En un día como hoy, día 28 de Febrero de 1999, el
Señor llegó a ser mi Salvador Personal.
Era un día domingo, asistí al segundo culto de la iglesia CEFAD, donde
iba mi buen amigo Gustavo Serrano, pero en esa ocasión yo decidí ir al culto de
las 11:00 AM pues mi amigo acostumbraba ir al de las 9:00 AM. La convicción de aceptarlo estaba decido
desde un día domingo anterior. Y llegó
el día y la hora señalada. La convicción de recibirlo vino después de haber tenido
un accidente de tránsito y en donde hubo una persona involucrada que murió. Ahí
fue donde Dios, a través de otro amigo llamado Wilfredo Ruano, me invitaba constantemente a los cultos de la
iglesia Tabernáculo Bíblico Bautista Amigos de Israel pero nunca le prestaba
atención.
¿Pero
como nace este llamado de parte de Dios? Mi vida estaba perdida, en un mundo de
fiestas, alcohol, mujeres y playa. Y me había hecho el llamado en un montón de
veces, desde que recuerdo, desde los 16 años, Estaba casado, con una hija de
por medio y reconozco que mi esposa en ese entonces no le daba buena vida. Fue
un día, este amigo Wilfredo, me vende un
carro, en excelentes condiciones y el día que hicimos el negocio, para
celebrarlo, cayendo la tarde me fui con otros amigos a comer pupusas a
Olocuilta. No tomamos en ese entonces
bebidas embriagantes, sino sólo gaseosas y las respectivas pupusas. Era como
las 9:00 pm cuando decidimos regresar y ya en carretera, en una curva, una
persona, aparentemente en estado ebriedad salió de improviso en plena carretera
a mi costado izquierdo y en donde quise esquivarlo, pero no pude, logrando
impactarle casi de frente, y con el rebote en el parabrisas, cayó al piso,
quedando en carretera, a merced de otros vehículos que pasaban a gran velocidad
y lo alcanzaban a arrollar. Quedé impactado por tal imprevisto, al igual que
los otros amigos que venían conmigo. Quise esperar la policía, pero alguien
paró su vehículo de improviso y me dijo: “Hoy lo mataste, vete rápido que si la
policía te atrapa te mete al bote de seguro” ´-Casi balbuceante me subí a mi
vehículo y emprendí el retorno, pero a velocidad lenta, pensando que sería
bueno que la policía me alcanzara, cosa que nunca pasó. Mi vehículo se podía
distinguir de noche, ya que tenia una placa trasera con luz neón que no era
común en los carros de ese entonces. En
el accidente, perdí uno de los retrovisores, y pensando en grande como en las
películas de detectives, pensé que mis huellas habían quedado en el espejo,
puesto que lo había limpiado en la mañana con gran delicadeza. Preocupado por
eso, me acordé que el carro aún seguía a nombre de mi amigo Wilfredo y que si
alguien hubiese anotado las placas, darían parte a la policía y mi amigo iba a
ser el sorteado.
Así
que ni lerdo ni perezoso, le llamé explicándole la situación, era de noche y
¿saben las palabras con las que me tranquilizó mi alma? –Robert, me dijo, tranquilo
que todo está bien. ¿A dónde estás me
preguntó? –En casa de Ramón, le dije. Entonces, me dijo, paso por ti, mañana
domingo a las 8:45 AM en las fuentes
Bethoven, para que vayamos a la iglesia. No me pude negar y le dije que sí. Así
fue como en un domingo, en el culto de las 9:00 AM llegue al Tabernáculo
Bíblico Bautista. Me hicieron el llamado a recibir a Cristo, pero me dio pena
por que estaba con mi amigo Wilfredo, y erronéamente pensaba que se iba a
burlar de mí o algo así. Así que en mi mente pasó la siguiente idea: El próximo domingo iré a la iglesia a donde
va mi otro amigo Gustavo, pero iré al culto de las 11:00 AM pues así no me verá
mi amigo porque también me iba a dar pena que me viera aceptando a Cristo.
Asi
que ese domingo 28 de febrero, ahí estaba en CEFAD, esperando que el pastor
hiciera el llamado, y cuando el pidió que levantaran la mano aquellos que
querían recibirlo, yo era el primero en levantarla. Así que me llamaron y luego
me condujeron a un cuarto donde me hicieron hacer la oración de fe, dándome además
unos libritos de lectura del evangelio de San Juan y otro donde me indicaban mi
fecha de nuevo nacimiento. Es por ello que no se me olvida esa fecha especial.
Ahora
me doy cuenta que si tanto Wilfredo como Gustavo se hubieran dado cuenta de mi
decisión sus palabras hubieran sido de beneplácito y de alegría porque ¿Qué amigo
no se alegraría de que otro amigo estuviera en los caminos del Señor? Estos
amigos hicieron muchas invitaciones, cada uno empleado estrategias de la iglesia
donde asistían. Gustavo me decía: estoy
orando y ayunando por vos. Me invitaba a cenas donde después de cenar
me presentaban el plan de salvación y yo me negaba. Wilfredo en cambio era compañero de labores en el Banco
Cuscatlán, y asistía al Tabernáculo Bíblico Bautista y en días de semana
laboral, después de las 4:00 PM cuando nos quedábamos noche haciendo horas extras,
cuando ya no atendíamos público, él ponía un radio con predicaciones del pastor
Edgar López Bertrand en Radio Bautista. Yo ponía una grabadora con música merengue,
cumbias, baladas etc. Ahí es donde él me
decía que escuchara las predicaciones pero no le hacía caso.
Así
que al tener el accidente de tránsito, era la gota del vaso de problemas que
este servidor tenía en ese entonces. El querer recibirlo era por una necesidad
de cambio tanto en mi familia, en mi vida personal, en las destruidas finanzas,
etc.
Fue
después de esa fecha que Dios me fue llamando poco a poco a su servicio y yo
acepté con gusto. A los pocos días de
haber aceptado, mi amigo Wilfredo y yo pasamos por las aguas bautismales y los
seis meses de haberlo recibido me llamaron a ser misionero, y al año me hicieron
el llamado a ser pastor, cosa que no quería, pero que gracias a otro accidente,
que contaremos en otro blog, desde el 2001, estamos en este oficio, respaldado
por la mano de Dios y su amor eterno en mi. Gracias Señor por permitirme
compartir este relato. DIOS LES BENDIGA
A TODOS.
Roberto González,
Pastor.
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