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jueves, 7 de mayo de 2020

¿Qué Podemos Decir a Un Amigo en Momentos de Dolor En El Alma?

¿Qué Podemos Decir a Un Amigo en Momentos de Dolor En El Alma?
Hebreos 9:27
“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”

Tener amigos especiales es un privilegio. Y tener que decirles palabras de aliento a esos amigos especiales en momentos de dolor es difícil pero siempre es bueno abrirles el corazón para para que se desahoguen y nuestro hombro para su apoyo y consuelo.
Y más difícil en este tiempo de cuarentena domiciliar donde no podemos acudir a donde ese amigo a expresarle alguna muestra de confort o de pésame.
Este día entregó su aliento de vida al Creador de la Vida el señor José Ramón Moreno Delgado, padre de nuestro buen amigo José Ramón Moreno Alcantar, a la edad de 72 años.
Y quiero honrar la memoria de este buen señor, haciendo una pequeña memoria en lo poco que le conocí:
-Era un buen padre
-Era un buen amigo de sus dos únicos hijos varones
-Era un buen esposo

Su hijo Ramón fue mi compañero de labores en un prestigioso banco. Y haciendo camaradería con él salíamos a rondear lugares, disfrutar de esto o de aquello, pero en cierta ocasión me dijo: Hoy no puedo salir a fregar, pues mi padre me acaba de llamar que tenemos un Concejo De Familia.  Para mí era nuevo ese vocablo le pregunté que era ese dicho Concejo. –A lo que me replicó: Es una junta de toda la familia porque hay un asunto importante que mi papá considera que lo tratemos en conjunto ya sea para bien o para mal. Y cuando se convoca, nadie puede faltar.  - Vaya cosa me dije.
Fue varios días después que lo conocí en su casa  en Casa de Piedra, Los Planes de Renderos. Con el tiempo me fue tomando un gran aprecio desde el primer día que le conocí  hasta el día que lo ví por última vez hace varios meses.  Siempre me recibía en su casa con gran cordialidad y cariño.  Él y su esposa me atendían como un hijo más de la familia, de  vez en cuando me daba un buen consejo, de esos consejos que  añora un hijo de un padre. Lamentablemente su salud se complicó desde que falleció su esposa años atrás y hoy en medio de esta cuarentena, la ansiedad, la depresión y otras causas le dieron el tiro de gracia a su salud. Esperamos en la misericordia del Señor que le haya librado su alma de la condenación eterna y esté esperando su pronta venida para resurrección de todos aquellos que duermen. Recuerdo que hicimos esa oración con él recibiendo a Cristo también. 
Como padre de mi amigo Ramón, pude observar que era un maravilloso padre, amigo de él como no tienen idea. Le gustaba ver los clásicos Real Madrid con el Barcelona. Era apasionado por el futbol y disfrutaba con su hijo y nietos de estas emociones fuertes.
Quiero decirte amigo y hermano Ramón que Dios tiene gran amor por ti y desea hacerte un bien en todo. Que en estos momentos de dolor en tu corazón haya siempre la esperanza en Dios, que tu fe se fortalezca para seguir avanzando en esta vida y que sepas que NO ESTÁS SÓLO, TIENES A JESÚS EN TU CORAZÓN Y EN TU VIDA y él llena todo vacío. NADIE EN ESTA TIERA TE AMA COMO JESÚS. Él murió por ti, la cruz es la gran prueba que puedes ver de su amor.





jueves, 27 de noviembre de 2014

¿QUÉ DIRÁN DE TI O DE MÍ EN EL FUNERAL?

