miércoles, 7 de septiembre de 2011

AYER TE VI


AYER TE VI
 Mateo 25:36
25:36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 
25:37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 
25:38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 
25:39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 
25:40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.






Hay una alabanza que ya días suena en la radio, original de Jesús Adrián Romero llamada “Ayer Te Ví” y algo parecido me impactó uno de estos días de esta semana al verme involucrado en una escena con una linda familia a quien aprecio mucho.

Ciertamente hay una gran variedad de oportunidades de hacer el bien al prójimo y especialmente en aquellos indefensos o débiles, a los cuales se pasan desapercibidos muchas veces a nuestros ojos.

Hace varios días visitaba a una familia a quien aprecio mucho y dentro de esta familia hay una linda señora, a quien conozco de hace muchos atrás y que en varios momentos me ayudó como si fuera mi madre y creo que hasta en el color de su piel  que es igual a la mía, morenita nos parecemos. Tiene como la edad de sesenta años y está con un problema de aihzemer. Está en la etapa de que ya no se acuerda de las personas de tiempo atrás. Si acaso recuerda un nombre es por un momento. Se le olvida como sentarse, y se le tiene cuido como cuando se cuida a un infante de un año a tres, estando pendiente de sus necesidades básicas. Y quien cuida de ella es una linda anciana, la madre de ella, que recién ha cumplido sus ochenta y siete años.
Pero lo que me llama la atención y por lo cual la puse como ilustración es que al platicar con ella y ver sus ojos, su mirada me daba la sensación de que estaba ante alguien angelical, y vi a Jesús en ella, en su rostro, en su voz, en su piel. Salimos a dar una vuelta por ahí y a degustar de una buena taza de café, y dentro de mí sentía cierta impotencia por no poder hacer más por ella en el día a día ni por su anciana madre que la cuida

Pero me recuerda Dios que si buscamos el poder en el evangelio, podemos encontrar la fuerza, la fuerza espiritual mayor que la fuerza física o inteligencia. Cuando leemos la Carta a Los Romanos, nos damos cuenta de que en ellos estaba una cultura de guerra, acostumbrados a no retroceder en la batalla. El calzado del soldado romano consistía en una bota, de suela gruesa. Tenía una hilera de correas de cuero que lo ataban al pie. En la parte de abajo había pedazos de metal en forma de clavos para sostenerse al momento del combate mismo.  Sin embargo llega Pablo y les dice: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” Así que creer en aquel que siendo hombre murió en una cruz, que no pudo salvarse así mismo y que luego resucito, para ellos era locura, pero creyeron, Por lo tanto sigo con una locura en el evangelio, y es provocar en ustedes mis amigos lectores una cadena de oración diaria, todos los días a favor de esta hermana en Cristo, para que Dios haga la obra.
Jesús nos dijo “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también,” Juan 14:12
Deseo también despertar en ustedes una parte de su sensibilidad hacia los ancianos y los niños de la calle, que no tienen a nadie más que a usted o a mí creyentes en Dios. Es aquí donde quisiera hacer lo mismo que hizo la madre Teresa de Calcuta, el frayle martín de Porres, que vieron a Jesús en los leprosos, en los pobres, en los niños.
Así que con la fe de un niño, apóyanos haciendo la siguiente oración: Amado Padre, Dios de Habraam, de Isaac y de Jacob, Dios de Israel, Dios grande y poderoso, tú que formaste las pléyades, que formaste los cielos y la tierra, los mares y las grandes lumbreras del firmamento, tú que eres Todopoderoso, el que todo lo sabe y el que todo lo puede, hoy venimos antes su presencia, como cuando el pueblo de Israel venía ante la puerta de la ciudad a ver al rey, a ponerle su queja o petición, así hoy venimos antes usted ahora, a que nos escuche nuestra oración por la sanidad en la vida de su sierva Ana Mirian vda. De Gálvez, quien por alguna razón, en su soberanía Señor, usted ha permitido que tenga esta enfermedad de Aizhemer, y pedimos su misericordia, su compasión, su mirada, como cuando sanastes a paralítico de Bethesda, al ciego de nacimiento, al que tenía la mano seca, al que murió y luego lo resucitaste después de cuatro días de muerto, como aquellos 10 leprosos, en fin Señor, como has sanado ayer y hoy a muchas personas. Así también nos unimos en oración por ella. Señor tú todo lo sabes, sabes que creemos en ti y en tu Palabra. Ayúdanos en este tiempo que es de restitución, reclamamos esa sanidad que el enemigo se haya llevado de nuestra hermana. Reclamamos la autoridad de la que hemos sido investida por tu muerte y por tu unción que has derramado sobre tu remanente, sobre tu manada. Oh Señor, Padre mío, en ti confiamos, desde siempre en la eternidad. Gracias, porque por esta palabra tuya, sabemos que ella será sana. Por la fé el universo se hizo de lo que no se veía. Así sea con nuestra hermana. La vemos sana, en el nombre de Jesús. También sabemos que con la sanidad de nuestra hermana Mirian, la paz en los últimos días días de su madre Natalia vendrá a ella, y podra tener ese reposo en su alma, querido papito precioso y amado. AMÉN. 

No hay comentarios: