Un Amigo Que
Deja Huellas
A mediados
de la década de los noventa, trabajaba en el otrora Banco Cuscatlán, en el
Departamento de Depósitos. Ya tenía mis 11 años de estar en ese departamento.
Conocía a casi todos los compañeros, que éramos cerca de 60 personas.
En cada año, se celebraban los
intramuros en diferentes disciplinas deportivas, entre ellos el deporte rey. Mi
jefe, era uno de los que eran exigentes para formar un buen equipo de fútbol y
por ello reclutaba a los mejores jugadores. El cupo sólo era para 15 jugadores.
Por lo tanto quedaban entre otros compañeros que querían jugar pero no eran tan
buenos y por lo tanto se formaba otro equipo.
El equipo de los buenos jugadores llevaba el nombre del departamento y
el otro equipo llevaba generalmente: “El Resto Del Mundo”, “Los Tiesos”
etc. Así que para comandar a este
equipo me buscaban a mi persona para hacer el equipo, en el cual abundaban
muchos de mis compañeros de sección. En una de esas, buscando inscribir a los
jugadores me tocó visitar a una sección que se llama “Verificación y Archivo”
para anotar a los presuntos jugadores. Al andar en esas vueltas llegué al
escritorio de alguien que para mí era nuevo, no lo conocía. Así que llegué y le pregunté si jugaba
fútbol, me dijo que sí y que si jugaba bien, pues de alguna manera teníamos que
incorporar un jugador que sacara chispa. Así que ese tipo de preguntas le hice
y cómo que le incomodó, pues el susodicho se llamaba Ramón Moreno y si jugaba
muy bien. Pues este personaje, tenía la
fama de “riquillo”, pues llegaba con un carro diferente cada día de la
semana. Llegaba un día en un Honda,
luego en un Geo Metro, luego en Un Golf Volkswagen y creo que en un Mazda, y así
que lo veía como muy “creído” y creo yo que ni él me tragaba, ni yo a él. Jugábamos,
bueno diría yo, yo apenas si jugaba, porque era más tieso que una paleta, y
sólo en la cancha nos veíamos con este chico llamado Ramón.
Pero en una ocasión en que nos
programaron encuentro deportivo, en una cancha de Cancha de La Academia
Británica, estaba esperando el bus para ir a ese lugar, en el lugar conocido
como La Ceiba de Guadalupe, cuando de repente observo que alguien se parqueó a
la orilla y pitó y retrocedió y al verlo más de cerca, era este muchacho
llamado Ramón. Me dijo que me subiera al carro y así fue. Platicamos un poco y
me sorprendió que me haya dado ese aventón a la cancha. Luego de ese encuentro,
que por cierto perdimos en 1-2 recuerdo que lo golpearon en uno de los tobillos
y salió medio cojeando. Le auxiliamos en
lo que pudimos y luego se recuperó. Nos
despedimos en esa ocasión, pero de la semana siguiente todo cambió con respecto
a su amistad. Se volvió más afable, íbamos a comer juntos a Plaza Merliot, que
recién la habían inaugurado. Comenzó a realizarse una amistad de camaradería.
De cierta manera me incitaba a salir a fiestas, a la playa, a discotecas,
amanecíamos en algún restaurante o discoteca y luego nos íbamos a su casa. En
esa época, ambos teníamos una vida desordenada, algo de la juventud que no tenía
una buena guía ni propósito. Los padres
de él llegaron a ser muy buenos amigos y muy cordiales conmigo. Pasaron por una
crisis financiera, se tuvieron que mudar de casa donde vivían y aquellos carros
desaparecieron. Más sin embargo, la amistad
de él y de su familia permaneció intacta. Así, pasaron los años, con altos y bajos en
nuestra amistad, con aventuras amorosas por su lado y de mi parte también. Nuestros hogares sufrían las ausencias de
nosotros sea por diversión o por andar de pata de chucho como decía mi abuela.
En 1995 murió mi abuela y mi amigo Ramón fue alguien que me ayudó a superar
esta tragedia. Fue en el 1999 que acepté
al Señor Jesucristo y que esto empezó a cambiar. Ya no salía como lo solía
hacer con él. Mermaron las salidas nocturnas y por ende las salidas a tomar
alcohol, etc. No dejamos de
frecuentarnos, pero nos veíamos en ocasiones especiales: su cumpleaños,
cumpleaños de los padres o de los hijos.
Llegué a ser padrino del último de sus hijos llamado Alejandro, quien
ahora ya tiene sus 16 años, pero que al nacer este niño muchas de las antiguas
andanzas de mi amigo cambió. En cierta ocasión que salimos a tomar un café,
le hable de Cristo, aceptó al Señor Jesús y le di en ese entonces UNA
BIBLIA. Han pasado los años, desde
entonces. La vida de mi amigo Ramón, cambió radicalmente en varios
aspectos. No puedo decir todos los
detalles, pero si puedo decir que ha pasado por varias etapas en donde lo he
admirado por su convicción de ser un buen padre de familia. Aunque su vida
matrimonial se deshizo, quedó a cargo de sus 3 hijos y creo estoy seguro que ha
sudado la gota gorda por ellos, dándoles estudio, comida y techo, bajo ciertos
sacrificios. He visto, que agregado a su
seno familiar a otros jóvenes y los acuerpado como sus hijos y que en una forma
excepcional les reparte de lo que tiene: su tiempo, alimentos y consejos,
consejos que salen ahora de un hombre que ha madurado a golpes de la vida y que
no quiere que ellos pasen por lo mismo. Hemos pasado por situaciones en que
pareciera que nuestra amistad decae, pero creo y estoy seguro que ha sido para
fortalecernos y arraigarnos más. Dios no ha terminado conmigo en mi carácter y
me falta mucho para ser ese amigo fiel, y en ese mismo proceso está mi amigo
Ramón. El año 2014 comenzó con tristes
noticias para mi amigo, pero superó ese trance con la ayuda de la familia y
sobretodo la de Dios. La Biblia que le
regalé le ha hablado de muchas maneras el amor de Dios y por ese camino lo
lleva. Dios hace la obra. Así que mi amigo Ramón, por tantas cosas, te he decir
que eres ese amigo especial a quien muchas veces se desea tener muy de cerca.
La distancia no es obstáculo para superar cualquier llamado a la comunión. Eres y serás ese amigo, y si en algún
momento nos hemos distanciado, es para
regresar con nuevos bríos y con más fuerzas a abrazar a esa amistad plena. Y por ello puse de tema “EL AMIGO QUE DEJA
HUELLAS” porque tarde o temprano, si yo me pierdo, dejas huellas que me
permiten encontrarte y recibir ese aprecio y cariño que nos anima a seguir
adelante. Dios te dé en este día un día
muy lleno de emociones en donde te hagan sentir deseado, honrado y amado. Yo
soy uno de los que te dicen que te ama y DIOS TE AMA MUCHO MÁS. Que los años que vengan por delante sean para
cosechar todo lo bueno que has sido en todas las áreas. Dios te de fuerzas y sabiduría siempre. Recuerda que la única manera de hacer las
cosas bien es permaneciendo con Dios. Un
abrazo fraternal y hasta la eternidad.
1 comentario:
Que honor mas grande mi amigo y hermano, siempre estas para guiar mi camino, gracias
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