viernes, 23 de septiembre de 2011

PROMESAS, HERENCIA, POSESIÓN Y PROSPERIDAD

PROMESAS, HERENCIA, POSESIÓN Y PROSPERIDAD
Ezequiel 36:26-38
36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 
36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. 
36:28 Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.
36:29 Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. 
36:30 Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones. 
36:31 Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. 
36:32 No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel. 
36:33 Así ha dicho Jehová el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. 
36:34 Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron. 
36:35 Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas
36:36 Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová he hablado, y lo haré. 
36:37 Así ha dicho Jehová el Señor: Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños. 
36:38 Como las ovejas consagradas, como las ovejas de Jerusalén en sus fiestas solemnes, así las ciudades desiertas serán llenas de rebaños de hombres; y sabrán que yo soy Jehová


________________________________________________________________



El llamamiento del cristiano es irrevocable. He oído muchas afirmaciones de personas que dicen que se acercaron a Dios congregándose a una iglesia o habiendo aceptado a Jesús como su Salvador,  pero se retiraron de la iglesia, dejaron de orar y siguieron practicando lo que el mundo quiere que se haga, cayendo en señalamientos condenatorios y que la misma persona termina con un ánimo de derrota y de conformismo. 
También hablamos de aquellos siervos de Dios que han trabajado duro, sudando la camisa en la obra pero un momento dado cayeron en una tentación, cayeron en descrédito, fueron a parar a una cárcel, etc. dieron un mal testimonio de si mismos como de Cristo y también se sienten derrotados. 
Quiero en esta ocasión hablar de lo que implica ser “hijo de Dios”, según Juan 1:13 nos dice que los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.   
Ya hemos dicho que el libro de Ezequiel( que quiere decir Dios me fortalece) nos habla acerca de la historia de la humanidad con su relación con Dios: su llamado, su desobediencia, su idolatría, su infidelidad, etc, pero luego Dios los castiga, le hace juicios, pero al final Dios, por su amor mismo, por su santo nombre, vuelve a hacer de su pueblo un pueblo levantado y restaurado. La historia de Israel es nuestra historia con su relación con Dios.
Algunas veces hemos levantado juicios o condenas contra nuestros mismos hermanos, algo que Dios no le gusta, pues  sólo él pesa los corazones.
Cada uno de nosotros recibió a Cristo y es producto de una promesa, de una oración de alguien que lo hizo por nosotros. Yo mismo, recuerdo, oía de un amigo llamado Gustavo Serrano que me decía que oraba y ayunaba por mí para mi conversión. Hoy que lo tenemos, descuidamos esta promesa: “No te desampararé, ni te dejaré;
Ezequiel nos habla hoy, nos habla a personas inteligentes, que ya venimos de rodar en la tierra, de venir quizás como el hijo pródigo, derrotados, acabados, apestosos y con hambre y que hemos descubierto que en la casa de nuestro Padre Celestial hay abundancia, hay abrigo y hay amor.
Promete Dios poner un corazón nuevo y su Espíritu Santo en nosotros manifestándose con un poder extraordinario. Ya lo tenemos, pero perdimos ese primer amor. Ahora ese lindo recuerdo de ese primer amor, viene otra vez, y te dice “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.   Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. ” Isaías 60:1-2 Tenemos que entender que Dios nos desea ver sonrientes, después de un castigo severo, que recapacitemos y que volvamos a tener ese gozo al orar, de ser sensibles, de servirle con pasión.
Israel había sido echado o dispersado en otras naciones,  sus tierras habían sido codiciadas, sus ciudades habían sido destruídas y ahora eran la burla de otros pueblos y ponían el nombre de Dios con blasfemia, con menosprecio. El versículo 9 del Cap.  36 de Ezequiel encontramos esto: “Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados”  Dios trae nuevamente a su pueblo a su tierra, después de un exilio, después de una humillación, lo vuelve a traer a su tierra, y hasta a los mismos montes y valles Dios les ordena que van a ser florecientes, llenos de frutos y de arroyos refrescantes para su pueblo.
Esa misma promesa es para nosotros. Quizás ahora tenemos ruinas, quizás ahora tenemos mala fama, mala reputación, quizás ahora hemos sido señalados con mucha propiedad por nuestra malas acciones, pero te tengo noticias: DIOS NOS QUIERE HACER VOLVER A SU SENO, a su cobertura, a su abundancia y prosperidad.
Le predicaba a la congregación: DIOS nos recuerda que su palabra no es mentirosa, sino que se cumple. Al pueblo de Israel, le dice: Serán tierra deseada una vez más y mejor aún.  Cuando Dios quiere hacer lo bueno en nosotros, debemos de ser inteligentes y dejar que él haga con nosotros lo que se debe de hacer.
Así que amado, o amada, es tiempo de recordar: La promesa o el pacto, retomar la posesión y florecer en la prosperidad, con la condicionante de que tienes que volver con la misma acititud del Hijo Pródigo. Se que hallaremos amor, comida, vestido, refugio. 

Oración:
Padre, gracias por hacer ver que tu misericordia nos alcanza también. No pasamos por desapercibido que tus castigos o tu diciplina, ciertamente llegan y que lo merecemos, pero luego viene la oportunidad de estar nuevamente en comunión contigo, como cuando el padre castiga a su hijo pequeño y éste llora, pero al rato está nuevamente con el padre hablando y jugando, participando de la comunión entre ambos. Gracias mi padre, porque me amas y quieres lo mejor para cada de nosotros. Oramos por aquellos siervos, por aquellos hermanos, por aquellos jóvenes, que se han alejado de ti, pero que prontamente vendrán a tu regazo, de una u otra manera, tienes el control.
Gracias mi Dios. Amén.

No hay comentarios: