domingo, 16 de agosto de 2009

CUANDO DIOS TE HACE BRILLAR

CUANDO DIOS TE HACE BRILLAR

Mateo 27: 57-61

27:57 Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús.

27:58 Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo.

27:59 Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia,

27:60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.

27:61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.


Todos los que hemos confesado que Cristo es nuestro Salvador, y habiendo sido de alguna manera discipulado en su momento hemos recibido capacitaciones en alguna área de nuestra vida, donde hemos descubierto alguna habilidad o potencial para nuestro beneficio, para nuestro hogar o ministerio.

En ese momento de llamado nos discipularon de tal manera que nos identificamos con la iglesia, con el pastor o con el líder. Llegamos a servir, llegamos a formar parte de una congregación, de una célula o de una misión evangelizadora. Brillabas tan natural como las estrellas en la noche y digo “brillabas” porque puede ser que ya no haya ese fuego tan grande en ti. Dios te mandó a que resplandecieras, pues el mismo Jesús te da ese brillo, ese resplandor y la gente lo nota. Me acuerdo de un retiro que hice hace varios años, el cual duró tres días completos, y en ese período Dios me habló, me animó, me hizo pedir perdón de corazón como a perdonar aquellos que me habían ofendido. Le pedí perdón a mi propia hija, por lo malo que había actuado con su madre cuando ella estaba en su vientre, en fin fue tan linda esa experiencia, que bien me acuerdo que antes de salir a ese retiro, uno de mis tutores me llevó a un espejo y me dijo: Ve ese rostro y verás que cuando regreses no será el mismo rostro. Cuando regresé de ese maravilloso retiro, mi familia y mis amigos me decían que me veían diferente y que mi rostro resplandecía.

Dios nos dice en la Biblia, en Isaías 60:1 “Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz , y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”.

Pero en ocasiones, el enemigo pone un decreto contra nosotros para que no brillemos, aunado nuestra debilidad en alguna área, el enemigo se aprovecha y le abrimos puertas a tal grado que terminamos como macetas de corredor que ya no pasamos de la misma función y que con el tiempo se deterioran con todo el ambiente a su alrededor.


Ese es el caso de este hombre llamado José de Arimatea, hombre con las siguientes características:

1. Hombre rico

2. Era miembro noble del concilio (Marcos 15:42)

3. Era osado

4. Era varón bueno y justo (Juan 23:50)

5. Era hombre de convicciones radicales

6. Tenía miedo a los judíos

7. Conocía a Nicodemo, otro discípulo de Jesús que lo seguía en secreto, el cual le ayudó a poner a Jesús en el sepulcro. Juan 20:38

Con todas estas características, José se había apartado de la buena doctrina de Jesús, de su compañía, de su enseñanza, de su amor, porque había temor en él, de su estatus social para con los judíos y principales religiosos. Nos apartamos de Jesús por intereses propios, para complacer a la carne. Muchas de las ausencias de hermanos en la iglesia es porque han sido puesto en disciplina por cuestiones de fornicación, de adulterio, y dejan de ir, porque quieren seguir en la misma situación carnal o dejan de ir por que “que dirán” los demás hermanos si me ven disciplina. Y aunque no es el punto central “la disciplina” bien nos hace someternos a nuestras autoridades y dejar de hacer aquello en que nos han pillado.

Y sucede que aunque nos separemos de él, él siempre nos da oportunidades de corregir ese error, de sacar ese “valiente guerrero” que hay dentro de ti, pues siempre se nos presenta ocasiones en donde distinguimos, dentro de aquellos que están bien en todo(al menos en apariencia. Gracias a ese amor infinito de Jesús que nos da la oportunidad de volver a brillar, es decir de volver a tomar decisiones correctas, de volver a tener ese liderazgo en el ministerio pese a que hayamos quededado mal con otras personas.

A nadie le gusta que nos digan nuestras verdades o que alguien de nuestro mismo equipo opine diferente a nuestro pensamiento. Lo juzgamos como traidor, como vendepatria, y lo marginamos por sólo el hecho de que opine diferente a nosotros.

Ponte a pensar de que José formaba parte del Concilio y disintió con ellos por lo que se le acusaba a Jesús. Pudiesen haber quedado prejuiciados con él, pero dice la escritura que osadamente le pidió el cuerpo de Jesús a Pilato. Sacó a relucir su inteligencia con la que había sido instruido, aparte de que el tiempo apremiaba porque se acercaba el momento de los preparativos del día de reposo. En pocas palabras, sacó fuerzas de flaqueza ante la situación apremiante, ya que los demás discípulos, los “titulares” se habían desaparecido. Su nombre ahora aparece en los cuatro evangelio, no porque haya abandonado a Jesús, sino por recobrar su sensatez y volver a servir a Jesús. Siempre es bueno actuar correctamente, porque la conciencia, El Espíritu Santo, te recuerda cual es tu deber. Cuando escuchemos en nuestro interior que algo no está bien, que debemos de actuar, que debemos de hablar para pedir disculpas, es porque Dios te quiere hacer brillar, no te quiere opaco, no te quiere como una maceta. Te quiere activo, te quiere actuando bien, te quiere diligente, inteligente en todo por la misma palabra de Dios. Acuérdate, de estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; (Filipenses 1:6) DIOS TE BENDIGA.

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