miércoles, 25 de febrero de 2009

LA SOLEDAD ES MALA CONSEJERA

LA SOLEDAD ES MALA CONSEJERA

Mateo 27: 3-5

Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,

diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!

Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó.


La soledad es un tema y una situación que tarde o temprano nos llega a todas las personas, sea por que la hemos provocado con nuestras acciones o llega de manera imprevista.

Según el diccionario de la Real Academia, soledad significa:

1. f. Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.

2. f. Lugar desierto, o tierra no habitada.

3. f. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.

La soledad también llega a todas las personas, sin importar la edad, condición social, económica o creencia religiosa. Pero en esta ocasión, vamos a enfocar el tema a aquellos hermanos de la Gran Familia de la Fe que también experimentan esta situación en este momento o conocen de alguien que la está pasando y que queremos ayudarles a seguir adelante con la mirada y la sonrisa de una persona especial para Dios.

Según el concepto 1 arriba descrito, dice la que “soledad” es “Carencia voluntaria o involuntaria de compañía”. Hay ocasiones en donde por algún facto externo a nosotros queremos estar solos, algunas veces enojado, otras veces en silencio. No siempre estar sólo es dañino, pues algunas veces nos apartamos para Dios en completa soledad, sólo él y nuestro espíritu y alma están ahí y eso ayuda mucho a nuestro crecimiento, pero la soledad que te aparta hasta de Dios, es la que el enemigo esta queriendo que tú tengas para devorarte los ánimos completamente.

En el libro de Eclesiastés, capítulo 4 encontramos una recomendación muy especial:

9 Más valen dos que uno,

porque obtienen más fruto de su esfuerzo.

10 Si caen, el uno levanta al otro.

¡Ay del que cae

y no tiene quien lo levante!

12 Uno solo puede ser vencido,

pero dos pueden resistir.

¡La cuerda de tres hilos

no se rompe fácilmente!

Cuando Dios creó al hombre dijo: no es bueno que el hombre esté solo.

Ahora veamos algunas situaciones de soledad que podemos enfrentar:

  1. Cuando la soledad es por no aceptar una equivocación o error.

En el pasaje inicial que leímos, nos habla de una decisión fatal que hizo Judas al ahorcarse. Eran 12 los discípulos y todos comían en la misma mesa del Señor, salían a caminar juntos y a predicar juntos. Pero como siempre pasa en el ser humano, algunos nos movemos por cierto interés y fue el caso de Judas. Como comprenderán tal acción de Judas lo aisló de los demás compañeros pero no implicaba que no le pudieran escuchar pedir perdón, disculpas, etc. Aparte de que de se equivocó de no pedir perdón al Señor Jesús, no acudió a sus amigos o alguno de ellos. Más de alguno le hubiera aconsejado ¡no te ahorques! ¡Hay solución! Es ahí donde Eclesiastés nos indica del fruto que se obtiene cuando son dos los que hablan o conversan de sus cosas. Sin embargo la soledad misma le contribuyó suicidarse. Dejó que su propia mente le aconsejara mal.

La juventud es una etapa de la vida en las personas y en ella entramos en algún momento de querer estar solos. ¡Déjeme vivir mi vida! le dice la muchacha o el muchacho a sus padres, quiero estar sólo, ustedes son cuadrados……más no sabe que también esa decisión lo llevará a estar solo y triste. En esa soledad puede acompañarle de momentos amargos pero así como el hijo pródigo reconoció su error, pudo volver a la casa de su padre y gozar de muchas cosas que había perdido así también la persona que reconoce su error puede volver a sentirse parte de una familia.

Esto me trae a la mente la decisión de algunas ovejas de la iglesia que deciden retirarse de la iglesia producto de algunas fallas que ellos han tenido y se alejan de Dios. En nuestro ministerio levantamos a alcohólicos y drogadictos y se que van a volver a tomar o a fumar droga, pero ellos piensan que ya fallaron y que no pueden acercarse a Dios. Eso es un error. También conozco de servidores de la iglesia que han fallado en alguna falta moral o administrativa digamos y se alejan producto de una pena, resentimiento, etc y se enojan con Dios y con la iglesia. No asisten y se aíslan en sus propias penas. Eso no es bueno.

  1. Cuando la soledad es por el temor de enfrentar un problema

1º Reyes 19:

1 Acab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, y cómo había

matado a todos los profetas a filo de espada. 2 Entonces Jezabel envió un

mensajero a que le dijera a Elías: «¡Que los dioses me castiguen sin piedad si

mañana a esta hora no te he quitado la *vida como tú se la quitaste a ellos!»

3 Elías se asustó y huyó para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de

Judá, dejó allí a su criado 4 y caminó todo un día por el desierto. Llegó adonde

había un arbusto, y se sentó a su sombra con ganas de morirse. «¡Estoy

harto, SEÑOR! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis

antepasados.»

Acabamos de leer una porción de alguien que momentos antes había sido un hombre victorioso, mató a 450 profetas con el fuego y poder de Dios, pero una amenaza que salió de labios de una mujer, la cual no era más grande que Dios, lo atemorizó y tal temor lo llevó a buscar un desierto. Llegó a una tierra desolada y tanto la misma situación de soledad como el ambiente que lo rodeaba llegó a tener malos pensamientos tales como “Estoy harto, SEÑOR! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados.»

