“Porque el SEÑOR es
excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos.”
Salmos 138:6
El orgullo se puede definir de esta manera:
“Exceso de
estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales la
persona se cree superior a los demás.”
Es un problema que muchas veces se vislumbra
en la niñez, que el padre de familia puede disminuir o quitar dependiendo de la
forma como se trate en el niño. Por
ejemplo a un niño se le enseña a caminar paso a paso. Se le agarra de su manito
y con esfuerzo vamos caminando. Llega el momento en que el niño quiere caminar sólo
sin la mano que le ayude. El orgullo es un arma que hace caer al hombre ante los
ojos de Dios, tal como el diablo cayó en el cielo. El orgullo y la altivez dan origen a la
rebeldía y ésta trae consigo consecuencias negativas en la persona. Acuérdese de que el enemigo quiso sentarse en
el trono de Dios y ser como Dios y para ello convenció a 1/3 parte de los
ángeles por lo cual fue expulsado del cielo junto con sus seguidores y esos
espíritus en la tierra, tratan de utilizar a las personas para hacer llorar a
Dios, haciéndolas orgullosas. Las
personas orgullosas son personas gobernadas por
un espíritu de orgullo que de acuerdo a su naturaleza se comportarán
despreciables ante las demás personas.
Por ello quiero contribuir a ese cambio que
tú anhelas. Quizás te has dado cuenta de que padeces de este mal o puede ser
que no te hayas dado cuenta de que lo tienes. A continuación te presento 5 tipos de orgullo
que podemos poseer los hijos de Dios y que no nos ayuda a nuestra misión o
propósito y podamos cambiar para bien.
1.
El
Orgullo tipo faraón.
“Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo
oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a
Israel.” Exodo 5:2
Este
tipo de orgullo es aquel que no te permite recibir consejos, que sólo lo que él conoce o sabe basta y no
admite otro conocimiento. No admite oír
la voz de Dios aún cuando es para su bien. Son testarudas, de dura cerviz. Muchas personas son visitadas para
presentarles a Dios como salida a su problema.
Ellos conocen su estilo de vida, y saben que no es el mejor, pero les parece que ese estilo de vida es suficiente, que no hay otro mejor. No oyen
la voz de Dios porque su poder, su posición económica les parece que basta y
sobra para vivir “feliz”. No, no te
equivoques. Podemos pensar que no hemos necesitado de Dios para llegar a tener
dinero, conocimiento, poder, pero te tengo noticias: siempre ha sido Dios el
autor y creador de todo lo que tenemos, pero la falta de desconocimiento de
Dios perdemos lo que nos ha sido dado. Faraón perdió a su familia, perdió a su
ejército, perdió riqueza.
2.
El Orgullo tipo Naamán.
“Y Naamán se
fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en
pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y
sanará la lepra.”
2º Reyes 5:11
Este tipo de orgullo es común en aquellas
personas que han llegado a escalar en una posición social o económica. Aplica
también para aquellas personas que quieren hacer las cosas a su manera y
no la manera sencilla que Dios nos
ordena, aún sabiendo que se tiene una gran necesidad. Naamán era el general del ejército sirio, se
enfermó de lepra. Estaba acostumbrado a
recibir honra en su país y en donde se presentase como oficial del rey. Esa forma de vivir, los contamina el corazón,
se vive viendo por el hombro a las personas, incluyendo a la familia. Ataca también a los hijos de Dios, porque les
hace olvidar quien los sacó de la pobreza, del pozo cenagoso, de la
ignorancia. ¿Has visto a alguien que por
su cargo que ostenta quiere que todo mundo le reverencie? Muchos hombres al titularse como licenciados,
como doctores, etc, ya no quieren que se les llame simplemente por su nombre
sino por el título que tienen. Esa actitud es de alguien que vive pobre en su
mente. La grandeza de un hombre no está
en el título o en su cargo que tiene, sino en la humildad que ostenta con ese
título o con ese cargo.
3.
El
Orgullo tipo Uzías.
“Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su
ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová
para quemar incienso en el altar del incienso. ”
2º
Crónicas 26:16
Este
espíritu también quiere persuadir a los hijos de Dios. Uzías llegó al poder a los 16 años. Gobernó en
Jerusalem 52 años. Comenzó haciendo bien todas las cosas. Dios lo fortaleció,
lo empoderó y llegó a posicionarse como todo un gran señor. Pero acabó haciendo cosas que no le estaba
permitido hacer como rey. Y es que el orgullo en el hombre, una vez posicionado
en el lugar que has soñado, una vez conquistado el sueño de niño, se les olvida
quien les ayudó y en vez de hacer un acción de gracias o seguir compartiendo las
bendiciones recibidas, ya no lo hacen o si lo hacen, lo hacen a su manera.
