jueves, 29 de junio de 2023

Los Reclamos De Dios 05022023

 

Los reclamos de Dios



Los reclamos son una especie de llamado de Atención para hacernos saber que algo que se ha hecho no ha estado bien, hemos fallado en algo, hemos hablado más de la cuenta, hemos dejado de hacer algo, etc, En fin, en algo hemos fallado.

Y sepa que muchas cosas que hablamos, cosas sencillas, así como cosas que hacemos sencillitas, pero que no van con el carácter de Dios, él nos pedirá cuenta, tendrá su reclamo, ya que para Él, todo es importante.

Así que el siguiente mensaje va encaminado a que trates de no caer en esos reclamos que tarde o temprano vamos a recibir de Dios.

La Biblia está llena de pasajes bíblicos donde Dios le hace reclamo al hombre.  El libro de Malaquías es un pequeño libro en capítulos pero en cada uno de ellos lleva un importante reclamo para su pueblo, para sus sacerdotes, para sus hijos.

 

Primer Reclamo

“Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob,” Malaquías 1:2

Desde la creación, El Señor no ha dado muestras de su amor, y sigue hasta el fin del mundo.  Israel ha recibido tantas manifestaciones de amor como nadie.  ¿Acaso no era Jacob, una especie de malacate, maleante, trinquetero, usurpador, etc.? Y a este personaje Dios da testimonio de que lo amó.  ¿Y que dice Romanos 5:8? Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. El problema es que el hombre siempre ha de manifestar su espíritu rebelde, altanero, insolente para con Dios. Cuándo Él te ha de preguntar algo o de reclamar algo, nuestra actitud ha de ser de humillación, no altanero refutando lo que Él nos dice o nos reclama. Y si sabiendo que por hacer lo malo, Dios nos castiga, ¿Cómo es que recibiendo el castigo, queremos seguir haciendo lo que a nosotros nos parece bien?  Lea el versículo 1:3

“y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto.

1:4 Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre.”

Recuerde lo que Hebreos nos enseña que Dios al que toma por hijo lo disciplina y deberíamos de recibir esa disciplina como humildad, con humillación y con regocijo porque es para nuestro bien.

Y habrá tantos versículos que tratar para que podamos ver cuánto nos ama Dios, que envió  su hijo a morir por nosotros.  Juan 3:16

 

Segundo Reclamo:

1:6 El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?

Un padre se siente orgulloso de que su hijo saque buenas notas en la escuela, que las personas de la calle tengan buen concepto de él, que el hijo sea fuerte y buen amigo.  Asimismo, nuestro Padre Celestial le agrada que le honremos en público y no precisamente que vayamos a gritar que “padre tan bueno tenemos”, sino que hagamos cosas en las cuales él se pueda sentir orgulloso de nosotros.  Imagínate en el caso de David, de Daniel, de Jeremías, de José, que no tenían a Dios como padre, sin embargo las Escrituras Sagradas nos dan buen testimonio de su caminar y de su fe.  En la 3ª carta de San Juan, ver. 4 nos dice lo siguiente: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.” Eso es honrar a Papá, que todo mundo hable de nosotros pero en bien, de que somos honrados, confiables, que somos animosos, que nos gusta hacer el bien, que nos vestimos bien como príncipes o princesas,  que en casa no tenemos cosas viejas todas remendadas, que no le debemos a medio mundo, que nos llevamos bien con todos, que nos gusta ayudar al prójimo, etc.

Ahora bien, también nos reclama que si nosotros le llamamos es porque reconocemos su señorío, su poder y autoridad, pero nos dice que no es así, que no le tenemos respeto en lo más mínimo.  No le pedimos permiso para hacer esto o aquello, no le consultamos nuestros planes, llegamos tarde a su casa, no hacemos bien las cosas para lo que nos han encomendado, no le prestamos atención, le llevamos migajas de ofrendas, le damos lo peor de nuestra vida o de nuestras posesiones y no le damos lo mejor. Le cantamos a Dios a cuenta gotas, y si le cantamos es porque nos han rogado un montón de veces; y si nos subimos al Altar de Dios no nos preocupamos de estar sin amarguras, sin odios, sin enojos, nos da lo mismo, cuando Él quiere que le demos sacrificios de alabanzas, le demos nuestro mejor servicio sin rezongar, bien preparados, etc.

¿Qué le estamos dando al Señor? El Señor Jesús nos recuerda  en el relato de la viuda y del rico en la sinagoga, que quien puso más, si la viuda o el rico Lc 21, 1-4  El rico puso lo que le sobraba y aunque Dios bastante, no lo honró como debía de hacerlo como Señor.

 

Tercer Reclamo:

2:13 Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano.

2:14 Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.

  Acá es el caso de alguien que le viene un sinfín de problemas y que vendrá a la casa de Dios para presentar sacrificios y ofrendas para que Dios le ayude, pero el asunto es que a esta persona se le ha pasado por alto o no se ha puesto a pensar de las serias consecuencias que trae su infidelidad con la que es su esposa, sobre todo con aquella con la que ya lleva varios años de convivencia, donde ella le ha dado su juventud a su lado soportando un sinfín de situaciones donde el hombre ha fallado. No ha estado con ella en la enfermedad, no ha estado con ella en los momentos de tristeza por alguna causa grave o leve, no la acompañado a comprar al supermercado en los tiempos de frío, le ha quitado el dinero que ella había ahorrado todo para que se fuera a beber con sus amigotes o a malgastarlo en cosas que no tienen razón de estar en casa como cosas suntuosas, etc.  La deslealtad no necesariamente puede ser con sexo sino con acciones que hacen que las esposas se sientan  no amadas o correspondidas, porque ciertamente las mujeres se dan mucho a querer con su esposo o su marido. Cuando lees los versículos anteriores, te das cuenta que en el sacerdocio dado a Leví, no fue de bochorno sino de paz y de vida, de provisión, de alegría.  Así que cuando  el hombre se casa por la mano de Dios, éste pasa a hacer sacerdote de su casa, donde él tiene que ejercer su sacerdocio irreprensible, ser un modelo para los hijos, mostrar el camino de Dios, no corromper las buenas costumbre y principios que Dios ha puesto como ley. Pero cuando es desleal con la mujer de su juventud, ésta y sus hijos son corrompidos por el esposo o padre y ahí comienza el enojo de Dios, a tal grado que le trae escasez y bochorno a su vida.

 

Cuarto  reclamo:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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