VENCEDOR EN EL DESIERTO
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor
Lucas 4:18-19
Un desierto es
una porción extensa de tierra seca, sin vida, donde no hay agua, con extremas
temperaturas en la noche como en el día. Sin embargo, teniendo como referencia
al pueblo de Israel, ellos salieron de una tierra que un momento había sido
generosa y buena con sus ancestros, para
luego ser una tierra de esclavitud para las nuevas generaciones, esa tierra
llamada Egipto, que en algún momento les preservó la vida, ahora era una tierra
llena de sufrimientos, y salieron de ahí para atravesar un desierto y llegar a
una tierra prometida, un desierto que si bien era peligroso, tenían el favor de
la obra de misericordia de Dios, en la que atravesarla no fuera tan alargada
como fueron 40 años. El camino hacia la salvación, hacia la libertad y hacia el
gozo pasa a través de la prueba del desierto, del peligro de muerte. Pero la
salvación viene de la atención a Dios y de la observancia de su propuesta de
vida. Pues bien, cada uno de nosotros como cristianos debemos pasar por un
desierto, un desierto que será como una prueba a nuestra nueva fe, que nos
llevará a una nueva forma de pensar, a una nueva forma de vivir, de esperar en
Dios y en sus promesas.
No está demás decirle que generalmente en las
iglesia se nos explica que la vida en Cristo será diferente y ciertamente así
será pero cada uno de nosotros deberá de cruzar un desierto, que será para
afinar nuestro carácter, nuestras aptitudes y actitudes.
Jesús mismo, después
de haber sido bautizado, pasó por un desierto, en donde estuvo 40 días y 40
noches siendo tentado por el enemigo, pero que salió triunfante en todas las
iniciativas de hacerlo caer por parte del enemigo.
Ahora bien, ¿Porqué paso Jesús por el desierto, si no tenía
necesidad de hacerlo?
La respuesta la encontramos en la siguiente cita:
“Porque
no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Heb. 4:15-16
Primero, no hay mejor ejemplo a seguir, que si Jesús siendo Dios, el
enemigo no le dio tregua, ahora nosotros, siendo hijos adoptivos, ¿cuánta
trampa habida y por haber busca el enemigo para hacernos caer?
Segundo, no podemos decir que somos fieles, hasta que teniendo al frente a
una persona ajena, del otro sexo, puedas verla sin malicia, sino como la obra
en proceso de Dios. Así también, no puedes decir que tienes fe, si no llega la
escasez, la enfermedad o algún otro tipo de situación que aflija tu alma o tu
espíritu.
Ahora bien, también el que no conoce de Cristo está en un desierto,
pero a diferencia del cristiano, éste no tiene promesa, no tiene bendición.
Representa todo aquello que va
sucediendo en sus propias vidas. Cuánto dolor no han experimentado, sintiéndose
sedientos de una mejor vida, hambrientos de amor. A cuántos nos hizo falta un
abraso o un beso; quizá nunca escuchamos aquella frase anhelada en el corazón:
“Te amo”. Posiblemente lo que experimentamos en el pasado fue violencia, abandono, y por lo mismo hoy
día sufrimos aun las consecuencias de aquel desierto por el que fuimos
conducidos después de haber nacido en este mundo.
En el desierto tenemos que
luchar contra:
1.
Nuestros temores
Veamos a
nuestro alrededor y nos daremos cuenta que aun llevamos con nosotros, aunque
muy escondido dentro de nuestro corazón, aquellas desconfianzas, aquellos
miedos de sentirnos nuevamente abandonados en la soledad. Es por ello que
algunas mujeres sufren violencias de parte de sus compañeros de vida, porque
tienen miedo de estar solas, de que nadie las alimente o les de techo, poniendo
las mismas cantaletas de, “qué pasará con mis hijos sin su padre”, como excusas
para no salir adelante como verdadera hija de Dios.