Cuanto
hijo de Dios es levantado desde cero. Levantan su negocio, encuentran trabajo,
emigran a otro país, y ya afirmados en ello, se les olvida seguir buscando a
Dios y se vuelven esclavos a su propio trabajo o negocio. Vemos que cuando ganaban $ 200.00 diezmaban,
no fallaban, servían y todo estaba bien. Ahora que ganan $ 1,000.00 o más, ven
con recelo el dar el diezmo de $ 100.00 ó más. Conjeturan que aquel que lo
recibe lo echará a perder en esto o en lo otro y dicen: -sólo daré $ 40.00 y el
resto lo daré a los necesitados, a alguien que lo necesite. Y se les olvida dar ese resto a quienes dijeron
que lo harían. Y si lo hacen, no están
haciendo conforme a la enseñanza que Dios nos manda. No nos equivoquemos amigos y hermanos. Tenemos que saber que aquel que nos llamó lo
hizo confiando en nosotros, en administrar bien sus dones y privilegios que nos
dio y él nos recompensa en gran manera,
nos lleva a tener prosperidad y a posicionarnos en lo que soñamos, pero ya lo
dijo Jesús: “Sin mi, nada podeis hacer” Hagamos las cosas tal como él quiere.
4.
El
orgullo tipo Ezequías:
“Mas Ezequías no correspondió al bien que le había sido
hecho: sino que se enalteció su corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá
y Jerusalén” 2º. Crónicas 32:25
Este
otro tipo de orgullo se registra en aquellos que reciben favores de otros y se
les olvida dar las gracias a quien le dio la mano. Ezequías había sido
sentenciado a morir, casi de inmediato. Sin embargo, el oró a Dios y él le oyó
y le dio quince años más de vida. Sanó
de su enfermedad y llegado un momento se olvidó de aquel que le ayudó. ¿Cuándo
pasa esto en el creyente? Cuando oran y
oran y Dios les favorece, les sana, les da el trabajo, les abre puertas donde
querían llegar y ya sanos, ya no vienen a la iglesia. Dicen en su corazón: -Yo
tengo mi relación con Dios, que nadie ve sólo él y yo sabemos….y así pasa el
tiempo y se van quedando secos, sólo son hojas porque no hay fruto en ellos. No se nos olvide de donde nos sacó el Señor,
que quien es el dueño del oro y de la plata y de la tierra. Cuando te pase eso a ti, cuando te enfermes,
cuando clames a él ciertamente él te ayudará, lo ha prometido, pero no te
olvides de él, porque así como te salvó, también puede llegar tu ruina.
Lo
bueno es que Dios siempre te da oportunidades.
Ezequías se dio cuenta de su error y se humilló ante Dios y las
consecuencias de su error fueron mínimas.
Así es Dios, grande en misericordia y en su amor para con los suyos.
5. El orgullo tipo Amán:
“Y vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba
delante de él; y se llenó de ira.” Ester 3:5
Este
tipo de orgullo se aloja en aquellas personas que tienen subalternos a su
cargo. Que son jefes y tienen personas bajo autoridad. Esperan que el
subalterno le bese los pies, para garantizarles su puesto, su trabajo y si no
lo hacen los miran de menos. He visto pastores que quieren que todos los
servidores estén atentos a cualquier instrucción que de ellos emanen y les
sirvan incuestionablemente. No, no funciona así en El Reino de Dios. Dijo
Dios, el que quiera ser grande en el Reino de Dios que sirva, que sirva a su
hermano, a su subalterno, al discípulo, al amigo, al pastor, a todos. "No ha de ser así entre ustedes, sino que
el que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor,”
Mateo 20:26 Distinto es cuando un subalterno quiere
agradarnos y nos lleva una taza de café, un pancito, que bueno y no hay que
rechazarla pues detenemos la bendición para aquel que nos quiere bendecir. Pero
no debemos de esperar que todos hagan lo mismo ni que recibamos elogios.
Podemos recibir críticas, murmuraciones, etc. y seguir siendo amigos, seguir
siendo el jefe, con armonía y clase y no distanciados por que las personas que
tengo a mi cargo no me agradan. Si
estamos en autoridad, si estamos en poder, sirvamos a los que están bajo de
nosotros.
En conclusión, el orgulloso no es agradable ante los ojos
de Dios. El orgulloso no quiere
comprometerse con el Reino de Dios.
Vinieron a Cristo y quieren seguir con un yugo: el orgullo. Así que les animo a que si pensamos que el
título que ostentamos es el que nos da de comer, estamos equivocados; que si
estás en posición elevada y no admites consejos, vas a la ruina; que si eres
favorecido con gracia y al final no haces las cosas como deben de ser, sigues
siendo orgulloso. Si hemos sido sanados,
debemos de seguir buscando a Dios y no olvidarnos de quien nos sanó y de no
admitir que la vanidad, los elogios, el cargo, el dinero, etc, sean los que
miremos de menos a las demás personas.
Procura no tener ninguno de estos tipos de orgullos y si
percibes que tienes alguno o más de alguno, acuérdate de esta promesa: “abogado
tenemos para con Cristo Jesús.” Pidamos
perdón a Dios y él justo y misericordioso que nos perdona. En el nombre de Jesús, Amén.
Te doy la hora mi Señor por poner estas palabras
en mi mente y poderlas escribir en mi computadora. A Dios sea la gloria.