“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da.”                               Éxodo 20:16

                       

De 2014 Sepelio Blanca Rosales
Cómo pastor, me ha tocado a asistir a un buen número de funerales, algunos han sido de amigos o de familiares de mis hermanos de la iglesia. Gracias a Dios, aún no me ha tocado presidir  un funeral de una oveja  de esta iglesia.  Pero sí, algunos funerales me han cautivado, especialmente cuando ha habido buenos testimonios de los hijos, amigos o  parientes dolientes de aquel difunto. En este año, he asistido al funeral de la esposa de un buen amigo, el del padre de otro viejo amigo, y de mi prima Blanca. 
El pasado viernes 7 de este mes, tuve que asistir al funeral de una prima, por parte de mi mamá, quien falleció por complicaciones en su salud. Tenía años de no saber de ella, pues se había mudado también de mi cantón a la ciudad capital y varios de sus hijos, que haciendo el análisis genealógico vendrían a ser mis sobrinos, no teníamos contacto.

Sin embargo, a través de las redes sociales, hoy en día es casi imposible que pases desapercibido, tarde o temprano alguien te delata que eres amigo de otro amigo que te conoce y ahí sigue la cadena hasta que alguien descubre al primo o amigo olvidado por años tal como me pasó a mí. Fue hasta unos meses atrás donde me contacté a un primo y este a su vez tenía como contacto a los hijos de mi prima Blanca.  Desde que estábamos en el cantón fuimos amigos especialmente de Álvaro y de Luis Roberto. De los otros hijos casi no me acordaba, pues estaban muy chicos cuando yo emigré a la ciudad capital.

El jueves 6 me estaban dando la noticia de Blanca había fallecido, contacté a Álvaro y él ya estaba en San Salvador. Había dejado su trabajo en los EE.UU y se había dejado venir al funeral de su madre. El viernes 7 era el funeral de ella. Hice el esfuerzo de ir al lugar donde estaban sus restos mortales. Al llegar, Álvaro me reconoció al verme y me llamó. Le dí el pésame, aunque ambos sabemos de que aquel que cree en Jesús, la muerte no debería de entristecernos, sino al contrario, de estar alegres, porque vamos a pasar a mejor vida. Me presentó a sus demás hermanos y hermanas, las cuales ya no me acordaba, entre ellas a Concepción, una hija que había estado con mi prima hasta el último de sus días.

Lo que quiero hacerte ver con este relato, es que aquel momento donde se entrega el cuerpo a la tierra, antes de hacerlo, aquellos hijos y aquel esposo se dirigieron a los congregantes que se habían apersonado y dijeron unas palabras que me hicieron pensar en algo inevitable: ¿Qué dirán de mí mis hijos o amigos cuando vayan a mi funeral?  Espero que asistan….  Me estremeció oir a su hija Concepción decir las siguientes palabras: “Mi mamá nos enseñó a que fuéramos como los deditos de las manos, unidos, que si uno le dolía algo, a todos nos dolía, nos enseño valores y principios para estar en comunión con Dios”  Hubieron otras palabras de ella como de una nieta, que no recuerdo su nombre, cuyas palabras de ambas me persuadían a discernir que lo que hablaban no lo hacían  del diente al labio sino del corazón a la boca.   Habló también Pablo, su esposo y sus palabras describían a la mujer ideal que todo hombre soñara.  Ciertamente, es bueno honrar los padres en todo tiempo, y considero que honrarlos en un funeral es uno de los sublimes momentos que cierran el ciclo de lo que fueron su presencia física. Pero más sublime es honrarlos en espíritu, modelando las buenas actitudes, sus enseñanzas espirituales, los buenos consejos que ellos nos dieron, porque a la verdad, cada consejo que nos daban era para ser más sabios de lo que nosotros pensábamos.  

