“Abres tu mano,
Y colmas de bendición a todo ser viviente.”
Salmos 145:16
Cuando mi Padre Celestial quiere bendecirte, no hay quien lo detenga en
su propósito, y lo hace en momentos en que más lo necesitas.
Era una noche de la semana pasada, tan calurosa, típica de esas noches
de verano en la ciudad de El Tránsito.
Aunque es fastidioso sentir tanto calor, pues llega a tener cerca de los
40 °C yo no reniego por ello, tampoco me acostumbro a vivir en esa situación
pero he aprendido a adaptarme al ambiente y hacer todo lo que tengo que hacer,
disfrutando de ello. Esa noche llegué a casa de una hermana llamada Juanita, a
dejar las llaves de un vehículo propiedad de un hijo de ella. En ese momento, ella
hablaba con su hija que está en el extranjero. Me senté a tomar una soda y a
comer unos alimentos que me habían preparado, cuando de repente, oigo a mi
hermana Juanita le dice a la hija que
ahí estaba yo, que era el pastor y en un fugaz momento oigo que me dice su hija
que le pidiera lo que yo quisiera. Me asombré de la oferta y le dije: -bueno,
una camisa blanca manga larga está bien, le dije. Me pidió la talla, y luego me
preguntó de qué talla de pantalón era, y le dije tal talla es. Siguió hablando
con su madre, y al rato me vuelve a preguntar la hermana Juanita: ¿Qué talla
era de zapato? Y que sí que tipo de calzado quería. –Bueno, dije otra vez, mi
talla es 12 y si era factible que quería un par de tenis, pues sólo un par
tenía, que por cierto, su hermano me acababa de regalar un par de Marca
Nike la semana pasada.
Así que me levanté de aquella mesa con la expectativa de que Dios me
había vestido completamente y le dí gracias a Dios. Su familia me dijo:
¡Y para mi sorpresa este día, la bendición llegó hoy a la puerta de
donde vivo! Este día jueves, y no de la manera que yo había visualizado, sino a
la manera de mi Padre. La bendición fue, un par de zapatos Puma, perfecto a mis
pies, dos pantalones negros de vestir, dos camisas blancas, calcetines y cuatro
camisas más de diferentes estilos y colores. Prácticamente fue doble bendición
la que Dios me mandó. ¿Me he de quedar callado? ¡Pues no!
Asimismo en esta semana El Señor me mandó $ 50.00 dólares, gestión hecha
por mi hermana Virginia, miembro de la
iglesia, que se preocupó por mi bienestar y la ocupó Dios a ella y a otras personas
para que esta bendición llegase.
Soy un hijo, imperfecto, pero he comprendido en estos años de servicio a
él, que me colma de gracia y de favor para bendecirme, en momentos en que he
abierto mi boca para declarar mi bendición porque ciertamente hay alguna
necesidad y que nada de lo que haga compra
ese favor o gracia. Es por su puro
amor sobre mí. No dudo que
vienen más sorpresas de su favor hacia mi vida, y por ello le he de dar gracias
y de publicar todas sus maravillas para conmigo.
Recuerde amado lector, que a mi Padre Celestial le agrada que usted sea
agradecido sea por lo que sea, sea en lo poco o en lo mucho pues el propósito
es que tú estés siendo favorecido. La Biblia no habla
de una historia de diez leprosos que juntos hallaron sanidad al cruzarse su caminar
con el de Jesús: “Respondiendo
Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No
hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Lucas 17:17-18
Por ello, vaya este escrito con gratitud a la mano generosa de mi
hermana Milagro, porque desató su generosidad para con este inútil servidor,
que dio más de lo que se le pidió. Que su recompensa sea grata y justo a
tiempo, que Dios no declina su favor hacia sus peticiones, las más difíciles
que pueda ella tener. ¡Exaltado sea el nombre de Dios y de su amor para con
nosotros!
Dios les bendiga