Uno de los
grandes temores del hombre es morirse. El cristiano debe de aferrarse a la vida
eterna, no a la vida física. Si muero, es uno de los pasos que siguen al
perfeccionamiento a la vida eterna.
El temor hace
que la gente se vuelva insegura, tiene miedo hasta de su propia sombra, pero se
nos olvida que la sombra de nuestro cuerpo desaparece al llegar la noche. Dice la cita de 1ª. Timoteo 1:7 ”Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de
amor y de dominio propio.”
Si, en e desierto, aparecerá todo tipo de alimañas, escorpiones,
serpientes, etc, pero tenemos que depender de lo que tenemos: nuestra fé. Son
raros los amigos que permanecen en situaciones de crisis, los que te dan
la mano. Conozco de personas que han
tenido crisis financieras, de salud, situaciones extremas, en donde duele en el
corazón ver sus situaciones de calamidad, pero pasan los días y los meses y una
obra redentora se acercó a ellos, la mano de Dios. Tuvieron que enfrentar sus
problemas solos y con Dios. Pero lo bueno de todo esto es que sí recordamos la
voz del Señor “si oyereis hoy su voz” llegaremos a tener ese carácter fuerte,
orgulloso, no con malicia, sino que orgullosos de nuestro Dios y de su
fidelidad.
2. Nuestras ansiedades
Las
tentaciones por las que Jesús fue pasado en su desierto, son las mismas que nos
persiguen hoy día en los nuestros. Hay que recordar que al igual que nosotros,
Jesús tuvo puesta la vestidura de la misma humanidad.
Más sin
embargo, todo vicio o toda ansiedad, en el desierto se quita, se elimina. Pongo
de ejemplo en la iglesia a aquella persona que se convierte a Jesús, pero
durante mucho tiempo fue borracho(a), de alguna manera, el enemigo le sigue
recordando su atadura de que usen el alcohol como excusa para no recordar su
pasado, en el que quizá fueron violados, maltratados o abandonados por aquel
padre que supuestamente debía de haber estado allí para cuidar de ellos. Ahora
bien, por alguna razón va a parar a la cárcel, donde no le dan alcohol, donde,
no va a tener relaciones sexuales con el sexo opuesto, no hay discotecas, donde
no va a tener oportunidad de lucir buena ropa, porque hay limitaciones y de
alguna manera se abstiene, pues bien así el cristiano que pasa por ese
desierto, todas las ansiedades, vicios, compulsiones tienen que ser cedidas a
Cristo. Si por alguna razón te quitan tu TV ya no tendrás quizás la tentación
de pasar mucho rato al frente de la
TV viendo novelas, o cosas que no te edifican. Pedro, en su segunda carta dice: “echando
toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed
sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar” 1ª Pedro 5:7-8 Imagina que estás en tu casa, pero se te han
caído las paredes, o no hay puertas. De alguna manera tienes que estar
pendiente de quien entra a tu casa, y con algún tiempo, vas agarrando agudeza
en el oído, en tu vista, etc. Así en el desierto Dios me alerta que tengo que
estar sobrio, pendiente, mas estamos con la promesa de que no estamos solos,
sino él con nosotros.
Cualquiera
diría que cuando pasamos por el desierto estamos acabados, destruídos:“jajaja, está derrotado, está
acabado, está pobre”, pero Pablo nos recuerda esto: “que estamos atribulados en todo, mas no angustiados;
en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados;
derribados, pero no destruidos; ” 2ª. Cor. 4:8-9 Si
deseas ser vencedor en el desierto, no debes estar angustiado, aunque sepas que
hay que pagar acá, aquí o allá, podremos dar manifestaciones de estar
atribulados, pero no te angusties. ¡Ya viene el fin del desierto! Como decía un
programa de comedia: “¡Qué no panda el cúnico” en otras palabras, que no te
invada el pánico, y sepa esperar. En mi caso personal, siempre él es quien me
acude a ayudarme y a pasar por el desierto. Me ha sido fiel tantas veces, aún cuando he sido desobediente, pero al
final me he puesto a pensar, que las bendiciones son muchas más, las que tengo
que arrebatar, tenemos que seguir adelante y cambiar de nuestra manera de
pensar. Y para concluir este punto, te quiero animar a que pienses en esto:
“Aunque ande en valle de
sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmo 23:4
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmo 23:4
Esto quiere decir que no hay que
quedarse lamentando en el desierto, sino que que camina, sigue adelante, porque
atrás va quedando ese valle de sombras, de atribulamiento, de escasez.
