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sábado, 29 de noviembre de 2014

EL EFECTO DE LA SOBERBIA



Abdías 3-4
3 La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? 
4 Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido,


¿Qué es  la soberbia? Orgullo o sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato despectivo y desconsiderado hacia ellos.
Si de algo estamos seguros, es que la soberbia no es buena y es mala consejera.  La soberbia tiene su origen en el corazón perverso y mal agradecido.  Por la soberbia, Lucifer quiso darle golpe de estado a Dios en su trono y quiso ser como él.  La soberbia es engañosa en la mente y en el corazón de quien la ostenta.  Nos hace creer que somos indispensables y con ese orgullo no somos agradecidos con los jefes, con nuestros empleados, con nuestros  amigos.  En las cosas del Reino de Dios, nadie es indispensable, por más que diezme, por más que sirva, por más que forme de esto o de lo otro.  Siempre me recuerdo de las palabras de aquel predicador que me sacaba lágrimas cuando lo escuchaba, Hugo Solís que decía: Jesús y yo somos mayoría.  La soberbia en un hijo de Dios puede acarrearle graves consecuencias cuando hemos experimentado muchas bondades de parte de él y le damos la espalda.
Cuando por algún motivo, aquella persona deja de llegar a la iglesia por una amonestación, por una indiferencia, ella se ofende y dice: “no me han evaluado como se debe, si yo hago esto, yo hago lo otro, yo aquí, yo allá….no me estiman,  etc”. eso trae como consecuencia amargura, trae resentimiento y orgullo. Deja de ir, deja de diezmar, deja de servir. Aunque tácitamente no lo dice, su actitud está dando a entender que no necesita de Dios, de que no necesita de la comunión de los hermanos, que basta y sobra que “Dios está con él”. Y aunque ciertamente Dios está con él, pero no de la manera como Dios quisiera estar con él: Una comunión amplia y sincera. 
Mi amigo o amiga. Cuídese de la soberbia. Ye te dije, es engañadora y las consecuencias pueden ser muy dolorosas:
1)      Creerte superior es contrario a lo que Jesús nos enseñó: ser manso y humilde.  Dios nos lleva de nivel en nivel, de abajo hacia arriba. Cuando estamos en alturas que no imaginamos, entonces le damos la espalda a aquel que abrió sus puertas y nos olvidamos de él y ahora la confianza es en el dinero, el negocio, el cónyuge, el trabajo. La bonanza puede acabar.  Nos olvidamos de que él siempre tiene control de todo.
2)      Pensamos que nadie nos hará competencia, que nadie nos ganará el mandado y resulta que llega el momento en que otro viene, levanta su negocio y te da vuelta de gato a lo tuyo. O llega el revoltón, o la langosta y te quita todo lo que tenías, llega la enfermedad, la escasez y entonces ¿A quién tienes?  Los amigos hasta cierto punto te ayudan pero con el paso del tiempo llegas a ser una carga y de alguna manera se quieren librar de ti.
Recuerda, Dios siempre tiene misiles anti aire que te alcanzarán donde quiera que te vayas, donde quiera que subas. Y de ahí te derribará, fácilmente como baja la espuma de la leche hervida. 
Conozco de ovejas que se han ido al mundo y ya no participan de nuestras fiestas ni van a otro redil y han pasado años así. Su soberbia les dice: “ya ves, no te ha pasado nada, hasta aquí has comido, trabajado, dormido y no te ha pasado nada”. Su corazón los ha engañado, pero viene el día malo(Eclesiastes 12:1). De eso acordémonos, viene ese día en donde esa altura dónde estás será tu arma de doble filo contra ti. Mientras más alto estés más duro será el golpe cuando caigas.
En mejor entonces, volver el rostro al Señor y decirle: “he pecado contra el cielo y contra ti” y dale paso a la humildad, a la sabiduría y verás que te irá mejor.
Te animamos a que te cuides de este mal para que estés en gracia con aquel que estás bajo autoridad. Verás que te irá bien.  Pide ayuda al Espíritu Santo y te encaminará a toda verdad.
Que mi Dios te bendiga y multiplique las bendiciones ahora.  En el nombre de Jesús, amén.


lunes, 3 de mayo de 2010

AYER COMO HOY


AYER COMO HOY
1ª. Corintios 2:1-5
2:1 Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. 
2:2 Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 
2:3 Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;
2:4 y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, 
2:5 para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 



