martes, 7 de mayo de 2013

TOCANDO EL CORAZÓN DE DIOS



“TOCANDO EL CORAZÓN DE DIOS”
Jeremías 15: 19-21
15:19 Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. 
15:20 Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. 
15:21 Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes. 


Hace unos ocho años, recién comenzando en la iglesia, conocí a un muchacho, que lo llamaré Juan. Tenía 18 años.  Asistía una iglesia cercana y ya había aceptado a Cristo como su salvador.   El joven, lleno de vida, tenía una carga muy especial: su madre, a quien llamaré Marta,  se emborrachaba de manera constante y se ponía siempre una buenas borracheras, teniendo el cuidado de estar pendiente en donde ella pudiera estar, para hacerla llegar a su casa. Ella, cuando estaba sobria, de las raras veces, hacía “esos trabajitos oscuros ” tirando las cartas o trabajando con la Güija. Con el tiempo, me fui haciendo amigo de ella y la invitábamos a la iglesia de manera constante, cuando la veíamos en la calle o en su casa y generalmente borracha.  Hasta que un día,  ella entró a la iglesia con su hijo. Andaba media tomada, pero aún así llegó y aceptó a Cristo.  Hicimos oración por ella. Luego, a los 3 días haber llegado y aceptado, fue internada en un hospital porque se le vino un flujo de sangre fuertísimo y quedó internada. El hijo se angustió un poco más por que nunca antes le había dado este problema, y ya puesto en el hospital, los médicos suponían que era un aborto y que él hijo era el responsable de eso. –Más carga para él.  Sin embargo le estuvimos dando ánimos, mi persona, otros amigos de la iglesia, a tal manera que supiera que todo iba a estar mejor.  Gracias a Dios salió bien del hospital, estuvo como 4 días pero con la convicción de no volver a tomar.  Fue en esta prueba, que tanto para el hijo Juan como su madre, se afianzaron un poco más en El Reino de Dios a tal punto que llegamos al convencimiento  un día, de quitar toda raíz que pudiese estar estorbando al hogar de ellos, pues sólo eran ellos dos.
Y en un sábado, llegamos a su casa con un  servidor de la iglesia, que también era muy amigo de ellos y comenzamos a hablar acerca de su nuevo nacimiento, de su entrega a Cristo, le recordamos que tenía que quitar todo lazo o atadura que le estorbara en su casa como para hacerla caer. Habían unos cuadros medio raros colgados en la pared, le dijimos que los quitara; sacó la Güija, y otros asuntos por ahí y los llevamos al patio de la casa para poder quemarlos.
Nos reunimos los 4, el servidor, el hijo, ella y yo, tomados de las manos, hicimos una oración para que aquello fuera quitado y quemado.  Se encendió el primer fósforo y algo apagó el fuego, luego otro y otro y todos se apagaban. Hasta que dijimos que en el nombre de Jesús y la “sangre de Cristo derramada en la cruz del Calvario tiene poder” aquello agarró fuego y empezó a crecer la flama, y entonces, algo raro sucedió en ella, en Martha. Y es que empezó a decir “me quemo, me quemo” y cambiar la voz de una manera  como de hombre, y a tener una gran fuerza  desenfrenada, a pesar de ser de un cuerpo frágil. Sin pensarlo dos veces, los tres, el hijo, el servidor y mi persona nos entrelazamos alrededor de ella y comenzamos a orar fuertemente, declarando que la  “Jesús era el victorioso de todo lazo y que la sangre de Cristo limpiaba y quemaba todo poder del diablo en ese lugar” y vi como el hijo, de la manera más noble, amorosa, abrazaba fuertemente a su madre y decía a gran voz, madre yo te amo, eres mi madre, eres libre. Y aquella lucha de aquella mujer fue mermando, a tal punto de desmayarse y quedar mojada en sudor.  Aquello que fue traído al patio se quemó y la vida de ella cambió definitivamente como la de su hijo, una vida para bien.

Traigo esta historia porque Dios me recuerda  cinco cosas:
1.     Nunca olvides  a quien le sirves y por que le sirves.
2.     Si hemos dejado de Amar a Dios, es hora de comenzar de nuevo con pasión por el primer amor y amor a las almas
3.     Ser siempre ejemplo  a seguir por los que no conocen a Cristo o los que apenas comienzan a andar en él.
4.     Quitar toda influencia negativa en mi vida
5.     Recordar que cuando le obedezco a Dios hay una promesa tan grande, tan poderosa, tan protectora que caminaré en medio del valle de la muerte, y éste siempre quedará atrás. 

Jeremías nos es que no era parte del pueblo de Dios ni que no se haya apartado de él, pero le recuerda esto: ¡Si te convirtieres” es decir si actúas como lo que eres, un hijo de Dios, que puede tener autoridad sobre principados, si actuares con propiedad y convicción, las tinieblas retrocederían delante de nosotros.  Si él desánimo puede rondar por todos lados, pero tu no cambias, te conviertes en poder ante los ojos de los demás, si haces uso del buen nombre de Jesús, no creyéndolo de labios, sino del corazón, entonces seremos capaces de meter también la mano en aquel bote de basura y sacar aquello que pareciera que ya no tiene remedio o algún tipo de uso . Ese bote de basura es aquel  mundo donde te has desenvuelto: altivo, indiferente,  violento, mentiroso, jactancioso,  en el que poco a poco va abarcando a la tierra en general,  pero aún así, Dios metió  su mano para sacarme de ahí y ponerme como su faro en medio del mar.  Tenemos que seguir metiendo nuestra mano también en ese mundo y sacar lo negro, lo vil, lo sucio, lo inservible y restaurarlo con el poder de la Palabra.
Cuando hay almas convertidas a Dios, producto de tu acto de fe, producto de tu esfuerzo por buscarlas, entonces tocas el “Corazón de Dios” porque no hay mejor manera de hacerlo que haciendo su voluntad acá en la tierra en ese mundo que te he descrito antes.
En mi caso personal, él siempre me recuerda esto:

“Mi conversión debe de dar  frutos de arrepentimiento, de tal manera que persuado, influencio en otros a acercarse a Dios , a oír su voz y al valor de aceptarlo como su Salvador. Me recuerda que encuentro en Él protección, que soy vencedor en medio de peleas planeadas tanto en la luz como en la oscuridad.  Debo de ser un adorador obedeciéndole en TODO.  Así también Dios te quiere favorecer.  Luchemos y perseveremos HASTA QUE CRISTO VENGA

 

DIOS TE AMA  Y YO TAMBIEN 
 
Roberto E. González, Pastor
Tabernáculo de Adoración de Adonay
       Pasión Por Las Almas




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