Génesis 24:63-67
24:63 Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de
la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían. 24:64 Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello;
24:65 porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió.
24:66 Entonces el criado contó a Isaac todo lo que había hecho.
24:67 Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre.
Nunca dejes de meditar en La Palabra de Dios, y especialmente
que les enseñes a tus hijos. Deut. 6:7 dice: “y las repetirás a tus hijos, y
hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte,
y cuando te levantes.“ Ese hábito, que
aunado a la pasión de ser un hijo de Dios te lleva a obtener buenas
bendiciones. Así le pasó a Isaac, salió al campo a reflexionar en aquellas
cosas del espíritu y Dios y Dios no se hizo esperar en enviarle lo que sería su
bendición. Él vio los camellos, pero en los camellos venía su bendición. Todo aquel que medita de día y de noche, en
La Palabra y en Jesús, tiene garantizado
su bendición.
Dice Josué 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de
la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu
camino, y todo te saldrá bien.”
Asegura tú también la bendición de tu casa, de
tu trabajo, de tu hogar, de tu grupo meditando en La Palabra de Dios y enseñe a
aquellos que están alrededor de usted que Dios es bueno y recompensador en gran
manera.
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