¿Alguna vez te has peguntado, que cualidad tuya  es la que otros quisieran tener o imitar de ti?
En este fin de semana, me tocó atender a un funeral, y era el hijo de una hermana en Cristo, que fue asesinado cumpliendo su trabajo, pues era agente de seguridad privada en una empresa. Y uno de sus hijos del difunto, el mayor, decía palabras de admiración y de amor para con su padre y al igual que otros, decían que querían ser como él. En mi mente se me vino el pensamiento de que todos nosotros como hijos de Dios debiésemos de tener una cualidad de la cual los conocidos nuestros debiesen de imitar y recordar: Ya sea por el carácter de un “Josué” cuando decía; “Yo y mi casa serviremos a Jehová” o la convicción o  tenacidad de Jacob, cuando decía “No te dejaré hasta que me bendigas” o la adoración que tenía David, cuando expresaba: “Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Creo firmemente que cuando el apóstol Pablo nos dice que “sino con demostración del Espíritu y de poder” era su cualidad más importante para imitarlo, es decir, él ya había encontrado el provecho o beneficio de tener al Espíritu Santo como la parte más importante  de su interior para su campaña evangelística. Y es que cualquiera puede pensar que tener al Espíritu Santo dentro de nosotros podemos hacer  una especie de show para entretener a las personas y que puedan creer en nosotros y en el poder de Dios.
Pablo nos argumenta que es tan sencillo hablar de Cristo, de su muerte y resurrección porque lo anunciamos en nosotros mismos.
En la lectura que hemos puesto como base de este mensaje encontramos lo siguiente:
1.      Debemos de anunciar ese cariño tan especial de Dios sobre los hombres, ese es el testimonio de Dios: “envió a su hijo a morir por nosotros”
2.      No hay que rebuscar palabras para presentar el Plan de Salvación.
3.      Tener claro que lo vamos a hablar es sólo de Jesús con los conocidos o desconocidos e inclusive con los mismos hermanos en la fe. Algunas veces nos desviamos del tema y terminamos hablando del pastor, del diácono, del servidor que abre la puerta  de la iglesia, del que barre en las gradas, del vecino, del jefe, etc. Recalco esto porque es muy dañino hablar de otros, porque hablamos mal de nuestro propio cuerpo. Jesús habló poco, preguntó poco a la mujer adúltera que le llevaron aquellos “espirituales”.
4.      La debilidad que nos habla Pablo es aquella que encontramos en las personas cuando no conocen de Dios, nos perjuiciamos en su primer apariencia, o en las impresiones que nos informan otras personas. Tememos de las reacciones que nos dirán aquellas personas que tienen un carácter “muy serio”. Recuerdo a un hermano de la iglesia, que lo tuvimos como vecino de la iglesia, a la par vivía, pero tenía la fama de un “drogadicto, de pistolero, de jefe de maras, etc” y hablábamos con su esposa e incluso ella venía a la iglesia. Pero al verle sentía cierto temor, nunca le hablé directamente del amor de Cristo. Se mudaron a otra casa como a 1 km. de la iglesia, pero un día, la esposa vino a buscarme porque quería que orásemos por su esposo por que estaba enfermo. Al domingo siguiente él vino a la iglesia al culto, me lo presentó ella, venía a darle gracias a Dios por su recuperación y cruzamos varias palabras y me permitió conocerle más. Ciertamente tenía un pasado terrible y un carácter serio pero aprendí a que aún las personas que han sido criminales tienen en algún lado de su corazón una parte sensible que hasta con los cachorros de gato se muestra cariñoso. Ahora él es miembro activo de la iglesia.
5.      Predicar a Jesús no es con pensamientos ni conocimiento de hombres, sino con la gracia y conocimiento que nos regala el Espíritu Santo. Cierto día Jesús le pregunta a sus discípulos: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?  Y Pedro responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” Jesús le contesta “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” Pedro contesta pero no con el pensamiento de hombre sino con la que El Espíritu Santo nos revela a través del Espíritu Santo.
6.      Las consecuencias de predicar con el poder del Espíritu Santo es que la gente encuentra la respuesta a su necesidad, a su clamor. Nuestros pensamientos no son como los de Dios. Dice Isaías “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” Cuando esos pensamientos se forman en nosotros en forma  tangible, la inspiración es mas fuerte en nosotros y la gente cree más en Dios. Nuestro auditorio siente ese toque especial de Dios en la ministración de la Palabra de Dios.

Eso es así, la misma humildad de Jesús al predicar su Palabra, la pasión por las almas, la convicción y la autoridad de su palabra debe ser la misma con la que predicamos hoy. No es necesario hablar de grandezas, ni hacerlas saber por altoparlantes para que sepan que es una iglesia que predica de Dios, sino con la palabra sencilla y verdadera que transforma la vida de muchas personas. A eso le vamos nosotros como iglesia para que en el futuro de la iglesia, de la ciudad y de nuestro país sean alcanzado por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración:
Amado Padre, danos siempre la sabiduría de tu Espíritu Santo y la gracia para presentar a Nuestro Salvador como un tesoro inapreciable, de valioso poder, de Castillo Fuerte y de Refugio para todos aquellos que no le conocen. Danos la sencillez y la convicción de predicar a un Cristo Vivo y Poderoso, amén.

lunes, 9 de noviembre de 2009

El que me confesare delante de los hombres

El que me confesare delante de los hombres

San Lucas 12:8)

“Os digo que todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;

Haga de su petición un milagro en la realidad:

Lo que le estoy escribiendo es tan simple como el alfabeto en español que usted se sabe. Le verdad que encierra la porción de la Biblia es tan sencilla pero tan poderosa como la fuerza que desata la energía atómica.

