Isaías 60:1-2
60:1 Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
60:2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
Todos tendríamos que tener esta idea:
“En el antiguo Testamento la Gloria descendía del cielo”
Ahora en el Nuevo Testamento es que ahora la Gloria nace dentro de nosotros, resplandece dentro de nosotros, es Cristo mismo. Será visto en nosotros, alrededor de nosotros.
Un hijo del Reino, tiene que hablar, actuar, caminar, comportarse como un hijo del reino de los Cielos y la Gloria de Jehová debe de reflejarse en mí……que se vea….que se note en nuestro cambio.
En el libro de Revelaciones nos dice: 22:11-12 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.
Esto quiere decir que aquellos que son inmundos o injustos, por el mismo hecho de no conocer a Dios, que lo sigan siendo hasta que alguien del Reino de Dios le hable, y si somos justos y santos, sigamos siendo más santos, más justos…..
Por tanto, si Dios me dice LEVÁNTATE Y RESPLANDECE, la Gloria de Dios se manifestará en mi como un movimiento, es Dios mismo y su manifestación de Dios de la eternidad en usted….
Por ello cuando quiero que Dios me sane, debo de hacer eco a estas palabras, porque el quiere que me levante y brille, resplandezca como su hijo, que la eternidad en mi se vea manifestada: Donde haya llanto, haya alegría y gozo; donde haya enfermedad, haya sanidad, donde haya tormento, haya paz y prosperidad, etc.
¿Cuándo es entonces cuando la Gloria de Dios se manifiesta en mi? Cuándo haya comunión entre mi espíritu y el Espíritu de Dios. Entonces, reconociendo mi condición me he de levantar y resplandecer y tomar una actitud de adoración, una postura del cuerpo y esa es la más baja: Es postrarse…Es cuando nuestro espíritu se une con el Espíritu de Dios….de ahí sale la procreación, la respuesta de Dios a nuestro milagro, a nuestra petición. Si inclinamos nuestro rostro, si levantamos nuestras manos, ¿Cómo sabemos que nosotros estamos en la Gloria de Dios? Cuándo estamos conscientes de nosotros mismos y de nuestra condición, de nuestra verdadera dependencia, de nuestro valor como Hijos de Dios. Cuando piensas en tí no es adoración, cuando piensas en los quehaceres de tu hogar, no estás adorando, por lo tanto la Gloria de Dios no se puede manifestar en nosotros.
Reflexión:
Padre que estás en los cielos, te pedimos que cualquier enfermedad que haya en aquellos que nos leen, cualquier problema matrimonial, cualquier aflicción que tengamos, en esta hora queremos resplandecer, queremos que tu Gloria se manifieste en nosotros, nos apropiamos de esa palabra preciosa que sobre nosotros será vista tu gloria. Señor en este momento, toda enfermedad desaparece en tu eternidad.
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