“Les aconsejo que usen las falsas riquezas de este
mundo para ganarse amigos, para que cuando las riquezas se acaben, haya quien
los reciba a ustedes en las viviendas eternas.”
Lucas 16:8
Hace más o
menos 20 años, trabajando en el Banco Cuscatlán, conocí a Juan José, laboraba
él en el Departamento de Depósitos. Yo, hacia unos años atrás que ya había
dejado esta trinchera y estaba en una gerencia corporativa de alto perfil. Nos hicimos amigos través del mismo deporte
que nos gustaba: El baloncesto. Mantuvimos una muy buena amistad, íbamos al
cine cada 15 días e íbamos a la iglesia a dónde yo me congregaba. Fue conmigo
que recibió a Cristo como su Salvador Personal.
Compartimos muy buenos momentos jugando en el mismo equipo de BKB los fines
de semana. Fue en el año 1999 que comencé
a ser misionero, viajando a Usulután cada fin de semana y entonces él también
se volvió parte de aquellos viajes en que regresábamos a altas horas de la
noche, donde mi cuñado que también me acompañaba, manejaba y disfrutábamos venírnos en la parte
trasera del Pick Up contemplando el cielo y las maravillosas estrellas.
Un día, me vine de San Salvador a
la misión y él se quedó por cuestiones de trabajo. Pero en su corazón ya estaba
el ánimo de venir a la misión también, a
compartir con los hermanos de las diferentes actividades que hacíamos. Así que
saliendo él de su compromiso ese sábado, decidió venirse en el transporte público
y al llegar a la terminal de buses, buscando el bus que lo traería para
Usulután, tomó una línea de bus equivocada, llevándolo a otra ciudad, que
aunque cercana a la que tenía que venir resultó que se extravió en medio de la
noche y de algunos grandes cañales. Por
gracia de Dios, se pudo comunicar conmigo para que lo fuera a traer a donde
estaba extraviado. Recuerdo que sus palabras eran de aflicción pues él siendo
de la capital terminó perdido en otra ciudad y en donde los comentarios de los
que venían en el bus era de que por ahí asaltaban, que esto y lo otro. Así que
ya se imaginarán la aflicción que pudo resultar de esta aventura.
Pero como todo joven que estaba
en su mejor momento de juventud, le salían múltiples oportunidades con varias
jovencitas y otras no tan jovencitas. Me contaba de sus aventuras amorosas y
siempre le decía que no era bueno andar con una y con otra, hasta que un día muy
seriamente me dijo: -¿Hasta cuando me vas a decir “dale con todo Juan, ¡eso es! ¡Sos
un gígolo!, cuando? Y eso
me llamó un poco la atención, pues entendí que lo que él hacia al confiar sus
aventuras era tener a alguien que lo escuchara, que lo entendiera su momento.
Pero por gracia de Dios, siempre le decía, siempre te he de aconsejar según La
Palabra de Dios.
Comenzó a estudiar en la
universidad, y en el transcurso de este
estudio, se le cruzó por la mente viajar a los estados Unidos, con una
determinación que nadie lo hizo cambiar de parecer.
Así que han pasado muchos años
desde que llegó allá. No mantiene ese nivel de fe ni de asistir a una iglesia cristiana,
por varias razones, exhortándolo, motivándolo y hemos estado en contacto con
altos y bajos pero hoy en este tiempo, debido a que los canales de comunicación
se han proliferado y ya no hay barreras que impidan comunicarse, hemos
estado en contacto y cuando le he pedido
ayuda para alguna actividad de la iglesia el siempre ha estado presto a
colaborar conmigo y con la obra. Sin
embargo en estos últimos años no lo buscamos para tal ayuda, pero uno de estos
días, me contactó para decirme que había hecho un trato con Dios y que si todo
le salía bien iba a destinar una ofrenda a la iglesia donde él conoció las
misiones. - y dicho y
hecho, así fue.
Resulta que propusimos a la iglesia
cambiar de mobiliario en las sillas de la congregación y animamos a la
congregación a hacer diferentes actividades y comprometiéndonos a apadrinar el
pago de una cuota para el pago de 30 sillas a razón de $ 26.00 c/u que son de
metal y acolchonadas. Un domingo antes,
mi colaborador Ronald González, al dar
los anuncios abrió su boquita y reflexionó que eran pocas las 30 sillas, que lo
ideal era ver 60 sillas de ese tipo…. Y Dios nos contestó. Los hermanos se han
animado, unos hasta han ofrendado algunos electrodomésticos para hacer rifas y
obtener el dinero, otros se han comprometido a aportar una cuota mensual, otros
a hacer vendimias, etc, etc y en medio de
todo esto aparece nuestro amigo con una ofrenda que paga las 30 sillas y
dejando un remanente para otros gastos.
Así que bendecimos la vida de
nuestro amigo, y se que en medio de su corazón hay una luz que destella la luz
de Cristo, que hace que la bondad salga de su corazón y que le haga reflexionar
que no es por su fuerza, ni por su inteligencia, ni por su experiencia, sino
por la mano de Dios y de su amor sobre su vida.
Dios nos pone personas en nuestro camino, a algunos llegan a ser amigos
del alma, que con el tiempo llegan a manifestarse amigos en medio de las
adversas circunstancias o en momentos en que necesitamos de ayuda y Dios abre
puertas donde menos lo esperamos. Ese amigo es Juan José, por lo cual tengo la
convicción de que vendrán tiempos de refrigerio y de crecimiento espiritual
para él. “Porque no hemos trabajado en vano en la vida espiritual de Juan”
Dejamos este enlace de video
donde mostramos las sillas que hemos comprado.