¿Se recuerda usted cuando recibió a Cristo? ¿Cómo lo hizo, se recuerda? Creo que todos los que estamos leyendo esta nota lo hicimos haciendo una confesión con nuestra boca, que Jesús es el Señor y le pedimos perdón por nuestros pecados que cometimos y le declaramos que Él era el Hijo de Dios. Ahora bien esa confesión dice Romanos 10:9 nos lleva a ser salvos. Acá esta la clave de todo esto o el misterio por el cual la Palabra de Dios nos dice Os digo que todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios”

Te recuerdo una cosa:

¿Qué dio Dios para que tú seas salvo? A Jesucristo….su hijo. Y lo creíste por fe. Ahora bien, entre ese precio de salvación y el precio de tu sanidad ¿Cuál es la más cara? Pienso que tu salvación, porque después de la salvación vienen todas las cosas por añadidura….Ahora bien, Dios nos manda a que hagamos una proclama: ¡¡CRISTO ES MI REY!!. Que así como le confesamos para salvación, también le confesemos para la sanidad de nuestras dolencias.

Por ello te doy los siguientes ítems que nos ayudarán a conseguir ese milagro tan especial que tanto necesitamos en nuestra persona, en nuestra familia o en nuestra comunidad:

1. Confiese que hay un Dios en el lugar donde se reune o en el lugar donde está haciendo su petición.

Si va a una iglesia, sea en un servicio donde se provoque la misericordia de Dios, como en nuestro caso, que los días sábados nuestro servicio se llama: “ábado de Milagros” confiese que ahí está Dios, que hay otros adoradores como usted que buscan de Dios. La Palabra de Dios es fiel cuando dice que donde hay dos o más reunidos en su nombre ahí está Él. Después de creer esto, alegre el corazón y gócese con sólo el hecho de pensar que va para la iglesia. El salmo 122:1 nos dice:

Yo me alegré con los que me decían:
A la casa de Jehová iremos.

Y luego de creer firmemente esta promesa actúe…

2. Sea un verdadero adorador

Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra (Habacuc 2:20)

Transformemos este santuario en olor agradable a Dios, y compórtese a la altura de un hijo de la Gran Familia de Dios.

Dice la Biblia en Juan Cap. 4:

4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

Cuando hemos llegado a este momento, confiese en la omnipotencia de Dios, confiese su grandeza, su amor para con todos nosotros y con toda la reverencia de un rey, esté a la expectativa de lo que hará.

3. Clame a Dios:

I. Por su fidelidad, por esa promesa de no dejarnos y que está con nosotros.
Mateo 28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Hebreos 13:6 No te desampararé, ni te dejaré;Deuteronomio 31. 6-8Josue 1. 5

II. Porque para Dios tú eres su pueblo: 1s Pedro: 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, ( Exodo 19. 5-6 pueblo adquirido por Dios, Deuteronomio 4. 20 Deuteronomio 7. 6 Deuteronomio 14. 2 Deuteronomio 26. 18 Tito 2. 14 ) para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

III. No hay otro Otro dios a quien clamar: "¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra." (Sal. 73:25).

4. HUMILLESE ANTE DIOS….

a) No tenemos a nadie ni nada que supla a Dios: Dice el salmo 121:1-2 Alzare mis ojos a los montes;¿De donde vendrá mi socorro? mi socorro viene de Jehová,

Confiese que el nuestro Dios, y que creemos que Él es quien nos suple todas nuestras necesidades, según Filipenses 4:19

El libro “Buenos días Espíritu Santo”del hno. Benny Himm nos exhorta a que confesemos a Dios como el Dios de Abraham, Dios de Jacob, etc….con la idea principal de que el no ha cambiado desde la eternidad y no lo hará, por amor a nosotros.

b) La altivez no es buena, más la humildad de espíritu eso sí agrada a Dios:

Dice 2° Crónicas:

7:14 Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

Algunas veces, sabiendo de que tenemos que estar humillados nos mostramos altivos en no estrechar la mano de un amigo que nos ofendió, nos mostramos orgullosos de los privilegios que nos han dado y menospreciamos a otros hermanos, les hacemos ver que sólo nuestra iglesia es la más santa, la más aventajada, etc…..Se nos olvida que Dios es soberano y que Él ocupa a cualquiera como él quiere, aun a los paganos e inconversos. Si somos tan espirituales, debiésemos de mostrar esa humildad, por que ello le agrada a Dios, "Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes" (I Pedro 5:5)

Si he de mostrar orgullo, es cuando predico el evangelio, cuando hablo del amor de Dios sobre mi vida y de donde me ha sacado Dios.

DIOS TE BENDIGA.