Lea y entérese de lo que una iglesia en movimiento realiza en la ciudad de El Tránsito, que junto a su pastor transforman a familias a través de la Palabra de Dios y del amor de Jesús.
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. (Romanos: 8:11)
Hablar de la resurrección con la mayoría de personas no es tan apasionado como debiese de ser entre los creyentes, pues no dimensionan la nueva vida que comenzamos desde el día que aceptamos a Cristo.
Aún nos pasa como aquellas mujeres que venían al tercer día de la muerte de Jesús a su sepulcro a ponerle especies aromáticas, no para maravillarse de las palabras cumplidas cuando dijo que iba a resucitar al tercer día,.
En el evangelio de Marcos encontramos lo siguiente:
16:1 Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
16:2 Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.
16:3 Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?.
Tristemente nos pasa a aquellos que somos líderes y es que observamos a personas que no entienden la verdadera finalidad de ser cristiano, que no entiende el porqué va a la iglesia. Muchos vienen por religiosidad, por cumplir un voto o una promesa, pero no para ser un río de adoración al Rey de Reyes y que hay que prepararse a alabar a Cristo por la eternidad.
Muchos dicen que no cantan en la iglesia porque no tienen buena voz, les tomamos la palabra, pero al nombrarlos para que oren en público se niegan, dicen, ¡ay hermano! que ore otro, es que me da pena! Otras veces decimos: que pase un hermano o hermana a agradecer a Dios por tantas cosas que nos ha dado y tampoco pasan. Tienen material e insumos abundantes para decir una palabra y no la dicen….pero y entonces?
Si he comprendido que Jesús resucitó, nosotros también debiésemos de tener la esperanza de que resucitaremos para gloria de Dios y que una de las cosas que haremos eternamente es adorarle y alabarle. ¿Porqué no comenzar a vivir mi eternidad acá en la tierra?
La insignia de todo creyente es que resucitaremos en tiempo postrero, si es que ya hemos “muerto” en la carne físicamente.
La 1ª Carta a los Tesalonicenses nos dice: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él”.
La llave de nuestra resurrección radica en la fe en Jesús que me perdona todo pecado y lo he recibido como mi Salvador, pero también que venció a la muerte y que así también resucitarán todos aquellos que han creído en él. Por supuesto, para resucitar en ese tiempo postrero vamos a pasar por la muerte natural, en donde ese cuerpo físico dejará de existir, pero que al resucitar tendremos nuevo cuerpo transformado para Dios. Muchos le tienen miedo a la muerte física y son tantas las excusas que se tienen para no morir. Sin embargo usted debe de estar preparado para cuando ese día llegue y no tenerle miedo a la muerte, pues después de la muerte comenzaremos la nueva etapa del cristiano en la mejor vida sin igual.
Todo creyente entonces, debiese de tener la seguridad de:
1.El Espíritu Santo me levantará de mi sepulcro. Lo hizo una vez al convencerme de pecado y me levanto de entre los “muertos vivientes” y lo volverá a hacer cuando Jesús nos llame con voz de trompeta desde las nubes.
2.La muerte no tiene potestad sobre nosotros:
"Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella" (Hechos 2:24).
Cuando morimos, simplemente entendamos que vamos a “dormir” en el Señor.
3.Dios Es Noticia Sanadora en todo lugar
"Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano (Hechos 4:10).
4.Dios es Dios de casos difíciles hasta en la muerte
Pero Dios lo resucitó de la tumba (Hechos 13:30). ¿A cuantos de nosotros nos levantado casi de la tumba, de una enfermedad, de un problema familiar, etc?
"La cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy" (Hechos 13:33).
5.Recompensa de un cuerpo distinto, especial para Dios.
"Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David" (Hechos 13:34). Llegará el día en que este cuerpo que es templo del Espíritu Santo, será transformado en un cuerpo perfecto para Dios. Este viejo cuerpo no nos ayuda a permanecer en santidad, y hasta renegamos de él. Queremos ser altos, bajitos, de otro color; tener dientes de oro, etc.
6.Nuestra Fé
"Sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro" (Romanos 4:24).
7.Resucitados con Cristo para la Eternidad desde nuestro bautismo
"Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (Romanos 6:4). Comenzemos a andar dese ahora en una nueva vida, vida con la eternidad de Dios, desde hoy, puesto que desde que somos hijos de Dios, tenemos la promesa del Espíritu Santo en nosotros y por consiguiente una nueva vida en abundancia en días y en bondades.
14:6 Y los hijos de Judá vinieron a Josué en Gilgal; y Caleb, hijo de Jefone cenezeo, le dijo: Tú sabes lo que Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-barnea, tocante a mí y a ti.
14:7 Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió de Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón.
