EL DELEITE DE HABLAR UNO CON EL
OTRO
Lucas 11: 1-3
11:1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó,
uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan
enseñó a sus discípulos.
11:2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11:3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
11:2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11:3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Formado en mi infancia en el campo,
en el interior del país, no tenía una buena formación de comunicación con mi
familia, pues mis padres adoptivos apenas
podían leer y escribir, y expresar algunas frases como “te amo”, “te
quiero”, “eres linda o lindo”, etc. no estaban en su vocabulario, por lo tanto
muy difícilmente las podría expresar a mis16 años. A mis 13 años fui llevado a
donde mi abuela laboraba en San Salvador
y la patrona de ella me permitió quedarme en su casa. Como eran tiempos
de guerra, a la patrona no le gustaba mucho pasar en el país y se iba de viaje
a Estados Unidos y pasaba la mayor parte del año allá. La casa era tan grande
que casi abarcaba la cuarta parta de la cuadra en lo largo y la mitad de ella
en lo ancho. Mi hermana Marlene aún seguía en el campo y fue varios años más
adelante donde ella se incorporó a la “capirucho” que quiere decir “la
capital”.
Todas las tardes, como a eso de las 4:00 PM mi abuela
salía comprar pan dulce y platicaba y platicaba con las demás amigas que salían
a hacer los comprados también, y llegaba ella, a sentarse a aquella gran sala
de la casa y ahí estaba yo, oyendo música de mi época, a todo volumen. Ella me
decía, bájale volumen, que no eres sordo ni yo tampoco, y le bajaba el volumen.
Y se le antojaba a ella ponerse a platicar conmigo, a contarme sus anécdotas de
sus tiempos de buena moza, de cómo había llegado a la capital y de todos los
chismes de las amigas de la cuadra. Y me aburría con tanta platicadera, que me
mejor me hacía el enojado para que no me siguiera hablando, y no se si les ha
pasado a algunos de ustedes amado lector, que hay veces en que los abuelos
cuentan la misma historia, como si nunca las hubieran contado y ahí estaba yo,
con una mala actitud de no platicar con ella. Me preguntaba de mis estudios, de
mis amigas, de mis amigos, de lo que debería de hacer, de esto y de lo otro. En
fin, ella quería platicar conmigo, ella me amaba como a ninguno, siento yo, que
mi hermana creo que percibía esta situación y a pesar de haberle hecho tantos
berrinches y acciones de muy mal proceder, nunca me dijo que me rechazaba como
nieto, nunca me dijo “te odio”, nunca me dijo “eres mi vergüenza”, en fin, nada
de palabras hirientes y aunque se enojaba, me castigaba con no hablarme un buen
rato o días, rara vez me castigó con vara.
Mi abuela quería siempre hablar conmigo y deleitarse con alguna
alocución que yo le podría dar, algunas veces lo hice pero no con la intensidad
como ella lo hacía. ¿Porqué te cuento esto?, ¿Qué relación tiene esto con el
tema que te traigo en mención? Pues es la ilustración que Dios me pone, para
hablarte de aquella persona que te ama tanto, que te entiende, que te formó en
el vientre de tu madre y que siempre te desea hablar de una u otra manera. Esa
persona es Dios, y así como Dios te quiere hablar también físicamente, hay
personas que se deleitan contigo o conmigo platicando, intercambiando ideas,
pensamientos, estado de ánimos, etc.
Dios diseñó el lenguaje para que el hombre pudiese expresarse con Él, no importando en donde
estés, él siempre, siempre tiene tiempo para nosotros, pues él es creador del
tiempo, y su tiempo es absoluto.
Desde la creación del hombre, Dios dispuso comunicarse
cara a cara con el hombre, pero la desobediencia del hombre hizo que sólo a
personas especiales se manifestase en señales, en voz o en símbolos. Se llegó a
perder esa confianza de “cara a cara” y tenía que ser a través de sacerdotes,
de profetas donde la gracia y el favor se podía obtener. Pero Dios no quería
seguir distanciado del hombre, a pesar de que éste era el culpable y vino a la
tierra su hijo, Jesús a intercambiar palabras, sentimientos, favores y
salvación a los hombre. El mundo estaba irreconciliado con Dios, pero Jesús
reconcilió a los hombres con Dios. Gracias a ese amor de Dios, de seguirnos
amando a pesar de nuestra infidelidad, el hombre alcanzó la misericordia de
Dios, a través de un sacrificio de Jesús mismo hecho hombre y padeciendo todo
el peso y la ira del pecado ante Dios.
