LLEGUÉ TARDE
Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos.
Jeremías 8:20
Conversando un día de estos con un antiguo discípulo me contaba de la triste realidad que les ha tocado vivir a mucha gente en estos últimos meses, como es el caso del desempleo. Y es que él trabajaba como bodeguero en una empresa dedicada a la construcción y por la crisis financiera a nivel mundial la empresa tuvo que recortar personal y entre ellos estaba mi hermano en Cristo. Pero resulta que después de cierto tiempo de estar fuera, la empresa lo volvió a llamar para trabajar nuevamente, pues había dejado un buen récord, y se le citó para que llegase un lunes a las 8:00 AM . Pero resulta que el día señalado para entrevistarse con el gerente de recursos humanos se durmió(no estaba trabajando) y llegó a las 9:00 AM. Cuando se presentó ante el gerente, le dijo: ¡lamentablemente la plaza empezaba a contar a las 8:00 AM, no las 9:00 AM, por lo que en otra ocasión le vamos a volver a llamar. Hasta la fecha no lo han llamado.
Tristemente, en el salvadoreño predomina una vieja y mala costumbre: ¡Todo lo deja para última hora! y se confía en su astucia e inteligencia, hasta el mismo gobierno alimenta esta fea costumbre, pues se da el caso de la declaración de impuestos de renta en el año y se da el plazo final para el 30 de abril de cada año y en esa fecha el gobierno trabaja hasta las 12:00 AM para tratar de alcanzar el mayor número de contribuyentes que hasta esa fecha forman grandes filas para hacer tal diligencia. Algunos, aún así se quedan sin hacer dicha diligencia e incurren en multas, que son innecesarias si se hicieran con la diligencia del caso.
Pues así nos pasa algunas veces a nosotros los cristianos: No avanzamos a níveles próximos porque llegamos tarde a la cita, o simplemente no le dimos la importancia a las oportunidades que se nos abrieron en nuestra vida, en la empresa, en la familia, en el ministerio de la iglesia, etc.
Se dice que el versículo más triste que aparece en la Biblia es el que hemos puesta de referencia: Jeremías 8:20 pues por un lado, en el lado de los inconversos, Dios les da oportunidades para llegar a él y ponerse a cuentas con él y nada de nada: No están preparados te dicen.
Cuando evangelizo en las calles me topo con personas muy conocedoras de Dios. Les pregunto: -¿Conocen de Jesús? ¡Claro! me responden, como que no, sí él murió por nosotros, me dicen- Y en mis adentros digo, vamos por buen camino. Luego les vuelvo a preguntar: ¿Creen que Jesús resucitó de entre los muertos? Y me dicen; -¡Claro que resucitó, como que no! Y vuelvo a preguntar si creen que les puede perdonar todo pecado y me afirman que sí, y con claro brillo en mis ojos, les pregunto finalmente: ¿Quieren aceptar a Cristo como su Salvador Personal y la respuesta es la mas triste: mire, en otra ocasión será, no, no estoy preparado, es que Dios no es juguete, es que mi mamá es católica y me ha hecho prometerle que “en esa religión voy a morir” etc. etc, etc.
Pasa el tiempo, llega uno y otro evangelista a sus vidas, a sus casas, van a iglesias por que los invitan, al igual a campañas en iglesias que tocan varios temas familiares, de liderazgo, etc. y al momento de querer sacarles esa linda profesión de fé, nada, no quieren aceptar a Cristo. Llegan a viejos, se jubilan, quedan hasta solitarios, sin familia, se les vuelve a predicar de Cristo y ni aún así quieren a mi Jesús. Llega la muerte y tristemente se van a una realidad eterna de condenación.
Ahora bien, por el lado de los creyentes, de los Hijos de Dios, pasa un fenómeno un poco más triste: Somos negligentes. En la carta de Santiago 4:17 nos dice acerca de la negligencia: y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
Pecamos por llegar tarde cuando Dios nos ha hablado de la palabra “salvación” y es que esta palabra en el pasaje de Romanos 10, en su raíz griega tiene varios significados que son: rescatar, seguridad, salud, salvación, liberación, libertar, sanar, preservar. Jesús cuando sanaba a alguien le decía; vete, tu fe te salvado...¿ven por donde empieza la sanación?
Ahora bien, ¿porque llegamos a tarde cuando Dios nos llama para ser libres, para ser sanados, para ser prosperados, etc? ¿En que fallamos? Abrimos la puerta demasiado tarde cuando Jesús ya se marchado después de haber tocado no una vez sino varias veces.
El sabe de nuestras necesidades y en algunas ocasiones te abre puertas, no entramos; otras veces nos da oportunidades de subir de nivel, no le damos importancia, queremos seguir siendo el mismo auxiliar de contabilidad, el mismo servidor, el mismo diácono, no, no queremos más responsabilidades y cuando nos damos cuenta, ya es demasiado tarde, ¡otro ocupar mi lugar! U otro llega a ocupar el puesto que yo no quise o simplemente ya soy viejo, los huesos no me responden a la velocidad que se necesita.
Cuando leo el versículo 3:20 de Apocalipsis: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo, pienso que aplica sólo para cristianos, pues el mismo Juan nos dice que sus ovejas oyen su voz y ellas lo siguen. ¿Será que la respuesta nuestra es para mañana si el llamado lo hizo hoy? Pienso que no. No reacciones demasiado tarde. Aprovecha tu juventud, tus talentos, tu tiempo para servir y agradar en lo que es bueno a Jesús. El merece todo lo mejor de mi y de ti. En mi iglesia tengo varios jóvenes con talento, buen talento en algunas áreas: música, poesía, dramas, canto, etc y es mi exhortación todos los días que los veo que sepan aprovechar bien el tiempo en lo que es bueno, en servir Dios.
Abramos la puerta del corazón en el momento oportuno y cenemos con Jesús, Él siempre nos espera porque sabe que somos su pueblo, somos ovejas de su prado. El que tenga oídos para oír que oiga.
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