TEMA: LA BUENA COMUNIÓN
CUANDO DIOS PONE SU ESPÍRITU EN UN ENCUENTRO
Salmos 133
133:1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
Habitar los hermanos juntos en armonía!
133:2 Es como el buen óleo sobre la cabeza,
El cual desciende sobre la barba,
La barba de Aarón,
Y baja hasta el borde de sus vestiduras;
133:3 Como el rocío de Hermón,
Que desciende sobre los montes de Sion;
Porque allí envía Jehová bendición,
Y vida eterna.
En cierta ocasión, hice un bosquejo de una predicación donde titulaba el mensaje: “Dios propone, el hombre dispone” en donde hacía referencia a aquellas propuestas o pensamientos que Dios tiene para el hombre para hacerlo sentir y lucir bien.
¡Qué hermoso es tener momentos de compañerismo, de amigos o de hermanos ya sea de sangre o espiritualmente! cuándo después de haber pasado momentos de crisis, tensiones, enojos o altercados, se han superado aún en diferentes circunstancias.
El sábado pasado tuvimos una linda fiesta con Jesús a la cual le denominamos “El Rey te ha mandado a llamar” actividad que fue planeada hace un mes y nunca me imaginé tener en reencuentro con varias personas que marcaron mi vida especialmente con aquellas que comencé en el ministerio. Y es que Dios es Dios de sorpresas, agradables y memorables y con mucha pasión puedo decir que el Salmo que he puesto como referencia explica en gran manera lo que sentí y sintieron aquellos que acudieron a esta cita. Ciertamente, cuando Dios te invita a una vigilia, a un servicio, etc, es El Rey quien te manda a llamar y en ese llamado pueden haber varias circunstancias llenas de poder, como algunas que les explico a continuación:
A. Poder de Unidad
Sentimientos de identidad, de compañerismo, de hermandad. Me acuerdo que en mi vida sin Cristo, habían varios compañeros de trabajo que con el paso del tiempo nos llegamos a tratar como “hermanos” Nos colaborábamos en todo, salíamos a comer juntos y participábamos de muchas cosas. Había un amigo que hasta de sobrenombre le llamábamos “Cajero Amigo” porque no se negaba a prestar dinero sin intereses a todo aquel que se lo solicitara. Pues bien ahora en Cristo, ¡cómo no es de sentirse alegre, jubiloso por lo que Dios hace en cada uno de nosotros!, como sus hijos y cómo nos ha llevado de un nivel a otro, en una misma trinchera o bien aunque sea en la distancia pero que nos lleva a un mismo fin. El Salmo en mención, en el versículo 1 dice “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” Entender esto en el Espíritu si es maravilloso. Porque habitar es sinónimo de convivir, de compartir un mismo techo, un mismo aire, una misma pertenencia. En el 2° libro de Reyes, cap. 3, encontramos la siguiente declaración:
“3:7 Y fue y envió a decir a Josafat rey de Judá: El rey de Moab se ha rebelado contra mí: ¿irás tú conmigo a la guerra contra Moab? Y él respondió: Iré, porque yo soy como tú; mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como los tuyos.” Ambos reyes se unían en una causa y no se hacía notar alguna diferencia o malicia.
B. PODER DE FUERZA
Estar en armonía significa que aún cuando tengamos diferencias en esto o en lo otro, no serán esas diferencias las que definan el actuar o caminar juntos, sino algo más grande como es el propósito de Dios en cada uno de nosotros.
En la carta a Efesios 4:2, el apóstol Pablo nos dice “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,” y en Colosenses 3:13 nos dice: “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” Si aplicáramos el concepto de “soportar” en nuestra vida personal tal como Cristo lo aplicó con sus 12 discípulos, veremos que hay un equipo de trabajo trabajando siempre juntos y habitando juntos. Nunca Jesús puso en primer plano aquella diferencia de Judas, de Pedro, de Mateo como para trabajar a favor de las multitudes. El mismo hecho de soportarse unos a otros nos da la fuerza de poder, de unidad, porque el enemigo nos quiere divididos aún en la misma casa de Dios.
