Una Historia en Mi Vida Personal
Sucedió el domingo antepasado, por la
mañana, antes de dar el servicio de las 10:00 AM. Había sido inspirado para
hablar de ser agradecido con Dios, de darle gracias a Dios por lo que tenemos y
no renegar por lo que no tenemos.
Que la gratitud se manifiesta en nuestra
actitud al cantarle alabanzas al Señor.
Pues bien con las baterías encendidas y
dispuesto a ser siempre el que ministra la Palabra a todo sediento, fui a mi aposento, ahí
encontré a mi mascota, una perrita llamada Licha, la cual había comido pero no
se le había dado agua, por lo que dispuse darle agua en un recipiente de
capacidad de medio galón. Andaba en mi
bolsillo de la camisa mi celular, un modelo que aunque no ostentoso, estaba con
las funciones básicas que alguien de “la nueva era tecnológica necesita”:
Internet, Wi-Fi, Blue Tooth. Al agacharme a darle el agua, mi celular cayó en
el agua, sin darme cuenta y quedó ahí por 30 minutos. Cuando regresé por otro asunto, me acerco a mi perrita y veo al celular en lo
profundo del recipiente. Bueno, pensé, ya se arruinó, y poniendo en práctica
los consejos que nos dan, lo saqué del agua, le retiré la batería, no se había
mojado por dentro, era un milagro y
después de secarlo por fuera, lo sopletee con una secadora de cabello y uno de
mis colaboradores lo conectó otra vez y encendió y aparentemente todo estaba
bien, más no funcionaba la pantalla táctil.
Le pregunto a un “Cuasi” ingeniero, que le podría haber pasado y me
dice: -eso, ya es cadáver de teléfono, es lo típico que les pasa cuando se caen
al agua, etc. Bueno, dí el servicio comos siempre y terminamos glorificando a
Dios, me fui a comprar alimentos para el almuerzo y cuando venía de regreso a
la iglesia, una voz me dice: “Bueno, da gracias por lo que tienes” y viendo el
aparato, dije: Sí Señor Gracias, que tengo a un Dios Poderoso que puede hacer
funcionar a un “cadáver” de tel. tal como me lo dijo el hermano, pero se que
puedes cambiar eso y dispuse conectarlo a mi computadora y “walla” funcionaba perfecto, no tenía ningún daño en
su sistema. En ese instante me dice otra vez ese susurro de Voz, da gracias y
publícalo, y dije: Te lo prometo, lo publicaré
hoy en el servicio de la tarde y en mi blog, en mi perfil de Facebook,
etc.
En el servicio de la iglesia de la tarde si lo
dí, pero no así en mi blog, ni en Facebook, ni en ninguna de las redes en las
que interactúo. Todavía el jueves por la noche me vino el recordatorio de que
no la había hecho la publicación, y bueno, llegó el viernes y nada. Ese día, en
mi oficina llegaron unas visitas de dos parejas que nunca los había visto,
preguntando de unos servicios comerciales, y en un movimiento planificado por
ellos, una pareja se quedó platicando conmigo,. Mientras que la otra pareja
aprovechó el espacio y tiempo para introducirse a mi escritorio y sacar los
teléfonos, el “resucitado” y otro de mi hijo. Me vine a dar cuenta de que me
los habían hurtado hasta media hora después que quise hacer una llamada y no
hallé a ningún teléfono. Entonces, ¿Qué cara crees que puse? Me acordé de la Palabra que te dice: “Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se
complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.”
¿Y Ahora? ¿Qué hago? Simplemente
dale gracias a Dios por lo que tienes, me volvió a replicar aquella voz
bendita. Tengo vida, tengo buena salud,
pero sobre todo tengo a Cristo, que es mi amigo. Ya nuestro Dios proveerá. Y cambié mi enunciado y una vez más Señor,
GRACIAS., SIMPLEMENTE GRACIAS. Y te aseguro esto: Mientras preparaba esta
crónica hoy lunes, ya Dios me bendijo triplemente más de lo que el enemigo
hurtó. Y es más, alguien me invitó a ser
parte de una aventura: ir a buscar a un indigente, bañarlo, darle de comer y
vestirlo como príncipe y demostrarle que Cristo le ama. Alguien más me invitó a
una cena de gala, mi hija salió bien librada de su parto, alguien me llamó para
dar más de lo que se le había solicitado como colaboración a la iglesia…..
Así que te recuerdo
aquel dicho que dice; que hasta el más listo se le caé la cuchara en el plato
de sopa, pero no hay que descuidarse en las cosas del Reino que merecen toda
nuestra atención.
Dios, eres grandemente
maravilloso conmigo,. No hay como pagarte todos tus favores, pero una cosa si
sabes muy bien: Que cuentas conmigo en todas aquellas tareas que quieras
mandarme. Te amo Dios, te amo Jesús, te amo Espíritu Santo.
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