14:8 Y mis hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios.
14:9 Entonces Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios.
14:10 Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años.
14:11 Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar.
14:12 Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho.
14:13 Josué entonces le bendijo, y dio a Caleb hijo de Jefone a Hebrón por heredad.
14:14 Por tanto, Hebrón vino a ser heredad de Caleb hijo de Jefone cenezeo, hasta hoy, por cuanto había seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel.
Dentro de la viña del Señor (la iglesia) nos encontramos con gigantes, verdaderos gigantes que nos empujan cuando estamos débiles, vaya para ellos un mensaje de agradecimiento, por darnos ánimos, por creer en la Palabra Bendita de Dios, que no desmayan y aunque pasamos momentos de desánimo, están siempre con nosotros. Veamos este mensaje que hemos recibido vía correo pero su contenido se mantiene firme y sólo le hemos agregado algunos comentarios para enriquecer aún más este mensaje. ¿Estás listo? Pues a leer se ha dicho.
Una escena en Gilgal
La escena ocurre en Gilgal, en plena Tierra Prometida. Allí se entrevistan dos gigantes espirituales de la Antigüedad: Caleb y Josué. La cita ha despertado gran expectación. Es fácil imaginarse el silencio y la admiración de todos los testigos, tanto de los que rodean a Josué como de los que acompañan a Caleb, los hijos de Judá.
El relato bíblico no registra palabra alguna de Josué. Es Caleb quien toma la palabra Ellos se conocen de mucho tiempo. Estuvieron en Egipto en su juventud; eran parte del pueblo esclavo. Fueron testigos presénciales de las diez plagas, y vivieron toda la gloria del éxodo. Ellos también participaron de todas las desgracias del peregrinaje de cuarenta años por el desierto. Allí vieron caer uno por uno a los que habían pecado contra Dios.
De todos los mayores de veinte años que salieron de Egipto, ellos eran los únicos sobrevivientes. Para la congregación de Israel en aquellos días, Josué y Caleb eran, sin duda, dos héroes vivientes.
El episodio de Cades-Barnea
La primera alusión que hace Caleb es a la palabra de Jehová, dicha en Cades-Barnea. (14:6). Como sabemos, el episodio de Cades-Barnea fue fatal para Israel. Allí estaban en la posición perfecta para acometer la toma de posesión. No darían rodeo alguno. Todo estaba perfectamente ordenado. Sin embargo, el informe de los diez espías hizo desfallecer el corazón del pueblo. Ellos temieron en gran manera, desconfiaron del poder y la fidelidad de Aquel que los había librado de Egipto, que los había guardado y alimentado en el desierto, y se hundieron en la desesperación.
Dios entonces se enoja (“se irrita”) por cuanto no le creyeron “a pesar de todas las señales que había hecho en medio de ellos” (Núm.14:11). Gracias a la poderosa (y ejemplar) intercesión de Moisés, no fueron destruidos de inmediato (Núm.14:13-19); sin embargo, Dios sentencia: “Ninguno de los que me han irritado verá la tierra. Pero mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá por posesión.” (Núm.14:20-24).
Triste y fatal fue el destino de los incrédulos. Ellos sólo tuvieron ojos para las dificultades y problemas. El incrédulo es pesimista en esencia. Muchos cristianos hoy en día también lo son. No se puede contar con ellos para nada, y sus palabras desalientan a otros más débiles, a los que comienzan a creer, paralizando así el caminar del pueblo de Dios. (Que el Señor tenga de nosotros misericordia y nos libre de un espíritu tan tenebroso). Pero Dios había tomado nota de los fieles, y desde el cielo había dado testimonio a favor de ellos. “Mi siervo Caleb... decidió ir en pos de mí...” ¡Que el Señor multiplique los Caleb en este día en las iglesias! Josué también fue testigo de aquella dramática experiencia. También él fue fiel, por eso Jehová lo designó a él como sucesor de Moisés. Hasta ahora había guiado al pueblo exitosamente en la toma de posesión de la Tierra Prometida.
El secreto del vigor
Josué oye en silencio a su amado consiervo que viene a él con humildad reconociendo su autoridad. Es probable que Josué le haya observado con lágrimas. Hace poco Dios había hablado con él diciéndole: “Tú eres ya viejo, de edad avanzada...”, y ahora tiene frente a él al gran Caleb. Parece que los años no han pasado por él; se ve tan fuerte, tan lúcido, tan aferrado a la promesa que Jehová había hecho a su favor cuarenta y cinco años antes.
Hoy viene con toda la dignidad de un creyente a cobrar su promesa.
