¡PAREMOS
LAS TRAGEDIAS EN LAS FAMILIAS DE EL SALVADOR!
PARTE
1
¡SU PROBLEMA, PUEDE
SER MI PROBLEMA!
Esta es una historia o
fábula de una gallina, el cerdo, la vaca y el ratón que la cuento
para que saque usted sus propias conclusiones.
“En una casa de campo donde vivía
felizmente un matrimonio, allí también hizo su refugio un ratón que se
alimentaba sin mayores contratiempos de cuanto aparecía en la cocina o en
los alrededores, hasta que un buen día la señora de la casa
decidió atraparlo y se compró una enorme ratonera”.
El ratón preocupado al ver la ratonera se fue al
patio y le pidió ayuda a la gallina contándole que habían puesto en
la cocina una trampa para atraparlo a lo que la gallina respondió que ese no
era su problema porque eso no era para ella.
Entonces el ratón fue hablar con el cerdo que
tenía la familia y éste le respondió lo mismo, que eso no le importaba
porque por allí ni siquiera pasaba; el ratón ya preocupado le pidió ayuda
a la vaca que tenían en la casa y esta le respondió, “Muuuu, ese no es mi
problema, imagínate yo tan grande no cabría en esa ratonera”.
No teniendo a nadie más a quien pedir ayuda el
ratón regresó a la casa y se prometió que no saldría en toda la noche del
refugio hasta que sintió el golpe de la trampa al caer y minutos
después el grito de la señora de la casa.
En la ratonera había caído una víbora que mordió
a la mujer cuando esta se acercó. Entonces ella cayó gravemente enferma a causa
de la mordedura y el marido fue al patio, cogió la gallina e hizo una sopa para
su esposa. Como no se recuperaba llegaron los hijos que vivían fuera de la casa
para cuidarla y el marido tuvo que volver al patio y sacrificar al cerdo para
darles de comer.
Pasaron unas semanas y la señora de la casa murió
y a su velorio asistieron tantos familiares y vecinos de todos los
alrededores que hubo que sacrificar también a la vaca para darle de comer a
todas esas personas.
Mirando el panorama el ratón no dejaba de decir
“ay gallina, ay cerdo, ay vaca, si me hubieran escuchado, si hubieran entendido
que el problema que es mío hoy, mañana puede ser ustedes”.
Traigo a
cuenta esta fábula, porque en El Salvador, se está muriendo a ritmo pausado,
pero que cada día esa pausa disminuye, es decir mueren más personas cada día en
la menor cantidad de tiempo y más son las familias afectadas.
Queremos
enfatizar un llamado a cada familia de la ciudad de El Tránsito, que el mal
llamado “Maras” es un cáncer al que hay que contraatacarr. Aún estamos a tiempo.
Dice Gálatas 6:2” Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así
la ley de Cristo.” No nos acostumbremos a ver las muerte de los hijos de otras
familias, sino que pensemos que ese mismo problema puede llegar a nuestra propio
hogar. Es tiempo de entregar el corazón a Cristo y concientizarse a poner su
familia en cuarentena. Toda familia que tiene niños pequeños o jóvenes pueden
ser moldeados, enseñados y edificados con valores morales y cristianos que
ayuden a su desarrollo. Hoy es cuando podemos detener ese cáncer no dejando que
los que aún no han sido arrastrados a las pandillas puedan ver la única opción
sana y edificativa: la salvación. Los que ya están en las maras, hay esperanza
aún para ellos. Todavía, ellos no matan a sus propios padres, todavía respetan
la vida de un familiar cercano. El abuelo, la tía, o el padre o la madre que ha
criado a ese muchacho que ahora le llaman “el tunco”, “la Mente_creativa”, “el mil
vidas”, etc, todavía, escucha esa voz de madre que por tantas veces le ha hecho
falta. Usted como familia puede
contribuir transformando su medio ambiente. . ¿Cómo puedo hacerlo?
1. Haciendo
su labor como padre. No descuide a sus hijos, ni se los encomiendo a otro. Haga
su parte: disciplina, enseñanza, amor, estudios.
2. Permita
que la iglesia cristiana le ayude a formar valores en ellos. Deje ir a sus
niños o joven a la iglesia. No lo coarte
3. Vaya
usted también. El muchacho se anima si usted va. El niño, al contrario no se
anima, sino que obedece a su padre o madre. El niño es más moldeable. Usted
puede.
4. Es
tiempo de unir esfuerzos tanto de ricos como pobres, tanto de iglesias como de
instituciones.
5. No
confié en las promesas de los gobernantes de la tierra, sino en la Palabra de Dios. Ella si
realmente transforma los corazones de los hombres.
En el próximo blog, traemos la segunda parte de este llamado. Dios les bendiga.
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