Encontramos también en el libro de Eclesiastés 4:12 la siguiente cita: “Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.” Entre más hermanos estemos en armonía trabajando a favor del Reino de Dios menos cargas sentiremos también nosotros. Y es que trabajar a favor del Reino de Dios no significa literalmente que sólo en la iglesia vamos a trabajar, sino en todas las áreas de la vida cotidiana: trabajo, diversión, iglesia, ministerio, etc
C. PODER DE AUTORIDAD
Ciertamente cuando dos personas han superado sus diferencias, después de haber tenido enojos, malos entendidos, reprensiones y se tiene esa madurez de entender de que era necesario pasar por esa prueba, entonces y sólo entonces se puede tener la potestad de autoridad de hablarle a nuestro Padre Celestial de nuestras necesidades porque hemos vencido al enemigo que minó nuestra casa o tierra que labramos. Usted pide, usted recibe. Demostramos que entre nosotros, después de haber superado cualquier crisis en nuestra mente o corazón, somos capaces de convivir y por ende, la bendición no se hace esperar. En el versículo 3b del Salmo 133 encontramos la siguiente cita: “Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.”
En una reunión donde hay comunión tenlo por seguro que hay bendición que viene del cielo, bendiciones espirituales que caen sobre el creyente y por la palabra misma nos garantiza que somos lavados y refrescados en nuestro interior. Una persona con un espíritu en paz, tiene discernimiento, seguridad, temple y fe. Por ello, Mateo 18:19-20 encontramos también esto:
18:19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos..
Tremendo poder de autoridad, porque habla de ponerse de acuerdo entre nosotros. Si fuimos capaces de superar toda rencilla, amonestación, mal entendido, enojo, lo que sea, entonces también seremos capaces de ponerse de acuerdo para ayudar a otro hermano en su necesidad, de orar con él y por él y es entonces donde el poder de nuestro Padre se manifiesta como señal de pertenencia, de una familia en donde el padre vela por los suyos. Te imaginas esta escena: Dos o tres orando en un lugar, porque se han puesto de acuerdo, para pedir por un milagro a favor del hermano, y teniendo la promesa de que ahí está Jesús, entonces podremos decir que la batalla ya está ganada.
Retomando entonces nuestro relato inicial, pude entender en gran manera de cuán bien se siente con un hermano, que fue tu maestro, tu pastor, tu jefe, y llegar a entender que es necesario limpiar el corazón pidiendo perdón por aquellas malas actitudes del pasado, de llegar a entender de que gracias a ese empuje que nuestro jefe nos dio, de la paciencia que tuvo un amigo en soportarnos tal como somos, de la tolerancia que alguien tuvo a favor de nosotros para beneficiar al grupo familiar nuestro, etc y sobre todo de ver a los demás compañeros y amigos prosperados y bendecidos por la mano de Dios y que hacemos lo mismo que aquel que fue nuestro líder.
No hay mejor honra que se le pueda dar a un padre que cuando su hijo pueda aprender y poner en práctica lo que él le enseñó o influyó.
Hubieron varios que faltaron a la cita, pero estoy seguro que si hubieran llegado hubiéramos tenido un mismo sentir y un mismo gozo. Pero puedo decir que faltan muchas citas que cumplir con nuestro amado Jesús y en la medida que hagamos nuestro ese sentir de unidad, de poder y autoridad podemos declarar que un buen ejército se ha levantado con Cristo Jesús adelante, afirmando nuestros pasos y nuestro camino y poder declarar más adelante que en Cristo, “somos más que vencedores”
Oración: Padre nuestro, gracias por preparar grandes momentos para tus hijos y por las sorpresas que nos das siempre a favor de tu pueblo. Gracias por estar en medio de un pueblo, que aunque cojeamos cada uno en tu presencia, nos reivindicas y restauras como un solo pueblo. Permítenos seguir colaborando a favor de tu Reino y ensancharlo acá en la tierra uniendo esfuerzos, pensamientos y recursos, como un solo pueblo, no importando aún distancias ni denominación.
Un abrazo cordial y que DIOS derrame bendiciones sobre cada uno de nosotros. Amén.