DONDE ESTA TU HACHA
2º. Reyes 6:1-7
6:1 Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho.
6:2 Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad.
6:3 Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él respondió: Yo iré.
6:4 Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera.
6:5 Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada!
6:6 El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro.
6:7 Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó.
De pequeño, anhelaba ser un líder en mi escuela con aquel grupo de amigos del grado que cursaba. Tenía 14 años, cuando iba a séptimo grado en la escuela que recién me habían matriculado, pues había emigrado del interior del país y provenía del campo, olía a “hierba” por mi manera de expresarme, de vestirme, de pensar. Pero bien aún así, deseaba que me algunos de mis compañeros de mi sección me siguieran, en los juegos, en la clase, en las tareas. No quería seguir a otros sino que me siguieran. Como comprenderán no hubo tal satisfacción en mis primeros años de emigración, sino que fue dos años más tarde donde fui presidente de mi grado y dos años más tarde fui presidente consecutivo de mis años de bachillerato(educación media) y terminé siendo presidente del Consejo de Alumnos del Instituto donde me gradué como bachiller. Era el Presidente de presidentes de toda una escuela de prestigio. Desde entonces pienso, Dios quiso ponerme ante muchas personas, sirviendo a los demás. Pues bien, entrando en materia con el texto bíblico arriba descrito, resulta que Eliseo era todo un persona digno de seguir, inspiraba confianza, era convincente en lo que hablaba y de sus milagros que hacía con el favor de Dios. Acuérdese de que él pidió doble porción del espíritu de Elías. Tanto era su fama, que muchos le seguían, querían que él fuera su maestro, querían aprender de él, querían ser instruidos en lo mejor: ¡La bendita Palabra de Dios! No hay mejor cosa, que se nos instruya en ella. Fue tanta la afluencia de aquellos jóvenes hijos de profetas que el lugar donde estaba su centro de instrucción quedo estrecho y decidieron ampliarlo, decidieron trabajar en equipo, decidieron estar mejor no sólo por los que ya estaban sino por aquellos nuevos que iban a venir a él. Podemos decir que en esta comunidad estaba la humildad, la sencillez, honradez y que en alguna medida eran pobres, pues uno de ellos andaba un hacha que no era de él.
Pero dentro de todo este rollo, podemos decir así, en el espíritu de cada uno de ellos estaba un objetivo: ¡Trabajar! Y ser disciplinados por su maestro, por su padre espiritual. ¿cuantos de nosotros nos gusta que nos supervisen nuestro trabajo? Algunos dicen que trabajando con la mirada puesta encima del jefe o patrón no se trabaja bien, nos ponemos nerviosos, pero en realidad aquel buen maestro o jefe lo que hará es siempre orientarte como hacer un buen trabajo, aunque sea en pequeños detalles, debes de aprender para que la obra, en todo su transfondo se vea bien.
Ciertamente debemos de imitar la fe de aquel pastor o hermano que me habló del Plan de Salvación” Hebreos 13:7 nos dice: Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.
Pero ahora veamos el tema central de este mensaje: ¿Dónde está tu hacha? ¿No es cierto que cuando empezamos a ir a la iglesia o a la casa de oración empezamos con buenos propósitos, con el deseo de un cambio en nuestras vidas? ¿No es cierto que estando establecido ya establecido en la iglesia nos proponemos servir a Dios en un ministerio incondicionalmente y bajo la autoridad del pastor? Pero tristemente nos ocurre como aquel jovén hijo de profeta que salió a trabajar con los demás entusiasmado con su hacha a talar cuanto árbol se le pusiera en frente. Salió con sólidos propósitos, pero algo pasó en el transcurso de su trabajo, descuidó por un momento su instrumento de trabajo, quizás no se percató de que no tenía buena cuña para socar el hacha con el madero, quizás no la afiló como se debía, pues es bien conocido que cuando un cuchillo, una sierra o un hacha es bien afilada, el cortar madera u otro objeto es fácil, no se necesita mucho esfuerzo, quizás no sintió aquel movimiento inestable en la misma (algunas veces no nos damos cuenta cuando se nos poncha el neumático, quizás por las distracciones del momento, de la vida cotidiana, etc) y terminó sólo con el palo, palo que quizás terminó lastimando a él mismo su mano. Algunos no nos damos cuenta de que el hacha se cayó al agua, y nos hemos quedado sólo con el palo, hablando del amor de Dios, pero sin la presencia de Dios en nuestras vidas, sin esa preciosa unción de su Espíritu Santo. Otros hemos querido darle un mejor futuro a nuestros hijos y nos fuimos a trabajar lejos, muy lejos, o trabajamos más de la cuenta a tal grado que el hacha se nos ha caído y nos hemos quedado con ese palo con el que golpeamos a nuestros hijos, no sólo físicamente sino verbalmente, avergonzamos a nuestras esposas o esposos, peleamos con medio mundo, ¡SE NOS CAYÓ EL HACHA!
Mira, como pastor te he de comentar y no es para jactarme, que como líder he andado juntamente con los servidores de la iglesia participando en toda la labor ministerial: Evangelizando, ministrando enfermos en hospitales, visitando presos en las cárceles, intercediendo por los caídos en combate e inclusive en las ventas que se preparan y hacen vendiendo en las calles, en los negocios y hasta en la playa ofreciendo comida, tratando de recoger fondos para beneficio de la iglesia. Apoyamos toda buena obra que se les ocurra ya sea participando activamente o financieramente, pues la idea es que sepan que tienen a un líder que les ama, que les apoya, que les quiere ver mejor. He tenido la satisfacción de preparar a muchos líderes, jóvenes, adultos, ancianos, porque han comenzado con ese buen propósito de trabajar en la obra, en ellos mismos, por su familia, por su propia paz, pero con el tiempo, a algunos se le ha caído el hacha y ahora le echan la culpa al líder, al pastor, a la iglesia, al patrón, etc. cuando en realidad es en ellos que está la falta. Con esto quiero que no me malinterpretes: No Soy Perfecto, tengo muchas fallas, pero aquí viene la conclusión:
Dios sabe de nuestra necesidad de hacer un cambio en nuestra vida y quiero exhortarte de que lo busques con todo el corazón, con todas tus fuerzas, con toda tu alma. Tu hacha es tu Biblia, tu hacha es tu iglesia, tu hacha es tu habilidad o don con el que Dios te ha equipado, tu hacha es la gracia que Dios ha puesto en ti para hacer riquezas, para hacer amigos, tu hacha es esa linda habilidad de entender la Biblia. Por lo tanto si has perdido esa hacha, quiero decirte que hoy es el momento de pedir a Dios a que nos la reponga con la mejor marca posible. El te puede hacer el milagro porque eres un servidor de Dios.
ORACION:
Amado Padre de toda gracia, queremos pedirte perdón si por mi causa, por mi negligencia HE PERDIDO MI HACHA, que tu me diste en la Cruz del Calvario. Te amo y quiero aprender más con aquel que me has puesto como pastor, como mi guía terrenal y edificar a mis hijos, a mi familia, a mi empresa, a mi grupo de trabajo en el amor de Cristo Jesús.
DIOS LES BENDIGA
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