Espero me comprendas, pues lo que quiero enseñar, es
que Dios siempre quiere mantenerse en contacto contigo, que le hables, que le
digas que confías en sus palabras, en sus promesas. Desde ese suceso, hasta
hoy, el hombre tiene la oportunidad de poder hablar con Dios, a través de
Jesucristo, recibiéndolo como nuestro Salvador Personal y nos regala el derecho
de ser llamado “hijo de Dios”
Por todo lo anterior, el modelo de familia sigue
siendo el mismo modelo de los inicios de la creación del hombre: un padre, una
madre, e hijos que hablen con Dios, que
le sirvan a Dios, que adoren a Dios. Que
la familia pueda tener una buena comunicación unos con otros, que el padre pueda comunicarse con sus hijos,
los hijos con los padres, la esposa con el esposo y viceversa. Y esta acción
tiene que iniciarse con el padre y con la madre, en el proceso de formación del
matrimonio, cuando son amigos, cuando han pasado a ser novios y siguen siendo
amigos, comunicándose de manera agradable, de manera constante, de manera
incondicional. Los hijos van a aprender a comunicarse con ellos, si nosotros le
hablamos a ellos, si les enseñamos a abrir su corazón, a expresarse sea con las
manos, con un gesto, con los ojos, con algún símbolo, etc.
¿Que pasos tiene este modelo?
I.
Un padre y esposo, o madre y esposa, que les enseñe a
los hijos o al esposo o esposa a deleitarse
en hablar mutuamente y a proveer los mecanismos para poder hacerlo.
Según datos científicos, la mujer tiene la capacidad
de hablar más de 30,000 palabras al día
y el hombre, su capacidad es de 15,000 en el mejor de los tiempos. Los dos
géneros pueden hablarse lo necesario para mantener una buena confianza y un
buen ambiente de armonía. Jesús hablaba con su padre, de una manera que causaba
asombro a tal grado que influenciaba a
otros a hacerlo así como Él.
En el libro de Lucas 11:1 encontramos un caso de esto, “Aconteció que estaba Jesús orando en
un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a
orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.”
Imaginémonos que aquel discípulo vio como Jesús se
deleitaba hablando con su Padre Celestial, ¿Qué rostro tendría nuestro Jesús,
que gestos hacía, que eran motivo de ser enseñados a otros? Creo que aquel discípulo bosquejó alegría,
placer, deleite, entrega, pasión, en aquella comunicación celestial. ¡Eso debiésemos de tener nosotros con Dios!
II.
Que el creyente, el cristiano, reconozca que tiene un
padre que le escucha siempre.
En el versículo 2 de Lucas 11 encontramos esto: “Y les dijo: Cuando
oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos”
El Dios de Israel ha prometido que él no echa fuera a
nadie que viene hacia él, y principalmente si viene con palabras de amor y
arrepentido de cualquiera cosa que haya hecho.
Así como en la familia, es el hombre quien tiene el encargo de cuidar de
su familia, de proveer a los de su casa,
de brindar esa confianza de que él es el pilar de la familia. Ahora
bien, en el plano espiritual, Jesús nos enseña que todos tenemos un Padre, a
quien recurrir y que no importa que, podemos decirle Padre, pues más delante de
la cita, Él nos dice que le digamos al Padre que nos perdone de todas nuestras
ofensas, pero que también nosotros hemos desarrollado la capacidad de perdonar
a los demás.
III.
De desarrollar una buena confianza con todos los que
nos rodean a través de una buena comunicación.
Habemos hombres tan simples como el pan francés en su
expresividad y no hace su mayor esfuerzo por cambiar eso. Tarde o temprano la
otra persona que está con él como esposa o cónyuge se cansará de eso y empezará
a haber reclamos de esto y de los zapatos nuevos, de la ropa, del corte de
cabello, si está gorda, si está flaca, etc, porque no dice nada de nada. ¿Qué
confianza habrá pues de una de las personas? El hombre y la mujer, tienen la
potestad de pedir a Dios, especialmente el pan diario. La manera de cómo lo
pondrá Dios en su mesa es su problema, lo que tengo que hacer yo y usted es
hacer el esfuerzo de ir a tocar puertas, de buscar el trabajo honrado, porque
Dios se acordó de ti. Hay personas que
en la iglesia les pido que pasen a orar y dicen “no puedo” o no se que pedir
porque no han desarrollado esa confianza de hablar con él como si estuvieran
cara a cara. Y siendo Dios tan sabio, nos dice: hijos, si aún no saben como
hablarme sólo abran su boca, yo les pongo un traductor que es el Espíritu Santo
que me indica que es lo que piden, y si aún más, no sabes que pedir, el
Espíritu Santo escudriña tus pensamientos y tu intención y él habla por ti con
las palabras correctas al Padre, de tu parte. Vea lo que dice Romanos 8:26 “Y
de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque
no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles;” Me encanta
saber esto, que Dios mismo se asegura como Padre de darnos lo que realmente
necesitamos con sólo el hecho de hacer un esfuerzo de acercarse a orar, a
platicar o hablar con él.
CONCLUSIÓN:
Te animo amado hermano o lector, que pongas más
atención a lo que Dios te habla y ten tú la creatividad de poder hablarle a Él
de una manera especial, por lo menos haz
el intento. Dice la Biblia
de Las Américas en el Salmo 37:4 “Pon tu delicia en
el SEÑOR, y El
te dará las peticiones de tu corazón.” Habla con Él y deja que él también te hable, pidiendo tu corazón más
sensible, más amoroso, más agradecido. Deje que Él le limpie de toda impureza y
que a través de una buena conversación, tú puedas arrebatar esa bendición de
las manos de Dios. Dios te bendiga y
guarde siempre. Pastor Roberto
González. Febrero 23-2013