Ahora, viendo ese cuadro y oyendo con detenimiento cada palabra que decían de ella, reflexiono y digo: ¿Qué dirán de mi aquellos seres que Dios me entregó como mi primer ministerio? ¿Qué dirán mis amigos los cercanos como los conocidos? Reconozco que la gracia de Dios me alcanzó cuando tenía 33 años, cuando habían pasado 13 años de haber comenzado un hogar y cuando ya había formado un círculo de amigos, que gracias a Dios no fue un círculo de drogadictos, sino buenos amigos emprendedores. Confieso que aquel hogar que hice en los años 90 lo hice pedazos y lo dejé como un rompecabezas por la ausencia de Cristo en mi vida.  Y DIOS LLEGÓ A MI VIDA  Recién convertido me volví apasionado por el servir en un ministerio evangelístico y  mi esposa se alegró porque aquel hombre que decía que era católico, y que bebía fines de semana o cualquier día que hubiese oportunidad, aquel varón que se fugaba los fines de semana con los amigotes o amigotas y llegaba hasta el domingo, ahora se dirigía a la iglesia en el oriente del país.  Pero nadie me preparó como dejar que el Señor me instruyera a recuperar ese hogar con aquella bella esposa que Dios había puesto a mi lado, aún siendo pecador.  Dejar que Dios compusiera mi rompecabezas era la clave, reconocer que mi familia era el primer ministerio que cuidar y reconquistar aquel amor  que me habría brindado aquella bella mujer era  uno de los pasos a seguir para ser aquel buen pastor. Pero bien, hemos cometido errores como padres, como esposo, como hermano en Cristo, y espero que esos errores no transciendan al olvido o a la indiferencia en momentos como estos. Es mi deseo que en mi funeral estén mis dos únicos hijos, la que fue mi esposa y aquellos que levantamos en la iglesia, como un gesto de agradecimiento, pues en algo contribuimos a marcar sus vidas.  Aquel ser que dejamos huellas por el mal carácter, por no valorar como vaso frágil, a no amarla tal como Dios me amó, le pido a Dios pueda tener un corazón limpio de toda amargura y aunque no esté quizás presente físicamente, pueda estar en paz  con Dios, por ende con todos, incluyéndome.

Por mis errores, hubo un precio que pagar: La disgregación de mi familia. Créanme que si pudiese regresar el tiempo y comenzar desde que recibí a Cristo, me hubiese volcado a buscar más de la voluntad de  Dios, preparándome para que Cristo me ayudase a reconstruir aquel hogar. Comenzar desde un principio con Dios y con mi familia, para que posteriormente, juntamente con ella pudiese yo servir  en el lugar que Dios escogiese para mí.  Tengo que seguir adelante, tengo que dejar que mi Dios me dé su mano y terminar mis días en paz y en armonía con todos, morir con las botas puestas en el ministerio que Dios me entregó, haciendo lo sublime y lo más valioso para la humanidad: rescatar las almas para Dios, instruyéndola en toda verdad, especialmente aconsejando a las recién hechas parejas, a los jóvenes para que sepan construir un buen matrimonio.

Pero bien, recordaba que en la Biblia hubo un funeral solitario,  donde sólo uno acompañó al féretro… ese era Moisés, que cuando su muerte sólo Dios lo enterró y nadie sabe de su tumba, sólo Dios.   Deuteronomio 34:5-7

34:5 Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová.

34:6 Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.

34:7 Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.

 

 Sé que mis hijos me amán, y confío en aquella promesa que hallo en La Biblia en Pedro 4:8   Sobre todo, sean fervientes en su amor los unos por los otros , pues el amor cubre multitud de pecado” Que ellos sepan perdonarme por no haber construido esa familia con cimientos profundos del amor de Cristo y  la que fue mi  única esposa que me perdone  todo maltrato, toda indiferencia, toda incomprensión, todo olvido, etc. al igual que  mis hijos perdonen nuestra negligencia y propia opinión que llevó a un rompimiento familiar, para construir una congregación a precio de familia. Dios me dio un llamado, un llamado que ha sido duro para mí, pero confortante con el servicio a Dios. Hemos formado muchachos desde niños, hemos formado hombres y mujeres adultos en la iglesia, con altos y bajos, pero hemos dejado huellas en muchos corazones, de los cuales espero sean agradecidos no conmigo, sino con Dios, y que todo esfuerzo que se puso énfasis en levantarlos y edificarlos a costa de sacrificio de horas, días, semanas de no cuidar a mi familia sea recompensado con dar buenos frutos en donde ellos estén.  Sólo le pido a mi Dios que en mi funeral, que no sea ostentoso, porque es vanidad, sino sencillo, pero con aquellas palabras de amor a un padre que lo han perdonado.

