades detuvieron al conductor quien manifestó que desde dos kilómetros antes del accidente percibió la falla en los frenos.
La tragedia ocurrió en el kilómetro 123 de la carretera Longitudinal del Norte, jurisdicción del cantón Copinolapa, en Sensuntepeque, Cabañas.
La Fiscalía acudió al lugar y registró que unas 22 personas resultaron con lesiones en las piernas y cabeza.
Así terminó un día “normal” entre estos pobladores, llorando a 7 muertos, culpando a alguien, en este caso al motorista o dueño del camión por la falla de frenos,  el cual pasará su buen tiempo en la cárcel si se llegase a comprobar culpabilidad.  Algo que no tenía que haber pasado, si tan solo al camión se le hubiese dado un buen mantenimiento en el sistema de frenos, sistema sumamente esencial para la propia seguridad del conductor y para el que suba en él.   Un vehículo de cualquier naturaleza que sufra una falla en los frenos, se dirige a una catástrofe inevitable que termina con la vida misma y con la vida útil del vehículo.
Así, amigo lector, es la vida en el cristiano, debe de haber un sistema de frenos, que esté funcionando bien todos los días, para que pueda salir y volver a su casa, a su familia sin ningún problema. Ese sistema de frenos son los valores morales, que hacen que cada uno de nosotros nos abstengamos de codiciar lo ajeno, la mujer u hombre ajeno, de o practicar el aborto, de practicar la hipocresía,  de practicar la mentira,  el fraude o engaño, etc.  El Salmo 32:9 que hemos puesto de base, nos indica que al caballo que no tiene entendimiento, pero se le pone freno, para que entienda que hay que parar en algún momento, en algún lugar.
Hemos pasado un sinfín de situaciones en donde los valores morales quedaron a un lado, y nos dirigimos a un desastre en el matrimonio, pues el adulterio nos envuelve en una situación de pleitos, violencia, llanto y dolor, sobre todo en una esposa que generalmente es la parte abnegada del matrimonio, es decir la que se entrega de lleno a mantener en sano rumbo al hogar. Por falta de esos valores morales, que deberían de hacernos pensar en el momento en que estamos en la cama con otra mujer, que eso no es lo que Dios quiere, pues él quiere un lecho sin mancilla, así lo dice Hebreos 13:4
Esa misma falta de valores morales, no nos importa quedar borrachos  tirados en la calle, debiendo el sueldo de la próxima quincena y dejar sin comida o sin ropa, o sin zapatos o sin la leche a los hijos y esposa.  Y así como en este caso, hay otras situaciones en donde si no se tiene un sistema de valores morales nos harán llegar a no tener dignidad, a no tener escrúpulos,  a perder todo lo que Dios nos hizo poseer.   El mismo hombre sabe que hasta en los animales, funciona el freno. Por ello la carta de Santiago os dice: “He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo.” Stgo.  3:3
Así que mi amado amigo creyente y no creyente, tenemos que alimentar esos valores morales con la buena enseñanza todos los días. La Biblia es el mejor manual para alimentar esos buenos valores. En ella encontramos que si en algo anda fallando en  nuestro sistema de frenos, hay que pedir ayuda al Espíritu Santo y él nos pone a cuenta con el Padre Celestial, nos limpia de toda maldad.    Por ello, encontramos que si usted o yo, sea mujer u hombre descubrimos en que hemos pecado, hemos fallado, Dios nos llama a su reconciliación, a su encuentro sana y dulce para estar siempre bajo su cobertura.  “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.”  Isaías 1:18
Si el hombre, el sensato, lleva a dar mantenimiento de los frenos de su vehículo al taller automotriz, así también debería usted de llevar su corazón a ser examinado, declarando a Dios su propósito, y esto es mi amigo, a una iglesia, congregación, a un lugar de reunión donde Dios hablará a tu corazón, él siempre lo hace.
Dejemos que él nos hable una y otra vez, aunque sepamos toditas las enseñanzas,  pero es mejor que nos lo recuerden a que estemos bajo penosas situaciones lamentativas. Dios siempre quiere lo mejor para nosotros, NO SE TE OLVIDE.
Adonai te sonría y te bendiga hoy.