El secreto de la vitalidad de Caleb es haber cumplido siguiendo a “Jehová su Dios”. Ahora testifica a favor de Dios: “Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años.” Esto es atribuir toda la gloria al Señor: “Si estoy vivo, si estoy sano y vigoroso, todo se lo debo al que me sostiene.” Así también es en esta dispensación: quien vive en Cristo y por Cristo (Fil.1:21; Gál.2:20) está firme y estará firme y constante, creciendo en la obra del Señor siempre (1ª Cor.15:58), y avanzando también hacia la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (Ef.4:13). ¡Precioso ejemplo el de Caleb! Y oportuno para los que servimos al Señor en estos postreros días, en medio de esta generación maligna y apóstata, donde abundan los desertores, los que defraudan, los que niegan con sus hechos la fe que predican, los que causan tropiezos a los pequeños. Tenemos que aprender de un vencedor como Caleb. Hombres como éste no abunda en este día, éstos suelen ser los sobrevivientes de una generación fracasada.
Pero Dios está levantando en este tiempo una nueva generación de creyentes, hombres fieles en Cristo, sanos en la fe, que tienen en el Señor todas sus fuerzas ... que, aunque pasan los años, se ven cada vez más firmes, más resueltos, más comprometidos con el Señor y con su reino.
Caleb continúa: “Cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar ...” (Jos.14:1). Esto tiene una perfecta aplicación espiritual para quienes vivimos hoy en la preciosa fe del Hijo de Dios. No hay razón para irse debilitando con el paso del tiempo. Si permanecemos en el Señor, estaremos firmes y daremos mucho fruto. El Señor nos llevará de triunfo en triunfo. Con todos los recursos del Nuevo Pacto podemos vivir por el Espíritu y ser transformados de gloria en gloria en su misma imagen (2ª Corintios 3:18). ¡Así quiere vernos el Señor! Ciertamente las fuerzas nos faltan con el tiempo, pero he aprendido que aunque fuere viejo no dejaré de hacer lo que aprendido: a ganar almas, nadie me puede quitar ese privilegio, de asistir a la iglesia, y aunque no pudiese caminar demandaré que me lleven como aquel paralítico ante la presencia de Jesús. Esa fuerza de espíritu no la quiero ver debilitada en mi ser, al igual que le animo a usted a que no desmaye.
“Dame este monte”
Ahora Caleb viene a hacer efectiva la promesa que lo “asió por dentro” (Fil.3:12). “Dame, pues, ahora este monte...” – dice. Ese monte es habitado por los anaceos y tiene ciudades grandes y amuralladas. A Caleb se le podría haber asignado por gracia, cual veterano de guerra, la mejor llanura de Canaán, los valles más fructíferos, regados por los mejores arroyos. Sin embargo, él dice: “Dame este monte”. Es el más difícil de todos.¿Pedirías tú lo mismo?
Los anaceos habían sido vistos como gigantes por sus hermanos incrédulos (Núm.13:32-33). Por eso, ellos habían sido derrotados aun antes de ir a la guerra. Caleb obtuvo la victoria en medio de aquella incredulidad. Allí su fe brilló más que el oro afinado: “No seáis rebeldes contra Jehová – les había dicho–, ni temáis al pueblo de esta tierra (los gigantes) porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos y con nosotros está Jehová; no los temáis.” Y antes también había dicho: “Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la entregará.”
¡Bien Caleb, así se ganan las batallas de la fe, antes que ocurran, pues si Dios es por nosotros,¿quién contra nosotros?!
Al pedir “Este monte” el nombre del Señor sería santificado y glorificado, pues quedaría consignado para todas las generaciones futuras la veracidad de sus promesas, porque Jehová no es hombre para que mienta. Caleb entraría a tomar posesión de aquella misma ciudad cuyos habitantes habían atemorizado tanto a sus incrédulos hermanos.
“Este monte” representa aquella dificultad más grande, la valla más alta, el problema que parece imposible de solucionar. “Dame precisamente este monte”, constituye un gran desafío para todo creyente, para que eche mano a todos sus recursos (que no son pocos), a Dios mismo.
¡Creamos, hermanos, confiemos en nuestro bendito Dios y Padre! ¡Él nos dará “este monte”!
Seguir a Dios cumplidamente
Así fue cómo Hebrón vino a ser heredad de Caleb, “por cuanto había seguido cumplidamente a Jehová su Dios.” ¿Qué significa esto? Significa que no podemos seguir al Señor en algunas cosas y fallar en otras, porque eso nos retrasa o nos anula. El Señor nos permita ser fieles en todo, y agradarle en todo. Fallar en esto haría ineficaz nuestro testimonio.