3. Nuestro estilo de vida
o tipo de comodidades.
Al salir Israel de Egipto venían con una
manera de pensar, de vivir, de adorar a Dios. Ya se habían acostumbrado a estar
bajo esclavitud, comiendo y bebiendo de una manera limitada por pago de un
trabajo.
Encontramos la siguiente cita:
Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un
vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién
nos diera a comer carne!
Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos;
y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos. Num. 11:4-6
Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos;
y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos. Num. 11:4-6
Ciertamente nos aferramos a nuestras cosas
materiales, la casa, el carro, el trabajo, y con lo que tenemos, le damos más
importancia a las cosas materiales, y le damos menos culto a Dios. Cuando
entramos en el desierto es para cambiar ese estilo de pensar, de dejar de ser
idólatras, de aferrarnos al dinero. En mi vida personal, trabajé por más de 18
años en una empresa le diríamos de lujo, en un banco privado. Llegué a tener
muchas prestaciones y comodidades, una oficina en un edifico de cristal,
ubicada en la 15º nivel, alfombrado y amplio, con poder y autoridad para mover
millones de dólares de acá para ayá, de rozarme con grandes empresarios
nacionales e internacionales, pero asistía a la iglesia tradicional sólo los
domingos, quizás dos veces por mes. Gastaba más de la cuenta, me acostumbré a
gastar más de $ 100.00 por cada noche y
esto dos o tres veces por semana. Pero
cuando fui llamado a pastorear, sabía que tenía que dedicarme al 100% a la obra
y no lo hice así, estaba trabajando en el banco y los fines de semana en la
iglesia, hasta que Dios me sacó del banco, despedido me hicieron, y bien me
acuerdo que mi jefe estaba muy contrariado por la orden que había recibido de
despedirme, y cuando é me mandó a llamar y me dio la noticia, yo le dije: “no
se preocupe jefe, se de donde viene esto y a donde me quiere llevar”, a
pastorear a una congregación que si bien no es numerosa, pero son ovejas que él
ha puesto bajo mi cuidado. Eso fue hace siete años, y cuando me encuentro por
algunos montes o valles visitando a enfermos, o cuando me encuentro en medio
del polvo o de la escasez, me recuerdo que Dios está cambiando mi carácter y
que tengo que seguir esperando. Mejor temporada viene para mí y para usted
también.
Pablo nos dice lo siguiente en Filipense
3:7-8:
“Pero cuantas
cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de
Cristo.
3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, ”
3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, ”
Pasar por el desierto me significa a mí y
a usted de quitarnos de la mente otros dioses, a no depender del dios dinero,
de tus conocimientos, de tu linaje humano, de tus familiares en la USA, etc, sino que con una
nueva mente, una nueva manera de vivir, podemos vivir confiados en que “nada
nos faltará” que Dios “proveerá” y él dijo y él hará en nosotros muchas cosas
maravillosas.
Que esta reflexión te de ánimo y te de
salud, porque hay cuando hay paz y calma todo tu ser está bien. Ya no carguemos
a nuestro cuerpo con angustias, porque no enferman, nos descontrolan. Sigue siendo
un vencedor y acuérdate de las palabras con las que comenzanos este mensaje:
“El Espíritu de Dios está sobre mí” Siga
caminando con Dios, con nosotros, con la familia de la fe. Que Dios te bendiga
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