Gracias Mi Señor, por los años que vienen por delante, ayúdame  a formar en mis hijos y en la madre de ellos, sí aún se pudiese, un vínculo de amor que nos ayude a llegar hasta el final de mis días en unidad y en amor.  Gracias mi Señor Jesús.

Desnudo mi corazón, porque sé que nuestros días están contados así como hasta el último de nuestros cabellos y que debemos de estar preparados en todo momento para dar explicación de todo lo que hacemos.  El Señor los bendiga en gran manera.

 


Atte.

Roberto González, pastor. 
 

viernes, 18 de enero de 2013

EL FUNERAL MÁS SOLITARIO PERO EL MÁS LLENO DE GLORIA



EL FUNERAL MÁS SOLITARIO PERO EL MÁS LLENO DE GLORIA
Deut. 34:4-7
34:4 Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá. 
34:5 Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. 
34:6 Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. 
34:7 Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.

El día de ayer asistí al funeral del padre de un amigo de antaño, y que a ambos no los veía desde hacía mucho tiempo. Fue muy emotivo, a tal punto de que casi me hacía llorar,  por las declaraciones  que se hicieron sentir a favor de un hombre, que no recuerdo muy bien su edad, pero que recogía el sentir de una esposa y de cinco hijos que estaban agradecidos con él por su legado, su ejemplo, su entrega a la familia, el amor a su esposa  y su carisma de amigo.
Fue cuando ya habían pasado los años en su vida, cuando ya estaba casado y con todo sus hijos desarrollados que conoció de Cristo de la manera en que tú yo lo conocemos, pero en esos años de vida que lo conoció perfeccionó ese amor que manifestó de antaño:
1.       Con un trabajo de taxista, crió a sus hijos y les dio sus estudios, la herencia de que muchos padres desean dar a su hijos, y que algunos la rechazan.
2.       Les dio ejemplo a seguir, pues conoció a su esposa de joven y murió siempre con ella. No conocí de parte de mi amigo, su hijo, que tuviera infidelidades.  Y así partió de este mundo, pudiendo ver a sus hijos, cada uno con su cónyuge e hijos, poniendo en práctica, cada uno, sus habilidades y destrezas producto de sus estudios.
3.       La salvación llegó primero a uno de sus hijos, al mayor  y creo, estoy seguro, que ahora sus hijos y nietos gozan de la buena salvación, la única, la que vale, la que tiene promesa.
4.       Sacrificaba su propio bienestar, para que cada hijo tuviese algo que estrenar, algo que vestir, algo que calzar.
Y serían muchas más las virtudes de las que se pueden enumerar de este padre de familia, pero llega el tiempo en que Dios nos llama a su presencia y tenemos que irnos, de una u otra manera, sanos o enfermos, pobre o rico.  Este padre de familia murió siendo salvo, pero su cuerpo estaba sufriendo de una enfermedad que lo llevó a la muerte. Pero murió, ya no triste, sino alegre porque entendió de que es sólo una paso temporal, de la muerte a vida eterna.
Ahora, bien, algo parecido pasó con Moisés, un siervo que pasó mucho tiempo, fuera de su casa patriarcal, lejos del conocimiento del Dios de Israel, pero fue llamado a ser el líder de más de un millón de personas.  Conoció a Dios en una zarza ardiente, cuando tenía  cuarenta años, digamos que ya estaba con años avanzados. Pero su convicción a servir a Dios  y su humildad, después de todo un proceso fue tan grande que se ganó la gracia de Dios, hablando con él como cuando se habla a un amigo apreciado: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero.” Ex. 33:11,