Tal como lo habemos enunciado, la soledad es siempre mala consejera, pues Elías tenía que recordar que él era un profeta con convicciones arraigadas en la fé pero le dio cabida al temor y el temor a la soledad. Por ello la Biblia nos advierte que no le demos lugar al diablo, pues viene como hombre fuerte y nos ata. Al sentirse sólo Elías le vino el pensamiento de baja autoestima, desear la muerte para sí, ¿pero quienes somos nosotros para desear quitarnos la vida nosotros mismos? Como vemos en este caso, la soledad y el temor combinados hacen que el enemigo sonría, pues nos quita autoridad, nos baja los ánimos, pensamos mal de nuestra propia esposa o esposo, nos invaden los celos, nos deprime, etc.

Por ello es mi consejo que a los problemas tenemos que decirles: Te ato, con el dedo de Dios, pues aunque eres fuerte, hay alguien más fuerte que tú, se llama Jesús y con él El Espíritu Santo y con ellos somos más que vencedores.

  1. Cuando la soledad es producto de una propia decisión.

Pedro niega a Jesús

Mateo 26:69-75 – Mr 14:66-72; Lc 22:55-62; Jn 18:16-18,25-27

69 Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio, y una criada se

le acercó.

—Tú también estabas con Jesús de Galilea —le dijo.

70 Pero él lo negó delante de todos, diciendo:

—No sé de qué estás hablando.

71 Luego salió a la puerta, donde otra criada lo vio y dijo a los que estaban

allí:

—Éste estaba con Jesús de Nazaret.

72 Él lo volvió a negar, jurándoles:

—¡A ese hombre ni lo conozco!

Vemos ahora el cuadro de oro hombre sólo, así lo había decidido él, el muy orgulloso, el arrogante, como quiera llamarle o como sea usted. Hay algunas veces que por orgullo decimos que es preferible estar sólo que mal acompañado, cuando en realidad es por nuestra soberbia u orgullo que nos dejan solo o queremos estar solos. El caso de Pedro fue una lección para él ya que no había razón alguna para con los discípulos de estar aíslado de ellos, que aunque todos tuvieran temor, juntos habrían alcanzado valor, pues la Biblia nos dice que “La cuerda de tres hilos es difícil romperse” Ecle. 4:12, Todos juntos habrían apoyado a Pedro y él por supuesto se hubiera sentido valiente. El final de este relato usted lo conoce, Pedro lloró amargamente sólo después que se le corroboró lo que Jesús le había advertido: Una derrota y él no lo supo enfrentar, pues lo enfrentó sólo sin la ayuda de nadie.

Pero también existe la soledad voluntaria pero con la diferencia que se espera que tal soledad edifique nuestra alma, con Nuestro Dios a nuestro lado, hablando, susurrando a nuestro oído, escuchando su dulce voz. Esa soledad sí es buena, porque hay paz, hay bonanza, hay unción.

Veamos lo que Jesús nos recomendó:

Mateo 6: 6

6 Pero tú, cuando

te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está

en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.

Esa intimidad con Dios es buena; nuestro mismo Jesús hacía lo mismo, se apartaba de todos y en algunas ocasiones se llevaba a un grupo selecto para orar. De eso no hay discusión que Dios se agrada cuando te apartas para él, pero si te apartas de todo, incluyendo a Dios, las consecuencias de tal acto te pueden llevar a:

a) Decisiones equivocadas, inclusive hasta la muerte

b) Depresión, baja autoestima, degeneración de tu papel de hijo o hija de Dios

c) Sentimiento de culpa

d) Marginación de parte de los demás,

e) No hay paz en ninguna de las áreas de tu vida.

CONCLUSION:

Bien dice la Biblia en Eclesiastés 4: 10 Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Estar solo en momentos de crisis es una mala decisión, sea que nos hayan herido, nos hayamos equivocado o sea por cualquier circunstancia ajena a nuestro ser. La soledad te atrapa y es un estado de ánimo que no te hace salir de tu cama, de tu cuarto, pero Dios quiere que tú te sientas acompañado por él, pues hay una promesa tremenda cuando nos dice en Hebreos 13:5 «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.» y “Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” Mateo 28:19 b

Busque siempre una consejería de un buen amigo o hermano en la Fe, un pastor, de su padre o de su madre. Verá que siempre los consejos que recibe serán para verle bien desde la perspectiva personal por las propias experiencias vividas como también de la perspectiva de la Biblia, que es nuestra autoridad en obedecer. Jamás recibirá un consejo que vaya en deprimento suyo. Tampoco haga como aquella persona en soledad, que buscó la Palabra de Dios, es decir la Biblia y dijo adentro de sí :”donde abra la Biblia y ponga mi dedo, ahí estará la voz de Dios para mi vida” y vino y abrió la Biblia y puso su dedo en el libro de Juan 13:27b y decía Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Y seguiríamos diciendo que este sujeto cayó en más depresión e hizo lo que había pensado hacer. Esa no era la voluntad de Dios para con su vida. La Biblia es el Mapa de Nuestra Vida, y siempre nos da las soluciones pero primero diciéndole a Dios que nos hable para nuestra edificación y no abriéndola como un amuleto sino como la bendita Palabra de Dios..El que tenga oídos para oír que oiga,

DIOS LES BENDIGA[REG1] .


[REG1] Predicado en fecha 08-02-09

ES MALA CONSEJERA