Es ilegítimo esperar el respaldo del Señor a nuestro servicio o a nuestras oraciones basándonos en aquellas cosas que estamos cumpliendo ante el Señor (equivaldría a descansar en nuestra justicia propia), mientras seguimos infieles e inconsecuentes en muchas otras áreas de nuestra vida. Para poseer toda la herencia que Dios nos ha dado en Cristo Jesús, hemos de ser cual Caleb: “Seguir cumplidamente a Jehová nuestro Dios”. Esto es lo que el Espíritu nos enseña en Colosenses 1:10: “Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.”
De Dios y para Dios
Caleb echó a los gigantes anaceos y poseyó Hebrón 1 (Cerca de esta ciudad estaba la cueva de Macpela, donde Abraham había sepultado a Sara –Génesis 23:2,19). Pero, luego que obtuvo Hebrón, ¿qué hizo con su heredad? ¿La disfrutó solo? No; sino que la entregó gustosamente a los levitas para que fuera una ciudad de refugio, adonde pudiera huir el culpable y no muriera. ¡Hebrón vino a ser una ciudad para aquellos que no tenían herencia en la tierra “porque el sacerdocio de Jehová es la heredad de ellos.”! (Jos.18:7).
Lo que obtuvo de Jehová, lo entregó para Jehová (Jos. 21:8-13). Esto mismo hizo Ana cuando recibió a Samuel como respuesta a su oración. Esto es el evangelio. Este es el espíritu de la cruz de Cristo. Esto es lo que hará también el Señor Jesucristo cuando haya suprimido todo dominio: entregará el reino a Dios el Padre.
Cuando usted ora, ¿sólo busca su propio bien? ¿Busca sólo su deleite? (Stgo.4:3). No, que no sea así. Antes bien, busquemos la gloria de nuestro bendito Dios en todo cuanto emprendamos.
Tomemos, pues, “este monte” y luego ofrezcámoslo a Dios para sea de bendición a sus amados hijos.
La lección de Caleb
La figura y la fe de Caleb nos habla profundamente.
Cuando hay muchos que quedan tendidos en el camino y que desfallecen por el temor. Cuando toda una generación de cristianos parece abandonar la carrera, y conformarse con dar vueltas en el desierto, Caleb nos invita a ser fieles a la visión del principio, a cobrar las promesas de Dios, y a tomar la heredad que Dios nos ha dado.
Los viejos creyentes no tienen por qué ser soldados débiles. Al contrario, la experiencia en el caminar de la fe y la comprobación de la fidelidad de Dios añaden un valor adicional a todo su bagaje, que se traduce en un andar permanente en victoria.
Mientras la palabra de Caleb “¡Dame este monte!” resuena aún en nuestros oídos, pidámosle al Señor (nuestro Josué) la porción de nuestra herencia, en tanto despojamos a los hijos de Anac de nuestro propio territorio.
Conclusiones:
1.La duda te quita lo valiente…..La duda se cuenta como pecado….
2.Tenemos que tener otro espíritu…..1ª. Timoteo 1:7
3.Hay mucho potencial dentro de nosotros aún cuando fuéremos viejos.
4.¿Quién se atreve a caminar con Dios?
Oración:
Mi amado Padre, gracias por darme la oportunidad de cumplir la promesa que recibí cuando vine a tus pies. Me has limpiado de todos mis delitos y pecados y me has dado la oportunidad de seguir creciendo en gracia para contigo y para con las personas de mi familia como la de mi ciudad. Permíteme Señor seguir caminando hacia el blanco que es Jesús, y aunque llegare a viejo tener la oportunidad de recibir a fiel cumplimiento esa promesa tan grande que recibí de ti. Este año 2010 hemos dicho es el “Año del cumplimiento de mi promesa” promesa que recibí cuando vine a tus pies, promesa que recibí estudiando la Palabra Tuya, oyendo una alabanza, promesa que sigo esperando en todo tiempo y en donde me encuentro.
Esto es así: El amor de Dios siempre es maravilloso. Este día planificamos salir a evangelizar y repartir tratados evangelísticos a los automovilistas que circulaban en la carretera El Litoral, que pasa por la ciudad de El Tránsito. Para ello montamos la dramatización de un muerto en la carretera y llamar la atención al automivilista con varios mensajes que llamaban a la reflexión. La idea era sólo parar el tráfico en uno de los sentidos de la carretera y repartir los tratados, pero Dios dispuso otra cosa: Para los dos sentidos . Para ello nos mandaron una patrulla de la Policía Nacional Civil con cuatro agentes y además, cuando estabámos en plena acción llegaron reporteros del Canal Itzcanal y del Canal Televisión de Oriente, en donde entrevistaron al pastor queriendo conocer el propósito de esta actividad. Le damos toda la honra a Dios porque los resultados fueron superados en todos los sentidos.