miércoles, 23 de marzo de 2016

LA SOBERBIA



Ojos altivos y corazón arrogante, lámpara de los impíos; eso es pecado.”
Proverbios 21:4
San Agustín decía: “La soberbia no es grandeza, sino hinchazón y lo que está hinchado no está sano”.

La Biblia nos habla de un pequeño hombre de estatura, llamado Zaqueo (Lucas 19:1-10) a quien le había llegado la noticia de que había alguien llamado Jesús que sanaba enfermos, curaba leprosos, resucitaba muertos, etc. y sintió la necesidad de ir a verle. Se informó por donde él iba a pasar y ahí lo iba a esperar. Como tenía ese impedimento de ser pequeño, no podía esperarlo junto con los demás para poder verle, así que pensó en algo grande: ¡subirse a un árbol! Y así lo hizo. Él iba determinado a verle y lo esperó pacientemente. ¿Pero cuál fue su sorpresa?  Que Jesús lo hizo bajar de ese árbol y le hizo que lo llevara Que muchas veces queremos ver a Jesús, es lícito, pero lo queremos hacer a nuestra manera: Con altivez, con orgullo, son justificaciones.  No mi amado lector o lectora. No podemos ver a Jesús sin antes humillarnos. No podemos ver a Jesús de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba.  Siempre que te presentes ante Dios, preséntate humillado, que él te levante y te diga: ¡Entra al gozo de tu Señor!
Tampoco mires a los demás por encima de tu hombro, vea a los demás como su hermano, como su amigo, con la buena disposición de ayudar en todo momento y con buena actitud.

Dios bendiga tu día y te haga sonreír.

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