CUANDO AL HOMBRE LE FALLAN LOS FRENOS EN SU VEHÍCULO
“No seáis como el caballo, o como el
mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.”
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.”
Salmos 32:9
Era
el 29 de marzo de 2014, este año. Un joven,
representante de un equipo de fútbol contrató un camión, de esos grandes para hacer un viaje
a un lugar vecino para llevar a los jugadores y a seguidores del equipo a un encuentro deportivo. Todo parecía bien, risas, bromas aquí allá, llegaron, jugaron y emprendieron el regreso.
Era sábado por la noche, este camión transportaba entre 30 y 40 personas y perdió
el control debido a una falla en el sistema de frenos, según informó la
Policía.
En el percance murieron siete personas, entre ellas un menor de edad. Las
autoridades detuvieron al conductor quien manifestó que desde dos kilómetros
antes del accidente percibió la falla en los frenos.
La tragedia ocurrió en el kilómetro 123 de la carretera Longitudinal
del Norte, jurisdicción del cantón Copinolapa, en Sensuntepeque, Cabañas.
La Fiscalía acudió al lugar y registró que unas 22 personas resultaron
con lesiones en las piernas y cabeza.
Así terminó un día “normal” entre estos pobladores, llorando
a 7 muertos, culpando a alguien, en este caso al motorista o dueño del camión
por la falla de frenos, el cual pasará
su buen tiempo en la cárcel si se llegase a comprobar culpabilidad. Algo que no tenía que haber pasado, si tan
solo al camión se le hubiese dado un buen mantenimiento en el sistema de
frenos, sistema sumamente esencial para la propia seguridad del conductor y
para el que suba en él. Un vehículo de cualquier naturaleza que sufra
una falla en los frenos, se dirige a una catástrofe inevitable que termina con
la vida misma y con la vida útil del vehículo.
Así, amigo lector, es la vida en el cristiano, debe de haber
un sistema de frenos, que esté funcionando bien todos los días, para que pueda
salir y volver a su casa, a su familia sin ningún problema. Ese sistema de
frenos son los
valores morales, que hacen que cada uno de nosotros nos abstengamos
de codiciar lo ajeno, la mujer u hombre ajeno, de o practicar el aborto, de
practicar la hipocresía, de practicar la
mentira, el fraude o engaño, etc. El Salmo 32:9 que hemos puesto de base, nos
indica que al caballo que no tiene entendimiento, pero se le pone freno, para
que entienda que hay que parar en algún momento, en algún lugar.
Hemos pasado un sinfín de situaciones en donde los valores
morales quedaron a un lado, y nos dirigimos a un desastre en el matrimonio,
pues el adulterio nos envuelve en una situación de pleitos, violencia, llanto y
dolor, sobre todo en una esposa que generalmente es la parte abnegada del
matrimonio, es decir la que se entrega de lleno a mantener en sano rumbo al
hogar. Por falta de esos valores morales, que deberían de hacernos pensar en el
momento en que estamos en la cama con otra mujer, que eso no es lo que Dios quiere, pues él quiere un lecho
sin mancilla, así lo dice Hebreos 13:4
Esa misma falta de valores morales, no nos importa quedar
borrachos tirados en la calle, debiendo
el sueldo de la próxima quincena y dejar sin comida o sin ropa, o sin zapatos o
sin la leche a los hijos y esposa. Y así
como en este caso, hay otras situaciones en donde si no se tiene un sistema de
valores morales nos harán llegar a no tener dignidad, a no tener escrúpulos, a perder todo lo que Dios nos hizo
poseer. El mismo hombre sabe que hasta en los
animales, funciona el freno. Por ello la carta de Santiago os dice: “He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos
para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo.” Stgo. 3:3
Así que mi amado amigo creyente y no creyente, tenemos que
alimentar esos valores morales con la buena enseñanza todos los días. La Biblia
es el mejor manual para alimentar esos buenos valores. En ella encontramos que
si en algo anda fallando en nuestro
sistema de frenos, hay que pedir ayuda al Espíritu Santo y él nos pone a cuenta
con el Padre Celestial, nos limpia de toda maldad. Por ello, encontramos que si usted o yo,
sea mujer u hombre descubrimos en que hemos pecado, hemos fallado, Dios nos
llama a su reconciliación, a su encuentro sana y dulce para estar siempre bajo
su cobertura. “Venid luego, dice Jehová, y estemos a
cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca
lana.” Isaías 1:18
Si el hombre, el sensato, lleva a dar mantenimiento de los
frenos de su vehículo al taller automotriz, así también debería usted de llevar
su corazón a ser examinado, declarando a Dios su propósito, y esto es mi amigo,
a una iglesia, congregación, a un lugar de reunión donde Dios hablará a tu
corazón, él siempre lo hace.
Dejemos que él nos hable una y otra vez, aunque sepamos
toditas las enseñanzas, pero es mejor
que nos lo recuerden a que estemos bajo penosas situaciones lamentativas. Dios siempre
quiere lo mejor para nosotros, NO SE TE OLVIDE.
Adonai te sonría y te bendiga hoy.
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