Lucas 9: 57-62
9:57 Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas.
9:58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
9:59 Y dijo a otro: Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.
9:60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios.
9:61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa
9:62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
Un Paréntesis para reflexionar en este pasaje…
Cuando me inicié en el evangelio, asistía regularmente a la iglesia cada domingo en la mañana, en el servicio más temprano que iniciaba a las 9:00 AM y terminaba a las 10:30 AM con la idea de que después del servicio podía irme a la playa, a algún lugar de recreo para mi y mi familia. A los seis meses de esta rutina, me involucré en un llamado que me hicieron a unirme a una misión de 5 personas que asistían a uno de los penales del país, de la ciudad de Usulután y fue así como empecé mi vida eclesiástica hasta el día de hoy. Para en ese entonces trabajaba en una institución financiera, la más prestigiosa del país, tenía el cargo de Jefe de Operaciones Financieras, tenía una cómoda oficina ubicada en el nivel 15 del edificio más alto del país en ese entonces. El contacto con todo tipo de personas era necesario por la naturaleza de mis funciones, me relacionaba con gerentes financieros de todos los bancos, hacía transacciones comerciales e inversiones financieras con instituciones regionales como extranjeras. Mi estilo de vida estaba enmarcada dentro de una vida de comodidades, fiestas, ardúo trabajo y otras cosas que se dan en este ambiente.
Cuando comencé a asistir al penal como colaborador del pastor, me di cuenta de cuanta necesidad había en los reclusos, del ambiente hostil que se vive y de que no todas las personas que se involucraban en este tipo de misiones llegan a permanecer fieles al llamado del Señor. Madrugábamos cada domingo para estar a las 8:00 AM en el penal. Salíamos de ahí como a las 12:00 PM y algunas veces teníamos que recoger alguna colecta para los mismos internos en algunas de sus necesidades y aunque recogíamos ofrenda, algunas veces no ajustaba para lo que nos solicitaban. Por lo tanto teníamos que poner de nuestra bolsa y otras veces no nos quedaba para la comida personal. Recuerdo además que pasado un tiempo, quizás como a los seis meses después de estar viniendo al penal, a la misión se le dio un terreno baldío para que ahí se empezara la construcción de un templo propio. Entonces las exigencias de seguir viniendo eran mayores, porque después de la salida del penal salíamos a evangelizar a los alrededores del terreno y hacerles la invitación a que nos reuniéramos como a eso de las 10:00 AM. El trabajo se fue acrecentando a tal medida que el pastor tuvo que abrir otro culto por la tarde. Entonces el horario de cada uno de nosotros en el servicio de la obra se aumentó, salíamos a las 5:00 AM de la mañana y nos desocupábamos a eso de las 5:00 PM. Al regresar a nuestra casa, nos tardábamos como 2 horas y llegó un punto donde nuestro retorno a la casa se hacía como a la medianoche. Viajábamos 130 kms. desde el lugar en donde estaba la misión a la ciudad capital que era donde vivíamos. También los hermanos misioneros que emnpezaron esta obra, ya no siguieron viviendo por múltiples razones, pero la más principal era lo lejos del viaje y de algunas incomodidades.
Te cuento esto a groso modo porque aún cuando comenzaba a servir en el penal, siempre tenía la idea de venir temprano a la casa, ver TV y hacer otra cosa. Después cuando el servicio se incrementó con la apertura de servicios en el terreno, de vez en cuando renegaba por el pastor, pues tenía que esperar a los demás hermanos que nos acompañaban porque sólo el pastor y yo teníamos carro. Pero tanto fue mi enamoramiento de la gente, de la obra tanto en el penal como en la iglesia que para mi era y es un placer hablarle y servirle a la gente del amor de Cristo. La iglesia creció y dentro de ese crecimiento se fundó la misión, la que ahora es iglesia en esta ciudad del Tránsito y donde soy el pastor. Aunque aquí también me enamoré de la gente, pensaba que mi llamado no era predicar sino el servir, simplemente servir, hasta que Dios trató conmigo directamente y me dijo que estaría acá hasta el día que ÉL quisiera. Me despidieron de mi trabajo en el 2006 y era porque no quería renunciar a ese estilo de vida, pero entendí que Dios me quería solamente para él.
Aguantamos hambre, caminamos por senderos peligrosos, llenos de maras, delincuentes, dormíamos en el puro suelo o en hamacas, aguantábamos frío y lluvias, etc. por el hecho de servir a Dios. Pero te cuento una cosa: ¡que satisfactorio era dormirme al final del domingo cansado del viaje, cansado de caminar, de ir y traer a personas, etc. Era y son las mejores noches en que dormir cansado era lo más esperado para mí.
Hoy, la iglesia la cual pastoreo no es la más grande de la ciudad, tampoco la más lujosa, estamos siempre bajo una galera y con la ayuda de Dios estamos de pie. No tengo un salario estipulado, y no tengo las comodidades que tenía antes, vivo en la iglesia y ahora ella es mi refugio, mi techo, mi pasión. Vivo de lo que Dios me da en cada día de su amor. Jamás estuve mejor como estoy ahora en la casa de Dios.
Retomando entonces la lectura, en el versículo 57 que lindo es decirle a Dios “Te seguiré” hasta donde tú me quieras llevar, pero dentro de ese proceso muchos retroceden, se hacen “los mareados” es decir como que no es con ellos el asunto, pues se dan cuenta que andar en este camino de Dios no es precisamente un camino lleno de comodidades, que hay que hacer sacrificios personales, que hay que quitarse los prejuicios a todo tipo de gente, mezclarse entre los borrachos, prostitutas, mareros, delincuentes y estar en ambientes que no son nada agradable, pero ¡que fiel es Dios! a quienes le siguen sin importar que le cosas puede enfrentar en el futuro. Este llamado es muy espontáneo pero se apaga fácilmente con la palabra “Sed Hacedores” según Santiago 1: 22 No todos les gusta aguantar hambre, no todos dejan de comer y levantarse a ver a una de las ovejas que están heridas o necesitadas. No todos dejan de dormir acolchonados y abrigados por estar en un ambiente frío, lleno de insectos y de malos olores. No todos quieren viajar largas distancias, quieren tener una iglesia muy cerca de su casa, no todos quieren comenzar con una congregación de cero, quieren comenzar siendo pastores de 500 ovejas, ganando un buen salario, con buenas prestaciones….Que tristeza cuando Dios nos da la oportunidad de sonreírle y agradarle y le fallamos.
Según los grandes historiadores y teólogos de
La enseñanza acá de Jesús no es que abandonemos a nuestras familias por completo, porque aquel que no provee para su propia casa ha renegado a la fe y está caminando hacia su perdición (1 Timoteo 5:8: “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”). Tenemos que entender que la enseñanza de Cristo es espiritual. La idea es que uno no debe estar poniendo primero sus intereses personales y los de su familia y relegando los intereses del Reino en un segundo plano. Entonces si ponemos primero a Cristo y su reino de justicia, todo lo demás vendrá por añadidura Mateo 6:33
No debemos de poner la mirada en el pasado o en la familia para seguir a Cristo, es personal el llamado y el servicio. De la manera como tú logres transmitir tu visión y tu llamado a tu familia, esposa e hijos así también ellos se identificarán en tu ministerio. Sobre esto hablaremos en otro tema, por hoy sólo les animo a que dejemos de dar excusas para seguir a Dios, para servir a otros y para ayudarnos a nosotros mismos.
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