Pero como a todo hombre, que en algunos momentos caemos en debilidades, Moisés no fue la excepción, y aún con ese grado de intimidad que tenia con Dios, no le fue pasado por alto aquel error de haber golpeado a la roca en el desierto(la Roca era Cristo), cuando la instrucción era clara de hablarle y no golpearle. Num. 20:1-13 Son momentos en que uno hace algo, y uno piensa que no va haber consecuencias, y que sí, muchas veces no las hay de inmediato, pasa el tiempo y no pasa nada y hasta se le llega a olvidar a cualquiera de nosotros en la mente, pero en el cuaderno de Dios todo está apuntado, para aquel convertido como para el que no. Son de esos  momentos que se nos da la  gracia y la echamos a perder en un arrebato de cólera, en un momento de infidelidad, en un momento donde podemos tomar lo ajeno sin pensar en las consecuencias, en un momento de dolor y tomamos venganza, etc .  Después, años después, aparecen aquellos malestares en el  vientre, en los riñones, en el hígado, producto de aquella vida desordenada.
Moisés no pudo gozar de la tierra prometida, tierra por al cual luchó sin descanso, derrotando reyes poderosos, gigantes, sino que sólo la pudo contemplar con sus ojos, y serían otros los que pasarían y uno de ellos tomaría su lugar.
Pero a pesar de esta situación, a lo cual  usted le puede llamar “castigo o disciplina” por parte de Dios a Moisés, Dios fue y sigue siendo ese amigo con Moisés. No lo abandonó, no lo desechó de su gloria, sino que ha sido el ejemplo que por miles de años se nos ha dado el ejemplo de un siervo humilde, de un hombre con poder y liderazgo. 
Fue Dios el único que asistió a su entierro, no hubo llantos, no hubo lamentos en ese momento de su funeral. ¡Qué maravilla! Que aunque ninguno de sus colaboradores, amigos, hijos o familiares lo sepultaron,  fue suficiente la presencia de Dios en su funeral, la gloria de Dios y Dios mismo estaban ahí. La Biblia nos dice que  “Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.” Deut. 34:7
Concluimos con esto amigo y hermano en Cristo:  Qué no importa qué hagamos, hay siempre consecuencias que tendríamos que ver si nos conviene o no hacerlas. Un traguito de licor, una salidita con alguien fuera del matrimonio, una noche de placer con este o con aquel, una sutraída de dinero de aquella cartera mal puesta, de una mentira en el trabajo, de varias cosas.   Muchos somos llamados a seguir a Cristo, como en mi caso, lo acepté a los 33 años, pero en los años anteriores, pude haber hecho algunas cosas que me pueden traer consecuencias en el futuro, sean legales, sean corporales, físicas, etc. Esas consecuencias las podemos sufrir ya estando en el evangelio y de seguro algo vamos a pagar, aunque la misericordia de Dios es tan grande que él es soberano y parar aquello que nos afecte. Decía el pastor López Bertrand, el primer pastor que conocí, que tarde o temprano Dios nos pasa la factura.  Lo único que nos consuela es que aunque Él nos pase la factura, no nos desecha, no nos margina de su presencia. Procura hacer siempre lo bueno, métete a practicar lo que la Palabra te predica en los sermones de tu iglesia, de tu pastor y comienza a darle honra Jesús y cuídate de ti mismo para que cuando llegue ese momento de partida de esta vida terrenal, sea el mismo Dios que esté en tu funeral, llenando con gloria esa reunión con la gente que queda agradecida por el legado que has dejado.
Oración:
Dios danos la sabiduría de oír tu voz y ponerla en práctica en vida, haciendo lo bueno. Gracias por darnos la oportunidad de conocerte, de servirte y de gozar de muchas maravillas que has hecho por nosotros y para nosotros. Gracias por darnos hijos, esposa, esposo, amigos, vecinos, compañeros, en donde podamos decir que tenemos razones para vivir, de un camino a seguir y de corazón para compartir lleno de una Palabra Buena. Si fallamos en algo Señor, danos la oportunidad de enmendarlo y que las consecuencias no sean para muerte sino para corrección de nuestro caminar. Amén  Dios les bendiga. Ps. Roberto González